Trayectorias y proyectos intelectuales. Jaime Eduardo Jaramillo Jiménez

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Trayectorias y proyectos intelectuales - Jaime Eduardo Jaramillo Jiménez Taller y oficio de la Historia

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dándoles una mejor proyección productiva y diversificando el cultivo.

      Los latifundios azucareros y algodoneros no podían ser parcelados para dar paso a la pequeña propiedad —solución liberal y capitalista del problema agrario— sin perjuicio de su rendimiento y de su mecanismo de empresas orgánicas, basadas en la industrialización de la agricultura. La gestión colectiva o estatal de esas empresas es, en cambio, perfectamente posible. (Mariátegui, 1985, p. 271)

      Se debían nacionalizar, además, las grandes fuentes de riqueza, incluidas las industriales, mineras, financieras, etc., más importantes que estaban en manos del capital extranjero o de la burguesía nacional.

      Asimismo, las sobrevivencias del comunismo agrario incaico debían desempeñar un importante papel en la construcción de la nueva sociedad. Donde existía la comunidad debía convertirse en potentes cooperativas, expropiando en su beneficio el latifundio. No era un anhelo de restauración de la sociedad inca el de Mariátegui, cayendo en un indigenismo milenarista ingenuo, sino una propuesta de una evolución posible y contemporánea de la comunidad sobreviviente bajo un proyecto socialista en el siglo XX.

      El Estado que debía construir el proceso revolucionario era, a su vez, un Estado obrero y campesino que garantizaría la administración colectiva de la economía nacional, socializaría el poder militar y policiaco en una milicia obrero-campesina y construiría nacionalmente los municipios de obreros, campesinos y soldados.

      Acorde con su realidad, Mariátegui y los socialistas peruanos proponían un camino hacia el socialismo que no demandaba una primera etapa demoburguesa como canon universal, pero que no negaba que en este la revolución tuviera que cumplir con algunas tareas teóricamente capitalistas.

      De esta forma, teniendo como base una interiorización particular y potente del marxismo en sus contenidos filosóficos y metódicos, Mariátegui definía sus ideas políticas y económicas en general con las cuales se constituyó y desempeñó un papel importante de intelectual orgánico de las clases subalternas del Perú, no solo como difusor, sino también como alto creador de pensamiento, hasta que su existencia física se lo permitió.

      Conclusiones

      Una vez hecha una propuesta de reconstrucción de la trayectoria intelectual de Mariátegui a partir de un enfoque gramsciano y haber expuesto su pensamiento en su momento de gestación propia desde los focos aludidos, se puede afirmar y ratificar a manera de síntesis que Mariátegui se debe entender como un marxista dialéctico y en diálogo con la realidad y el panorama intelectual existente desde lo metódico y filosófico; y como pensador que desde lo económico y político, entendiendo de modo innovador su entorno nacional enmarcado dentro de un orden económico mundial capitalista e imperialista, también en diálogo y discusión con corrientes intelectuales nacionales e internacionales, formuló coherentemente con su pensamiento en general una solución socialista a las problemáticas presentes en su país, que aspiró convertir como intelectual orgánico en movimiento histórico y, por tanto, conciencia y voluntad popular de los indígenas obreros y campesinos del Perú.

      Por tal motivo, su legado desde lo filosófico y metódico no se puede comprender como “soreliano”, “marxista abierto” o “idealista”, o desde lo económico y político como pensamiento “dirigente de la revolución campesina del Perú”, “determinista económico” o “socialista etapista”, formas que se han elaborado en el tiempo desde diferentes acentos y se han formalizado para interpretar su reflexión de manera equivocada (Cristancho, 2014). La situación de la exégesis sobre el pensamiento de Mariátegui se desarrolla, puntualmente, en el capítulo tres del trabajo de grado: “El pensamiento de José Carlos Mariátegui: el reto de construir el socialismo en América Latina”.

      Retomando lo anterior y siguiendo con lo propuesto en este escrito, para finalizar, se presentará lo que desde su perfil intelectual y su obra expuesta se considera son aportaciones a la sociología y a las ciencias sociales en sus discusiones contemporáneas, de lo cual, además, se puede abstraer algunas agendas de investigación.

