Falacias, dilemas y paradojas, 2a ed.. Manuel Sanchis i Marco

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Falacias, dilemas y paradojas, 2a ed. - Manuel Sanchis i Marco Educació. Sèrie Materials

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Universitat de València y, en general, en los estudiantes de la Universidad española y, entre ellos, en mis hijos Lluìs y Alex. Por eso, no quiero desaprovechar la oportunidad que me ofrece este prólogo para transmitirles mi visión de lo que debe ser la docencia universitaria. Quiero que sepan que me parece inútil intentar encorsetar la sagrada autonomía moral de las personas y la libertad docente de los profesores universitarios; que el saber y la libertad van tan unidos que no puede darse el uno sin la otra; que los profesores universitarios no sabemos estar acuartelados, pues el toque de queda académico es letal para la universidad, lo que no es excusa para instalarnos en la rutina fácil del manual y de las clases magistrales; que un profesor universitario se hace con sus libros; y, que la elaboración de una obra como esta constituye, a mi modo de ver, el acto más positivo, en el sentido de ponedor o de añadidor, que cualquier profesor puede realizar durante su vida académica.

      Deseo aprovechar la oportunidad que me da este prólogo para expresar mi más sincero agradecimiento a las nuevas colaboraciones que he recibido desde la primera edición. A los profesores Rafael Beneyto Torres, Jesús Alcolea Banegas, Enrique Sanchis Peris, Ana Zorio Grima, y María Concepción Ferragut Domínguez, de la Universitat de València. Al profesor José García Solanes, de la Universidad de Murcia. Al profesor Vicente Royuela Mora, de la Universitat de Barcelona. A Tomás García Azcárate, Octavi Quintana Trías, y Bernard Connolly, de la Comisión Europea. Y, ya dentro de mi propia Facultad, a Vicente Almenar Llongo, querido compañero del Departamento de Economía Aplicada, por su inestimable ayuda en algunos ejercicios prácticos y en la preparación de todo el material docente en el sitio Web; a Lucía Marrahi Gomar, Licenciada en ADE y alumna del curso 2007-08, a quien le agradezco sinceramente haber colaborado conmigo en la discusión, concepción y redacción de los cuestionarios de autoevaluación; y, a mi hijo Lluìs quien, en plenos exámenes, ha estado siempre disponible para leer algunas píldoras y opinar desde la perspectiva del alumno, así como por haberme sacado de más de un atolladero informático y de otros zarzales en los que, en forma de cuadros y gráficos, me metí muy a mi pesar.

      Al igual que nos pasa cuando comemos con gula invencible, en este prólogo me he dejado para el final el mejor de los bocados. Lo mejor empieza ahora, porque es ahora cuando quiero agradecerle a mi esposa Yvonne, ejemplo de paciencia y discreción para mí, por su ilimitada comprensión a la hora de dejarme horas y horas enfrascado con mis fantasmas y luchando, como Don Quijote, con mis molinos de viento económicos.

      Mil gracias a todos por sus consejos y por su ayuda.

      La Canyada, 11 de enero de 2010

      Introducción.

      Falacias, dilemas y paradojas en economía

      Píldora 1

      Sobre la teoría de la argumentación y las falacias1

      En un libro sobre falacias, dilemas y paradojas en el ámbito de la economía española, quizá valga la pena introducir la materia con algunas referencias, aunque sólo sean muy someras, a la teoría de la argumentación y a las nociones de argumentación, argumento, falacia, sofisma, paralogismo, dilema y paradoja.

      Se denomina argumentación o argumento a aquel enunciado o conjunto de enunciados que se expresan con el ánimo de establecer algo con el fin de que aquel ante quien se presenta la argumentación o argumento acepte como verdadero o falso aquello que se le presenta como conclusión, o bien siga un determinado curso de acción.

      Aunque las nociones de argumento y de argumentación pueden ser utilizadas de forma indistinta, se entiende por argumento, en un sentido general, aquel razonamiento o conjunto de razonamientos, enunciados o proposiciones que se utilizan para justificar, apoyando o refutando, una afirmación o una tesis. Por su parte, se entiende por argumentación un conjunto de argumentos o razonamientos como los anteriores a los que hay que añadir una intención de persuasión o seducción2 con el fin de conseguir que alguien acepte la verdad o falsedad de una tesis o su acción siga un curso determinado.

