Álvaro Obregón. Jorge F. Hernández
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Lo significativo del pasaje anterior es, sin duda alguna, el nuevo impuesto sobre producción de petróleo crudo que las autoridades de Veracruz ahora reclamaban a El Águila. ¿Podría considerarse la imposición de la nueva carga fiscal como parte de una estrategia de Tejeda para obligar a la compañía a aceptar sus términos en las negociaciones? Era más que eso, considerando que el impuesto relativo a la producción era materia exclusiva de legislación federal. Ya en 1916, Carranza había declarado nulas las leyes o disposiciones que hubiesen dictado o dictaran los gobiernos de los estados en el ramo de fomento, incluyendo el petróleo. [110] ¿En su intento por conseguir que las compañías petroleras cedieran parte de su riqueza al erario estatal, Tejeda estaba trasgrediendo las disposiciones del gobierno central, aun cuando esto podría desatar un conflicto entre jurisdicciones? Ciertamente, pero la aparición del impuesto sobre producción dentro de las nuevas demandas del gobierno veracruzano evidenciaba la intención del poder federal de obtener recursos con que solventar sus propios gastos. Obregón estaba enfrentando serios problemas presupuestales para llevar a cabo el programa de reconstrucción nacional, el cual dependía, en gran medida, del ordenamiento de las finanzas públicas y del sistema bancario. [111] Como las compañías petroleras norteamericanas se negaron a pagar más impuestos, la opción del gobierno federal fue una alianza con Tejeda en su lucha legal contra El Águila. De esta manera, la interposición de jurisdicciones desapareció de facto. [112]
Entre julio y agosto, Tejeda sostuvo varias reuniones con Obregón en la Ciudad de México. Según los informes de un empleado de la compañía, el presidente se había retirado definitivamente como árbitro y aconsejaba al gobernador aplicar más medidas coercitivas. [113] Hasta donde se sabe, Obregón también utilizó sus influencias en la Suprema Corte para que ésta pospusiera su fallo definitivo sobre el juicio de amparo y Tejeda pudiera ganar tiempo para reanudar las negociaciones con El Águila. [114] Por su parte, el gobernador, siempre por medio de las tesorerías municipales, seguía de cerca las operaciones de la compañía y continuaba su febril programa de embargos.
El arreglo definitivo entre la empresa y el gobierno del estado llegó un poco más tarde, después de que la tesorería del municipio de Veracruz intervino todas las instalaciones y el equipo de la compañía el 8 y 11 de octubre. Para el día 20, Rodolfo Montes y los representantes del gobierno veracruzano elaboraron un compromiso de acuerdo que fue aprobado unos días después por Obregón. El gobierno y los municipios de Veracruz aceptaron levantar todos los embargos practicados hasta el 1 de octubre de 1921 y dieron por pagados los impuestos “de todo género” que tuviere que enterar la compañía hasta el 31 de diciembre de ese año. A cambio de ello, El Águila depositó en las arcas federales 1’070,548 pesos, de los cuales 708,000 correspondieron al estado de Veracruz. Además, la compañía se comprometió a pagar a las autoridades locales el impuesto de patente sobre una cotización fija de alrededor de 200,000 pesos anuales a partir de 1922. El acuerdo fue ratificado por la legislatura local en noviembre y al mes siguiente la compañía recibió todos sus bienes del puerto de Veracruz. [115]
Realmente, el acuerdo representó, por un lado, una solución práctica y de carácter retroactivo al problema de los impuestos; sin embargo, por otra parte, era el comienzo de una nueva política fiscal que reclamaba para el gobierno estatal el derecho de participar de la riqueza generada en su jurisdicción. Dicha política no estuvo exenta de complicaciones posteriores que, inclusive, implicaron un conflicto abierto con los poderes federales. Durante los siguientes años, el gobierno radical de Tejeda promulgaría nuevos impuestos a la industria petrolera que romperían nuevamente con los esquemas hacendarios de centralización y de participación de los gobiernos locales. [116]
Del acuerdo al que llegaron el gobierno de Veracruz y El Águila, en el cual la participación del presidente Obregón fue importante, podemos desprender algunos aspectos generales de las relaciones entre gobierno y compañías petroleras que matizan las interpretaciones generales al respecto. Como se pudo observar no todas las compañías actuaron “coordinadamente” cuando el gobierno amenazaba sus derechos de propiedad. El Águila actúo separadamente y logró acuerdos más rápidos al negociar directamente con el gobierno de Veracruz, aunque nunca dejó de utilizar los mecanismos legales. Tampoco recurrió a la presión diplomática como arma principal. El gobierno de Veracruz consiguió participar significativamente de la renta petrolera, de hecho sería por algún tiempo el estado más beneficiado en ese sentido, conservando un grado de autonomía considerable. Por su parte, el gobierno federal pudo allegarse de fondos que necesitaba urgentemente dejando actuar libremente a Tejeda.
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