Historia de la sociabilidad contemporánea. AAVV
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HISTORIA DE LA SOCIABILIDAD CONTEMPORÁNEA
DEL ASOCIACIONISMO A LAS REDES SOCIALES
HISTORIA DE LA SOCIABILIDAD CONTEMPORÁNEA
DEL ASOCIACIONISMO A LAS REDES SOCIALES
Ramon Arnabat y Montserrat Duch, coords.
UNIVERSITAT DE VALÈNCIA
Este libro forma parte de los proyectos de investigación SGR091930 AGAUR Generalitat de Catalunya «Ideologia i societat a la Catalunya contemporània» y HAR2011-28123 MINECO «Los espacios y la memoria de la sociabilidad popular en la Cataluña contemporánea».
Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso previo de la editorial.
© Del texto, los autores, 2014
© De esta edición: Publicacions de la Universitat de València, 2014
Grupo ISOCAC-URV
Con la colaboración de: Fundació Mútua Catalana
Universitat Rovira i Virgili
Publicacions de la Universitat de València
http://puv.uv.es
Fotografía de la cubierta: © Arxiu Antoni Pineda
Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera
Fotocomposición, maquetación y corrección: Communico, C.B.
ISBN: 978-84-370-9612-4
ÍNDICE
Presentación: Sociabilidades contemporáneas Ramon Arnabat y Montserrat Duch (coordinadores)
Las Casas del Pueblo en el socialismo español Enrique Moral Sandoval
Sociabilidad agraria en la Cataluña contemporánea Antoni Gavaldà
Franquismo y espacios de sociabilidad Elena Maza Zorrilla
Asociacionismo y participación política de la juventud catalana Enric Prat Carvajal
Solidaridades en el postfordismo Montserrat Duch Plana y Xavier Ferré Trill
SOCIABILIDADES CONTEMPORÁNEAS
Ramon Arnabat y Montserrat Duch
LAS DOS RUPTURAS
En el largo proceso del asociacionismo y las sociabilidades contemporáneas europeas hay dos momentos clave en su evolución y ruptura, directamente relacionados con los cambios económicos y sociales que se producen alrededor del taylorismo o fordismo. Matizados, naturalmente, por los marcos nacional-políticos que se mueven entre la democracia y la dictadura.
El primer momento corresponde al proceso de industrialización y de división técnica y social del trabajo que originó una polaridad social, a la vez que una formalización de las relaciones sociales y de poder. En este contexto tenía cabida la reproducción de marcos asociativos autónomos, y también de conceptos antinómicos de solidaridad. La comunidad, como ámbito de relaciones horizontales y recíprocas, fue sustituida por la asociación, de carácter contractual institucionalizado (Tönnies, 1984). En esta transición, la cultura hegemónica era exponente de la dialéctica entre clases que se manifestaban en el ámbito político. Por lo tanto, el nuevo poder coercitivo organizado y legitimador del modelo de la sociedad del capitalismo industrial fordista estableció los parámetros educacionales y formativos que legitimasen el continuo de cohesión social. Cada tipo organizativo correspondía a un imaginario intelectual de clase.
La identidad contemporánea entre la ideología dominante y sus redes de transmisión cultural explicaba, precisamente, la emergencia de una concepción del mundo que se quería alternativa al patrón hegemónico burgués industrial (y agrario). Fue en este proceso, en el tránsito de la modernidad a la contemporaneidad, cuando se estableció el asociacionismo comunitarista de distinta formulación política estratégica. Es decir, una pluralidad de formulaciones de culturas políticas en función de cada organización entendida como intelectual orgánico (Pye y Werba, 1965). En este sentido, la sociabilidad, como espacio organizativo y de construcción de identidades sociales, se correspondía a la autoorganización cultural de la clase subalterna.
El tiempo libre era, en este sentido, un valor optimizado en la culturización heterónoma, es decir, con una orientación a identificar al sujeto con su propio ámbito de relación y condición social. En definitiva, no se trataba tan solo –cuando se hablaba de sociabilidad– de apelar al ámbito intermedio entre Estado e individuo, sino de analizar cómo se sustantivaba este tercer espacio en cuanto a unos modelos de interpretación de la realidad. El patrimonio cultural ateneístico, cooperativo, sindical, deportivo, lúdico, bibliográfico (revistas, ensayos, periódicos) concretaba la «técnica», el proceso de definición de una cosmovisión transformadora a modo de decodificación de un tipo de orden social establecido (Williams, 1974).
Una parte de los textos aquí publicados se enmarca en la sociedad fruto de la producción taylorista y en el surgimiento de la cultura de masas (eclosión de medios de comunicación). Otros trabajos se sitúan en un marco internacional, fundamentalmente europeo, que en el primer tercio del siglo pasado proyecta experiencias sociopolíticas y culturales –desde las vanguardias y las nuevas estéticas revolucionarias a un nuevo modelo higienista y de urbanización –que son acumuladas en la experiencia de las clases subalternas: proletariado industrial y pequeña burguesía. Este hecho no es accesorio, porque tanto la sociología comprensiva de Max Weber (1964), como los estudios de Werner Sombart (1998) sobre la burguesía, y la implantación del análisis y praxis