La competitividad de la región centro del estado de Guanajuato y valoración de su capital territorial. Susana Suárez Paniagua

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La competitividad de la región centro del estado de Guanajuato y valoración de su capital territorial - Susana Suárez Paniagua Pùblica Social

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      Este nuevo rostro que tienen las sociedades de todo el mundo, se expresa en distintas formas de organización social y espacial, en las que pareciera que el espacio no importa, porque casi han desaparecido las fronteras para la movilidad de bienes, información, capital, etc.; pero, en realidad, nos encontramos que sucede lo contrario que, el espacio cobra gran importancia en esta dinámica económica, social, cultural e incluso política que ha impulsado el proceso de globalización, debido a que en este contexto, los territorios, es decir, aquellos espacios que han formado un tejido social único, que han sido construidos a través de procesos histórico-sociales, que tienen sus particularidades, sus culturas, son en los que se establecen y cobran vida todos estos factores que se mueven a través del mundo, y que los conectan, territorios que además cuentan con sus propios bienes y agentes locales, los cuales interactúan con la globalización.

      Indudablemente, los territorios importan, especialmente si consideramos que la integración económica mundial no ha sido de la misma manera para todos, ni han logrado colocarse todos en la misma posición, sino que es muy evidente que ha sido desigual y por categorías (ganadores potenciales o en marcha, perdedores, estancados o en retroceso). Efectivamente mientras unos territorios sí han logrado obtener ventajas de la liberalización del comercio y con ello ampliar las oportunidades de desarrollo para sus habitantes, otros no lo han alcanzado. Esta desigualdad económica entre los territorios es muy notoria, se puede apreciar en los diferentes niveles de crecimiento económico y calidad de vida que tienen los países, regiones o localidades, concretamente en sus capacidades productivas, ingresos per cápita de sus habitantes, equipamiento urbano, infraestructura, niveles educativos, servicios de salud, avances científico-tecnológicos, capacidad y desempeño institucional entre otras muchas cosas, revelando que mientras unos han experimentado crecimiento económico, otros han sufrido procesos de desaceleración con las consecuentes diferencias en los niveles de vida de la población.

      De manera que la globalización para algunos territorios supone oportunidades de crecimiento económico y desarrollo, pero para otros significa amenazas, en razón de las condiciones con las que cuentan para atraer capital y de las acciones emprendidas por sus actores locales, lo que significa que, de acuerdo con las condiciones de las que gozan y de la respuesta de sus actores locales frente a la globalización, o bien pueden quedar integrados en la economía de manera ventajosa o, por el contrario, pueden situarse en una posición de desventaja y con riesgo de que gran parte de su población quede excluida de la dinámica económica global.

      Al mismo tiempo que permea esta desigualdad económica y social, los territorios están sometidos a la dinámica económica capitalista que les impone contender entre sí para lograr una posición ventajosa en el mercado, lograr altas tasas de crecimiento económico, lo que los ha llevado a buscar y a desarrollar estrategias para conseguir esta posición, esto es, para ser territorios competitivos. Situación que ha llevado a varios científicos sociales (fundamentalmente economistas) a formularse la pregunta ¿de qué depende que los territorios conviertan las condiciones generadas por la globalización económica en amenazas u oportunidades?, pregunta que han tratado de responder desde hace mucho tiempo, primero fue en relación con el logro del crecimiento económico y posteriormente sobre la competitividad.

      Efectivamente varios enfoques teóricos han brindado explicaciones sobre las causas o factores determinantes que inciden en el logro del crecimiento económico de los territorios y ahora en conseguir competitividad. Con el avance en la ciencia económica, empezó a considerarse la variable espacial, la cual ahora ocupa un lugar relevante en las explicaciones sobre el comportamiento económico, de hecho, cada vez más se le otorga un papel clave en los procesos económicos. Por supuesto, hoy en día, las más recientes teorías económicas y de análisis económico-regional, fijan su atención en el territorio en el momento de estudiar los procesos económicos y sociales, pero ahora desde una perspectiva distinta a la de simple contenedor de factores de producción y de procesos productivos, sino desde la mirada de un espacio social construido por los agentes económicos y sociales que intervienen en él, agentes que a su vez son modelados por el espacio.

