Breve historia de la Revolución. Mehran Kamrava
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MEHRAN KAMRAVA
BREVE HISTORIA DE LA REVOLUCIÓN
EDICIONES RIALP
MADRID
Título original: A Concise History of Revolution
© 2019 by Cambridge University Press
© 2021 de la edición española traducida por JOSÉ MARÍA CARABANTE
by EDICIONES RIALP, S. A.,
Manuel Uribe, 13-15, 28033 Madrid
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Realización eBook: produccioneditorial.com
ISBN (versión impresa): 978-84-321-5968-8
ISBN (versión digital): 978-84-321-5969-5
ÍNDICE
ESTUDIO PRELIMINAR. UNA APROXIMACIÓN FILOSÓFICO-POLÍTICA AL CONCEPTO DE REVOLUCIÓN
2. DE LA REBELIÓN A LA REVOLUCIÓN
Conclusión
3. DEL MOVIMIENTO SOCIAL A LA REVOLUCIÓN
Vulnerabilidad y colapso del Estado
Movimientos sociales
Conclusión
Liderazgo posrevolucionario
Institucionalización
La economía
Conclusión
Las sociedades posrevolucionarias
Cultura política
Disenso y oposición
Conclusión
CRONOLOGÍA DE LAS REVOLUCIONES
ESTUDIO PRELIMINAR.
UNA APROXIMACIÓN FILOSÓFICO-POLÍTICA AL CONCEPTO DE REVOLUCIÓN
QUIZÁ HAYA SIDO HEMINGWAY el que mejor ha reflejado la arremetida de una revolución, cuando en Por quién doblan las campanas recuerda el ajuste de cuentas que acontece en la plaza de un pueblo la mañana posterior a un levantamiento. Las masas mesiánicas aguardan a los caciques, con la ansiedad del público frente a los toriles, para ajusticiarlos. Y al final, después del proceso popular, al igual que el albero tras la faena, el empedrado de los soportales queda sanguinolento, enlodado, como un testigo mudo y horrorizado ante la venganza de la historia.
Es indudable que, en el mundo posmoderno, donde el transcurso del tiempo toma una velocidad de crucero y tiene algo de vaporoso, la revolución ha perdido su faz implacable. Sea como fuere, y pese a que el mayo del 68 nos enseñó que todos somos, en nuestro interior, revolucionarios en potencia[1], todavía predominan en el inconsciente colectivo los símbolos tumultuosos y ensordecedores de la Revolución francesa —la revolución por antonomasia—, por culpa de la cual nos imaginamos los levantamientos populares como torrentes o avalanchas irrefrenables.
El primero que se percató de que las revoluciones eran sucesos cósmicos, algo así como meteoritos plagados de posibilidades preparándose para chocar con la línea de flotación de un régimen caduco, fue el duque de La Rochefoucauld-Liancourt. Luis XVI, sin mucha preocupación, le interrogaba sobre la Toma de la Bastilla, preguntándole sosegadamente si era una revuelta. «No, majestad —cuentan que respondió—. Es una revolución». Agudeza le sobraba.
Pero