La oposición al franquismo en el Puerto de Sagunto (1958-1977). Maria Hebenstreit

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La oposición al franquismo en el Puerto de Sagunto (1958-1977) - Maria Hebenstreit Història i Memòria del Franquisme

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de un viejo compañero y activista clandestino de su sección y había sido integrado paulatinamente en la organización de la protesta laboral colectiva. Ahora, a consecuencia de la gran resonancia de las fuertes oleadas huelguísticas de 1965, un compañero había animado a J., que tenía un cierto talento como escritor y todavía no resultaba sospechoso a la policía, a escribir una carta a Radio Pirenaica que transmitiera a los redactores y oyentes una imagen del ambiente de lucha que imperaba entre los habitantes de la ciudad obrera. El escrito, lanzado por J. finalmente a un buzón de la estación de Sagunto, dando múltiples rodeos, acabó llegando a la redacción en Bucarest y se encuentra actualmente en el Archivo del PCE en Madrid, en el cual puede consultarse su original manuscrito.4 La carta destaca por su estilo, de inusual exuberancia y rebosante heroicidad. Bajo el pseudónimo Joan de l'Horta, supara nosotrosdesconocido autor compuso un canto heroico a las luchas obreras sin parangón de los años precedentes que remontaba en una línea de tradición directa hasta los hechos heroicos de la resistencia saguntina a través de la historia: desde el legendario sitio que los cartagineses de Aníbal habían sometido a la ciudad durante ocho meses, pasando por la participación en la rebelión de las Germanies en el siglo XVI hasta llegar a la propugnación de la Constitución de Cádiz de 1812 y la lucha contra la ocupación napoleónica. Las fórmulas utilizadas presentan inconfundibles paralelos estilísticos con la primera gran obra de la historia antigua de Sagunto, escrita por el cronista Antonio Chabret y publicada por primera vez en 1888. En el prólogo de esta crónica, situada totalmente en el ambiente de exaltación nacional y de entusiasmo por la historia antigua propio de la época de su aparición,5 se afirma:

      ¡Sagunto! No hay nombre más ilustre en la historia de España, ni que haya tenido mayor resonancia en todas las edades. Más de veinte siglos han pasado desde que cayó la ciudad heroica, envuelta en las llamas de incendio, anonadada, pero no rendida; y aún está presente y viva en nuestra imaginación aquella catástrofe gloriosa.6

      El ejemplar comportamiento de los habitantes de Sagunto, que prefirieron morir antes que entregarse a los invasores, había recibido, con el apoyo de la arqueología y de la historiografía, una interpretación simbólica que veía en la resistencia contra Aníbal un primer paso esencial en la formación de la identidad nacional española; un discurso del que posteriormente harían uso también la República y la dictadura franquista.7 Sin embargo, el mito nacionalizador del valiente saguntino, cuya ejemplaridad y amor por la libertad trazaban una línea de continuidad a través de los siglos, resultaba también apropiado para una reinterpretación en el sentido del movimiento de oposición contra la dictadura. Como símbolo de la lucha contra los «tiranos y opresores» no se erguían ya los muros defensivos del antiguo castillo, sino los altos hornos de la planta siderúrgica. Con su referencia a la gloriosa historia de la ciudad el informante de Puerto de Sagunto esbozaba una línea de continuidad con las protestas obreras, las cuales como las históricas luchas de liberación tendrían un efecto ejemplarizante para otros centros industriales y que debían otorgar a la ciudad una funciónen el plano ideal pero también en el prácticodirectriz en la resistencia organizada de la región. A la vista de los grandes éxitos alcanzados por el movimiento obrero saguntino en la organización de las huelgas intensivas durante el periodo 1961-1965, dichas expectativas se encontraban entonces muy extendidas entre los activistas antifranquistas de Valencia pero, como será expuesto a lo largo del presente trabajo, no podrían llevarse a término en el plano real. Pese a los numerosos intentos por parte de los partidos clandestinos, especialmente del PCE, de estrechar los lazos organizativos entre los movimientos de resistencia de Puerto de Sagunto y sus estructuras regionales y nacionales, y de convertirlo en el motor de la oposición valenciana, ello sólo fue posible de forma muy limitada. La razón radicó en la singularidad del movimiento obrero en el microcosmos de una localidad industrial dominada por la omnipresente fábrica. Sin embargo, o precisamente quizá por ello, se desarrolló de forma paralela, como sería también el caso de la España del final de la década de 1960, una serie de grupos de resistencia alternativos que incluirían grupos de población más allá de los trabajadores.

