La competitividad de la región centro del estado de Guanajuato y valoración de su capital territorial. Susana Suárez Paniagua

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La competitividad de la región centro del estado de Guanajuato y valoración de su capital territorial - Susana Suárez Paniagua Pùblica Social

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compartidos. El capital relacional se asemeja al concepto de “medio local”, lo que significa un conjunto de relaciones de proximidad que reúnen e integran un sistema de producción local, un sistema de actores y representaciones, así como una cultura industrial, la cual genera un proceso dinámico localizado de aprendizaje colectivo.

      6) Capital humano. Es un activo disponible para que los territorios puedan competir en el ámbito internacional mediante el fortalecimiento de actividades locales y atrayendo las extranjeras. Las teorías del crecimiento endógeno desarrollaron el concepto en modelos de crecimiento formalizados.

      7) Economías de aglomeración, conectividad y receptividad. Son bienes públicos o colectivos de naturaleza mixta: duro y blando, son elementos que conciernen: economías de aglomeración –caracterizados por especialización en algunos sectores, tecnologías o filières– economías de distrito, ciudades y distritos industriales. Proporcionan ventajas económicas como la reducción de costos de transacción, externalidades cruzadas, división del trabajo y economías de escala que constituyen una gran parte del capital territorial.

      8) Redes de cooperación. Integra activos tangibles e intangibles y produce bienes y servicios tradicionalmente suministrados a través de redes de cooperación públicas / privadas o privadas / privadas. Alianzas estratégicas para Investigación y Desarrollo, para la creación de conocimiento apoyadas por organismos públicos de difusión del conocimiento, que operan en mercado abierto con algún apoyo público.

      9) Servicios privados relacionales. Servicios de naturaleza relacional pueden ser proporcionados en su totalidad por el mercado: un ejemplo, cuando las empresas buscan socios externos y proveedores (a través de instituciones financieras o agencias de consultoría especializadas), o en los casos de transferencia tecnológica, asociación y difusión, así como los efectos indirectos de las universidades (Camagni, 2008).

      Como hemos mencionado Camagni elabora una clasificación de los componentes del capital territorial que se expone a continuación (ver cuadro 2.1).

      Ahora bien, de acuerdo con su taxonomía (en la que establece bienes tangibles, intangibles e intermedios con alta y baja competencia), diseña dos cuadros con una cruz, en uno define los factores tradicionales del capital territorial (que han sido considerados factores determinantes del desarrollo regional) en los esquemas de política regional (capital, trabajo, infraestructura) que denomina la cruz tradicional y en el otro, establece los factores innovadores (procesos cognitivos, la capacidad de trasladar elementos virtuales e intangibles en acciones efectivas, para cooperar e implementar asociaciones público-privadas, en convertir el potencial relacional en vínculos reales entre los agentes económicos) que están relacionados a la lógica de acumulación y que con una sabia explotación pueden constituir un soporte para la política de desarrollo regional, por lo que la llama una cruz innovadora (Camagni, en proceso de publicación).

      Con esta cruz innovadora, Camagni le concede una gran importancia a los elementos que él denomina capital relacional, es decir, que reconoce que estos elementos desempeñan un papel clave actualmente para que las regiones logren ser competitivas. De hecho, considera que es indispensable una fuerte relacionalidad para la gobernanza del proceso de desarrollo local, especialmente cuando se trata de la gestión de los bienes de grupo o bienes públicos impuros que pueden ser sujetos de obstrucción o ser aprovechados por comportamientos oportunistas de algunos agentes, por lo que se requieren nuevas formas de gobernanza, de participación e inclusión, para que sean aprovechados por la comunidad local (Camagni, 2008, p. 46).