      En primera instancia, es necesario resaltar la capacidad que tuvo Mariátegui de producir un conocimiento original de su entorno social que no recae en una traducción vulgar de una determinada teoría externa (en este caso el marxismo); sin negar lo que pueda resultar universal de ella, nunca perdió en la realización intelectual el contexto y el sitio desde el que estaba produciendo. Es solo desde allí que pudo pararse para formular el socialismo en el Perú, partiendo de las contradicciones que presentaba su realidad inserta dentro de un sistema económico mundial, con una sociedad local con capitalismo imperialista dirigente, predominantemente no proletarizada, donde la producción agropecuaria era sobresaliente, y donde el obrero, sin dejar de ser central, no podía salir adelante en su proyecto emancipador sin contar con los también indígenas, campesinos y comunitarios, que igualmente estaban posibilitados objetiva y subjetivamente en este caso particular para construir un proyecto estructural y superestructuralmente socialista.

      Un segundo punto es la capacidad que tuvo de combinar en el entendimiento de la realidad el enfoque sincrónico con el enfoque diacrónico, propio de los pensadores latinoamericanos de su época, que sugiere la fuerza argumentativa que en la actualidad puede llegar a tener la utilización de la sociología histórica. Cuatro periodos de desenvolvimiento habían pasado y daban como resultante la realidad peruana vivida por Mariátegui; por tanto, no se podía entender esta última sin entender sus etapas de desenvolvimiento anterior. Es este particular enfoque lo que viabilizó en la investigación, por ejemplo, dar cuenta rigurosamente del surgimiento y trasegar del terrateniente y el latifundio en el Perú, sus posibilidades y caducidades para la época; o lo que le posibilitó explicar el desarrollo de la comunidad desde su nacimiento, su permanencia histórica y su manifestación “actual”, para ver cómo esta convertida en cooperativa era afín con el proyecto socialista en el Perú.

      Un tercer punto, a propósito del debate actual sobre la insuficiencia monodisciplinar para dar cuenta de manera abarcadora de los diferentes objetos de investigación, fue el ejercicio transdisciplinar que realizó en el estudio del Perú, común a los ensayistas latinoamericanos de su época, el cual le permitió explicar el contexto social involucrando diferentes áreas del conocimiento. Analizó histórica, económica, política y sociológicamente los cuatro periodos de desenvolvimiento de la sociedad peruana enunciados, sus transiciones, rupturas y permanencias, y proyectó de la misma forma el desarrollo de la alternativa socialista, teniendo en cuenta simultáneamente en general la relación de lo exógeno con lo endógeno, es decir, el transcurrir del Perú en su relación con el mundo.

      De la misma manera, el análisis que propuso evidenció la coexistencia de diferentes modos de producción, donde puede haber uno predominante, superando la racionalidad monista con la que generalmente se cercena la realidad que se tiene por objeto de indagación. Producto de su examen histórico, Mariátegui mostró para la realidad peruana de la época la coexistencia de tres economías: feudal, comunista indígena y capitalista, donde era dirigente la iniciativa capitalista bajo subordinación imperialista. Sin esta singular lente le hubiera sido imposible dar cuenta completamente de la situación presente, y, por tanto, la formulación de una solución a las problemáticas que esta manifestaba, es decir, su proyecto socialista.

      En la misma vía, se encuentra la utilización que hizo del concepto de clase, relacionándolo dentro de las realidades latinoamericanas con cuestiones étnico-raciales. Destacó el carácter de raza de las clases obrera y campesina explotadas y oprimidas, y su potencial solidario y cooperativo para la edificación de un orden socialista en el Perú. Equivalentemente, explicó la élite blanca terrateniente burguesa y dominante, afín económica, cultural y políticamente más con el capital extranjero y el extranjero dominante que con sus “connacionales” desprestigiados y extraños por su condición de clase y raza. Queda enunciada la inquietud si puede ser demostrable dicho relacionamiento de estas variables en la actualidad o en algún caso histórico haciendo referencia,

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