      Notes

      1 AHPCE Madrid, Correo de la Pirenaica, 190/14, Rf. 43, 1965.

      2 No conocemos al obrero por su nombre real y tampoco sabemos nada más sobre la vida. Los acontecimientos aquí descritos son una reconstrucción a partir de los informes de testimonios de la época así como del contenido de la carta conservada en el Archivo del PCE

      3 Luis zaragoza Fernández, Radio Pirenaica, La voz de la esperanza antifranquista, Madrid, Marcial Pons, 2008, pp. 338 y ss.

      4 AHPCE, Madrid, Correo de la Pirenaica, 190/14, Rf. 43, 1965.

      5 La instrumentalización del mito «Sagunto» para la formación de la identidad nacional española había llevado ya dos décadas antes, en 1868, a la decisión oficial de sustituir el nombre medieval de la ciudad, Murviedro (literalmente «Muro viejo»), por el de Sagunto.

      6 (Teodoro Llorente, 1888), Antonio Chabret, Sagunto. Su historia y sus monumentos, tomo 1, 1ª edición, Tipografía de los Sucesores de N. Ramírez y C. barcelona, 1888, p. Vii.

      7 El discurso de la heroica resistencia sería posteriormente recogido por el filólogo español Menéndez Pidal, quien designaría Sagunto como «cuna de la Hispanidad». Para la discusión sobre la instrumentalización de la historia saguntina en la historiografía, véase Carmen Aranegui Gascó, Saguntum, Oppidum, emporio y municipio romano, barcelona, Ediciones bellaterra, 2004, pp. 28-32.

      El presente libro está centrado en las diversas formas de la oposición activa y pasiva en el núcleo industrial de Puerto de Sagunto entre los años 1958 y 1977, una época marcada por el crecimiento económico y la consolidación, pero también por crecientes conflictos sociales y políticos. No obstante, pese a su referencia local este trabajo no está limitado al estrecho foco de una única ciudad, sino que en él se trata de investigar a partir de un caso concreto la aparición de grupos opositores y de protesta social, para luego contrastar los resultados de dicho análisis con el desarrollo del conjunto de España. El ejemplo de Puerto de Sagunto resulta interesante porque en esta localidad se puede observar en un espacio bien delimitado el desarrollo de la moderna sociedad industrial española y el surgimiento de redes sociales de inmigrantes. Estas últimas son claves a la hora de entender la cultura de oposición de los años sesenta y setenta, así como la interacción entre el movimiento obrero y la resistencia popular en general. A través de su larga tradición como ciudad obrera, en Puerto de Sagunto existía, ya desde los inicios de las primeras iniciativas industriales de los fundadores vascos de la empresa, un fuerte activismo sindical y político. En las décadas de 1920 y 1930, sobre todo durante la crisis económica mundial, la CNT dominó y controló las numerosas huelgas. En los años de la guerra civil un comité de trabajadores asumió temporalmente la dirección de la producción de los altos hornos al servicio de la República. La omnipresencia de una única y gigantesca fábrica que daba trabajo a una gran parte de la población laboral masculina tuvo consecuencias sumamente variadas y de largo alcance para las estructuras sociales y urbanas: la ciudad se encontraba prácticamente en una situación de «tiránica dependencia» con respecto de toda la actividad industrial de aquélla. Las crisis económicas o las fases de crecimiento tenían una repercusión directa en la evolución demográfica y la ampliación del trazado urbano, mientras que la zona industrial y los espacios de población humana se encontraban intrínsecamente unidos y se superponían entre sí. En el mismo sentido la existencia de la fábrica influía también en la oposición (y en su historiografía): a primera vista el movimiento obrero en la fábrica, bajo una fuerte influencia del PCE, no parecía dejar espacio alguno para el surgimiento de otros grupos de protesta o partidos clandestinos. Pero, pese a ello, en los últimos años del régimen franquista había un amplio paisaje de grupos de resistencia popular y obrera más allá

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