Republicanas. Luz Sanfeliu Gimeno
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El presente libro de Luz Sanfeliu muestra con todo detalle este proceso. Porque analiza el republicanismo –el republicanismo blasquista valenciano de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX– desde la perspectiva de la construcción de identidades de género, y desde la investigación de lo que éste representó en la historia de la ciudadanía, especialmente en la historia de la ciudadanía femenina y en la formación histórica de los feminismos en España. Y muestra los excelentes resultados que puede proporcionar la investigación histórica cuando se combinan en ella las propuestas teóricas de la historia de las mujeres y la teoría crítica feminista, así como las aportaciones metodológicas de la más reciente historia sociocultural, con una rigurosa investigación de fuentes específicas de archivo, de hemeroteca, literarias, etc. Con un objetivo fundamental: estudiar los diferentes discursos presentes en la cultura política del republicanismo, las prácticas de vida, la cotidianidad, los valores y los referentes ideológicos, las interrelaciones entre las experiencias de vida y las representaciones ideológicas, etc. Estudiarlos como elementos que fueron conformando, dentro de la cultura política republicana, un heterogéneo y particular proceso de construcción del feminismo como movimiento social, concebido básicamente como extensión de las libertades y de los derechos de ciudadanía a las mujeres, y no entendido por tanto, sólo ni necesariamente, en clave sufragista.
A través de un largo recorrido de prácticas sociales y elaboraciones discursivas, la progresiva implicación en la actividad pública de las mujeres republicanas que desarrollaban su vida –su vida toda, a todos los niveles– en el seno del blasquismo, supuso a comienzos del siglo XX la formulación de un incipiente proyecto de emancipación femenina, que con el tiempo, desarrollaría formas autónomas de organización y actuación, como republicanas y como feministas a la vez. Un proyecto que fue abarcando –en un entrelazamiento real y no discursivo de lo público y lo privado– desde la cotidianidad, desde la familia republicana, desde la sociabilidad en los casinos, en los bailes y en los ateneos, pasando por la presencia en mítines y manifestaciones, o la publicación de artículos de opinión en El Pueblo, hasta la creación de la Agrupación General Femenina como organización autónoma feminista.
Todos estos elementos, tanto teóricos y metodológicos como de investigación de fuentes concretas, de base, son indicativos del rigor intelectual e investigador del presente libro, resultado de la reelaboración de la tesis doctoral realizada por la doctora Sanfeliu en el Institut Universitari d’Estudis de la Dona de la Universitat de València. Con todo, hay otros aspectos del llamado «currículo oculto» de los autores que normalmente son obviados, y quedan silenciados cuando un libro llega a nuestras manos, pero que yo creo necesario hacer visible en este prólogo por lo que respecta a la autora de este libro, ya que estamos en el empeño de reconstruir visibilidades necesarias. Este trabajo reúne todas las características de la excelencia académica, pero con el añadido de haberse realizado, a lo largo de su gestación, sin ningún objetivo material, útil o práctico que conseguir, dentro de la estructura académica oficial; aun cuando en el momento actual, con posterioridad a la finalización del mismo, su autora sea profesora de la Universidad Jaume I. Es decir, fue un libro realizado desde fuera, al margen, desde espacios y tiempos no académicos, por el propio interés y disfrute intelectual e investigador, o dicho de otra manera, por la pasión por la historia.
No es sólo enormemente interesante y novedoso desde el rigor académico y científico, con aportaciones y conclusiones valiosas y renovadoras para el estudio de la historia de las mujeres, para la historia de las diferentes culturas políticas o la de la formación de los feminismos históricos en España. Además, trabajos como el presente nos reconcilian –me reconcilian– con esta profesión tan poco rentable; reconcilian con la importancia y con el valor que tiene la Historia, y también con la pasión por la historia que alguien nos inoculó en algún momento de la vida. Y todo ello, a pesar de que, en estos tiempos «que están cambiando», como dice la canción, estos valores y actitudes profesionales y vitales parecen no existir, o como mucho, parecen ser marginales y simples residuos del pasado. Por estas y otras razones que quedarían fuera del alcance de este prólogo, trabajos como el que se contiene en estas páginas nos muestran que, pese a todo, necesitamos también de la historia para explicarnos el presente y entendernos en él.
Finalmente, aunque pueda parecer pura arqueología recordar una conocida cita de Antonio Gramsci –otra vez, una vez más–, al volver a leer este texto como lectora privilegiada, y conocer y reconocer a estas Republicanas, me parecen más significativas que nunca las palabras contenidas en las cartas enviadas a su hijo desde la cárcel: «no puede dejar de gustarte la Historia, porque habla de las personas, de todas las personas en cuanto trabajan y viven en sociedad, y se unen, y luchan, y se mejoran a si mismas». No puede dejar de gustarnos la historia, y en ella, la historia de las mujeres, y la historia de unas mujeres –hasta ahora, escasamente visibles, poco relevantes o significadas históricamente– republicanas, librepensadoras y feministas, que desde sus espacios públicos y privados abrieron caminos de libertad.
ANA M. AGUADO
Universitat de València
INTRODUCCIÓN
Como pone en evidencia la revisión historiográfica reciente, las esferas pública y privada sólo adquieren sentido en relación la una con la otra, y su distribución se adapta y modifica continuamente sin tener ni siquiera el mismo significado en todos los medios sociales.1
Así pues, definir los esquemas teóricos de este estudio significa, en primer lugar, cuestionar las ideologías institucionales: aquellas que se evidencian y expresan en los ámbitos públicos como las únicas que conforman y transforman las sociedades.
En las experiencias diarias y personales, en las relaciones entre los sexos o familiares, en la distribución de los espacios, en las vivencias de los sentimientos y de la sexualidad, también se expresan y toman vida las pautas que regulan las interrelaciones sociales. Los sujetos históricos, de este modo, adquieren protagonismo
en todo aquello que les rodea directamente: los familiares, los vecinos, los amigos, los compañeros... Y en todas aquellas prácticas, representaciones, simbolizaciones, por medio de las cuales el sujeto se organiza, concierta sus relaciones con la sociedad, con la cultura, con los acontecimientos.2
Por ello, los estudios sobre la vida cotidiana (en los años sesenta del siglo XX) conectaron estrechamente con la historia de la vida privada y la historia de las mentalidades –elaborada por los continuadores de la escuela de los Annales: P. Ariès, G. Duby, R. Mandrou, E. Le Roy Ladurie– en sus objetivos de desnaturalizar la privacidad y considerar lo cotidiano privado y personal como realidades históricamente construidas que debían comprender en relación con determinados contextos sociales. También en esos mismos años la renovación de la historiografía marxista: E. P. Thompson,3 R. Samuel, E. J. Hobsbawm, contribuyó con sus trabajos sobre la familia, la infancia, los ritos del poder o la cultura popular obrera a acercar la disciplina hacia la comprensión de la diversidad social y a la emergencia de nuevos actores que habían vivido los hechos en relación con las estructuras culturales (costumbres, comportamientos