      Camagni señala que, para hacer frente a la cuestión de la sociedad del conocimiento, la política pública en lugar de inyectar dinero público directamente en el sistema de empresas, universidades y centros de investigación (que en general tienen sus propios objetivos específicos) debe apoyar acciones “relacionales”, tales como esquemas comunes y proyectos de producción resultado de la cooperación entre estas instancias que operan en el ámbito local o a escala regional. De manera que su enfoque sugiere una nueva función para los responsables políticos locales o regionales como “facilitadores” de los vínculos y la cooperación entre actores, tanto a nivel regional como a nivel interregional / internacional (Camagni, 2008, p. 47).

      Por su parte los economistas Roberta Capello, Andrea Caragliu y Peter Nijkamp (2009), parten de reconocer la importancia que tienen actualmente las regiones en un mundo globalizado, y sostienen que estos espacios geográficos son cada vez más atractivos para el crecimiento económico y la innovación, pero que al mismo tiempo existe una distribución desigual del aumento de la productividad y el crecimiento económico entre ellos en una economía de libre mercado. Para estos autores, las desigualdades regionales (en términos del :PIB per cápita, empleo, desempleo) no sólo se explican por el menos eficiente uso de los factores de producción (capital-trabajo), sino que también pueden deberse a las condiciones de inercia que tiene un sistema regional.

      Cabe hacer mención que estos autores toman en consideración la taxonomía del capital territorial elaborada por Camagni, y que ellos sostienen que el desempeño económico de las regiones puede ser el resultado de dos condiciones:

      1) de la producción local-regional y el uso de conocimiento apropiado y avanzado (es decir, de su condición cultural-cognitiva); y 2) de la disponibilidad y la implementación efectiva del capital territorial (es decir, las amenidades y condiciones geográficamente localizadas). Capello, Caragliu y Nijkamp (2009, p. 4),

      enfatizan que el uso efectivo del capital territorial puede contribuir a mejorar la eficiencia del crecimiento económico, si se tiene una orientación empresarial en la región, es decir, una disposición a la apertura y a la creatividad, una actitud empresarial de búsqueda de oportunidades, de sistemas institucionales locales orientados a responder a los desafíos.

      Además, ellos consideran que la gestión del conocimiento y del capital territorial son factores clave para el logro de crecimiento económico y el desarrollo de la innovación en las regiones, porque consideran que si se tiene la capacidad de gestionar la información para identificar y resolver problemas de forma adecuada, particularmente en el ámbito económico, esta capacidad conducirá a transformar la información en innovación y en aumentos de productividad, por medio de la interacción cooperativa o de mercado. Pero destacan que el conocimiento no sólo es resultado de los esfuerzos individuales, sino fundamentalmente de procesos de aprendizaje interactivos que involucran a muchos clientes y proveedores en las cadenas de suministro, que en general el conocimiento es resultado de capacidades que se complementan y que de hecho se convierte en un factor de producción crítico que se suma a la ventaja comparativa de las naciones y regiones, por lo que contribuye a la competitividad regional (Capello, Caragliu y Nijkamp, 2009, p. 4).

      Para Capello, Caragliu y Nijkamp, los elementos espaciales que explican las diferencias para captar innovación y convertirla en crecimiento económico entre las regiones son los activos intangibles altamente territorializados con los que cuentan las regiones, particularmente: la confianza local y el sentido de pertenencia territorial. Estos autores aseguran que el crecimiento económico regional no sólo se logra teniendo disponibilidad de capital y mano de obra calificada, sino que es decisivo contar con sentido de pertenencia territorial, confianza local, creatividad y conectividad. Para ellos, el que las regiones posean la capacidad de que sus actores económicos trabajen juntos, bajo principios de solidaridad, asistencia mutua, aprovechamiento de ideas que se desarrollan en pequeñas y medianas empresas, en suma, que tengan la capacidad de construir entornos altamente creativos e innovadores (resultado de la combinación de instituciones, reglas, prácticas, productores, investigadores, legisladores) genera oportunidades de crecimiento económico. De tal suerte, que la capacidad de las regiones para llevar a cabo procesos de innovación y tornarse en crecimiento económico, depende de un uso eficiente

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