      Existen diferencias de matiz, aunque importantes, entre tales términos (Quintás Alonso, 2002: 32-33). Mientras el argumento se encuentra en un plano más conceptual, abstracto y nocional, la argumentación se sitúa en el plano lingüístico-retórico, y el razonamiento en el psicológico-mental. Cuando hablamos de argumento en la lógica simbólica, matemática o logística, nos estamos refiriendo a pruebas demostrativas y concluyentes que se derivan de aplicar las reglas del cálculo lógico, o del álgebra lógica. Es decir, hemos utilizado como materia prima el lenguaje natural, lo hemos vaciado de cualquier contenido, incluido el lingüístico o semántico, y lo hemos transformado en nuevo lenguaje, el lenguaje lógico.

      Por el contrario, si nos encontramos en un domino intermedio en el que se combinan la lógica, la dialéctica y la retórica, con el término argumentación nos estamos refiriendo a la presentación de una o varias pruebas que no son concluyentes y que, por ese motivo, han de ser presentadas de una forma seductora para que atraigan al auditorio a su favor. Aunque la teoría de la argumentación se apoya, en primer lugar, en la lógica, nos encontramos también en contacto con la retórica, que luego se transformó en oratoria con Cicerón y Quintiliano, de donde surgirá la dialéctica a partir del siglo xvi con Petrus Ramus (Pierre de la Ramée).

      Diferencias en el ámbito de la lógica simbólica

      Incluso dentro del propio ámbito de la lógica formal se observan diferencias entre argumento y argumentación. La distinción fundamental estriba, para algunos lógicos (Falguera López y Martínez Vidal, 1999: 26 y ss.), en que un argumento es una entidad conceptual abstracta, es decir, desligada de cualquier conexión lingüística, vaciada de su contenido semántico y formada por proposiciones, es decir, por lo expresado por un enunciado. Mientras que una argumentación es un pasaje lingüístico concreto, también formado por una serie de enunciados u oraciones declarativas en términos gramaticales, en el que si aceptamos los enunciados que preceden –es decir, las premisas– tenemos necesariamente que aceptar el que sigue –es decir, la conclusión–, a los cuales les corresponde un valor de verdad o falsedad.

      Por lo tanto, un argumento lógico o una argumentación formal es aquella estructura constituida por tres elementos: (i) una conclusión, es decir, un enunciado o una proposición susceptible de ser declarada verdadera o falsa a partir de la argumentación; (ii) unas premisas: conjunto de enunciados o razones cuya verdad se aduce para apoyar la verdad de la conclusión; y, (iii) una intención: una conexión, nexo o consecuencia lógica entre las partes, es decir, entre las premisas y la conclusión. La conclusión y la intención (nexo de consecuencia lógica) no pueden faltar. Las premisas, por su parte, son un conjunto finito de enunciados eventualmente vacío (Ø).

      Una argumentación o un argumento formalizados contienen enunciados del lenguaje natural que, mediante el uso de fórmulas bien formadas, se ha transformado en un lenguaje lógico formalizado. Un argumento o una argumentación formales son, por lo tanto, entidades conceptuales abstractas que expresan un acto del habla en la medida en que las constantes lógicas tienen un contenido semántico establecido.

      Si nos encontramos en el plano conceptual y nocional, hablaremos de argumento inductivo fuerte si la conclusión se sigue probablemente de las premisas, y de argumento inductivo débil si la probabilidad es baja. Por el contrario, hablaremos de argumentación inductiva si nos encontramos en el plano lingüístico o retórico, ya sea en un acto de habla o en un escrito, y ésta podrá ser igualmente fuerte o débil según el grado de probabilidad de que se confirme un determinado valor veritativo.

      En lógica clásica de primer orden, los argumentos pueden ser deductivos o inductivos. Los argumentos deductivos sólo pueden ser válidos o correctos y noválidos o incorrectos.

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