      Más aún, el territorio es concebido de manera holística, es decir, integrado por diversas dimensiones: económica, socio-cultural, medio ambiental y político-institucional, y como resultado de la interacción que se efectúa entre estas distintas dimensiones, lo que le otorga un carácter sistémico y complejo. Concepción que ha propiciado nuevas perspectivas de análisis de índole interdisciplinaria con la confluencia de diversas disciplinas sociales, y particularmente el despliegue de un nuevo enfoque de desarrollo: el territorial, que propone una concepción más amplia de desarrollo, no sólo considerado como el crecimiento económico de un lugar, sino como el logro de sociedades más cohesionadas social y territorialmente.

      Este enfoque enfatiza que el objetivo fundamental es impulsar un proceso de desarrollo endógeno, es decir, estimular la capacidad de los territorios para obtener mayores beneficios económicos e invertirlos en el propio territorio, crear más empleos, propiciar el desarrollo de la ciencia y la tecnología local, así como la apropiación de las novedades tecnológicas, e igualmente tomar decisiones y ejecutar acciones concertadas entre los distintos agentes en torno a un proyecto de desarrollo local que persiga conciliar la dinámica de la economía global con el desarrollo social.

      A partir de este nuevo enfoque han emanado nuevas orientaciones para el análisis de los territorios, así como diversas proposiciones sobre los factores determinantes para alcanzar el crecimiento económico y la competitividad de éstos. Inclusive conforme al enfoque de desarrollo territorial, se ha creado una más amplia concepción de la competitividad, que abarca a todas las dimensiones presentes en el territorio, a la cual se le ha denominado competitividad territorial, que implica que los territorios no sólo sean competitivos en materia económica, sino que al mismo tiempo garanticen sostenibilidad ambiental, tengan capacidad para que sus agentes trabajen de trabajar de manera conjunta en un proyecto de desarrollo de su territorio, e igualmente demuestren aptitud para articularse con otros territorios y hacer progresar su proyecto, así como garantizar su viabilidad en el contexto de la globalización.

      Esta concepción de competitividad conduce a deliberar sobre la respuesta a la pregunta, ¿cuáles son los factores o condiciones que propician que un territorio sea competitivo territorialmente? Esta deliberación ha llevado a algunas organizaciones internacionales –Observatorio Europeo Leader, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico-:OCDE– y a algunos científicos sociales, especialmente a Roberto Camagni, a desarrollar un nuevo concepto el Capital Territorial, el cual discierne que cada territorio posee bienes tangibles e intangibles que constituyen un capital, con el cual pueden hacer frente a la disputa que tienen entre sí para lograr una posición ventajosa en el mercado, con sostenibilidad medioambiental, social y cultural, es decir, ser competitivos en todas sus dimensiones, en un mundo globalizado.

      De este concepto de capital territorial surgen nuevas propuestas interpretativas de la competitividad territorial, las cuales sugieren algunos factores o condiciones que los territorios deben tener o aprovechar para obtener ventajas y conseguir ser competitivos en el entorno global, especialmente estas propuestas están de acuerdo en que los agentes locales deben conocer los bienes que tiene su territorio, sus interacciones, para descubrir cuáles de éstos pueden constituir una fuente de impulso para el logro de la competitividad. Incluso van más allá, al afirmar que la capacidad de los agentes locales para identificar estos bienes, valorarlos y emplearlos de manera eficaz es decisiva para que los territorios sean competitivos.

      Sin duda, el esclarecimiento del concepto de capital territorial ha llevado al despliegue de diferentes formas de determinar su significado y su alcance, y de manera conjunta, a la precisión de nuevas y distintas categorías,

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