Breve historia de la Revolución. Mehran Kamrava

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Breve historia de la Revolución - Mehran Kamrava Historia y Biografías

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o no auténticas revoluciones. Según Bayat, «carecieron de un marco intelectual» y no tenían «un conjunto de ideas, conceptos y filosofías» que informaran «el subconsciente teórico de los rebeldes, influyeran en su visión o en la elección de estrategias y el tipo de líderes escogidos». Además, señala, carecían, en términos políticos y económicos, de radicalismo[8]. Por lo tanto, lo que ocurrió en Túnez, Egipto y Yemen no fue ni una revolución ni una reforma, sino lo que llama una “refolución”, es decir, un «movimiento revolucionario que surgió para conminar al Estado a hacer determinados cambios y poner en marcha reformas importantes en nombre de la revolución»[9]. «Por la movilización parecían revolucionarios, pero desde el punto de vista de lo que proponían, era movimientos de reforma», precisa[10].

      No se equivoca Bayat al preguntarse si lo ocurrido en el mundo árabe fue una revolución o algo diferente, es decir, situaciones de caos o inestabilidad, guerras civiles alimentadas por conflictos regionales preexistentes, maniobras de terceros países, etc. Es cierto que, solo teniendo en cuenta el factor temporal, los levantamientos árabes carecieron del alcance y duración de la revolución francesa o iraní. Pero la ausencia de “conceptos y filosofías” caracteriza a todas las revoluciones espontáneas y el supuesto secuestro de la revolución por parte de otros grupos es una habitual cuando unos obtienen el poder frente a colectivos que también lo desean. De la misma manera que los opositores laicos al régimen del Sha en Irán sintieron que el ayatolá Jomeini y sus secuaces se habían adueñado de la revolución, los activistas y miembros de los Hermanos Musulmanes y las fuerzas armadas egipcias se acusaron recíprocamente de hacerlo en la “Revolución del 25 de enero”. Fue ese día fatídico el momento culminante de lo que muy rápidamente se convirtió una revolución de enorme relevancia histórica. Pero el golpe de Estado de julio de 2013 por parte del general Abdelfatah El-Sisi restauró los antiguos principios que regían las relaciones entre el Estado y la sociedad, revocando las primeras reformas. En otros lugares, como Libia, Siria y Yemen, a las fracturas existentes entre la élite se añadió la intervención extranjera, lo que sumió al país en una guerra civil. Hablar en esos casos de revolución, tal y como empleamos aquí el término, no tiene mucho sentido. Solo en Túnez se puede decir que se llevó a cabo una transición con poca violencia, en términos comparativos, y se inició un proceso de negociación. El resultado, al menos por ahora, no se puede decir que haya sido menos revolucionario.

      Los siguientes capítulos presentan un marco teórico para el estudio de las causas, los procesos y los resultados de las tres categorías de revolución: las planificadas, las espontáneas y las negociadas. Los capítulos 2 y 3 se centran, respectivamente, en el estudio de las planificadas y las espontáneas. El capítulo 2 analiza tanto los medios como los métodos empleados por quienes aspiran a liderar la revolución, además de examinar los esfuerzos destinados a la toma del poder. Se concluye que, independientemente de su ideología, todas están motivadas por sentimientos nacionalistas hondamente arraigados, definen roles importantes para el liderazgo del grupo y del partido de vanguardia, y se canalizan mediante la lucha armada, la movilización de guerrilleros y la formación de un ejército de infantería revolucionario.

      El capítulo 3 se dedica al examen de las revoluciones espontáneas, teniendo en cuenta especialmente la vulnerabilidad y el colapso del Estado, una situación que ofrecen la posibilidad para la aparición, primero, de acciones dispersas y desorganizadas de protesta y oposición. Después se conforma un movimiento social que, con el efecto bola de nieve, da lugar a la movilización revolucionaria de la población. En ese proceso, con el tiempo y aprovechando las oportunidades que surgen, se decanta quiénes asumirán el liderazgo en el orden posrevolucionario. Una vez triunfa la revolución, el nuevo Estado no solo es diferente al anterior, sino que también adopta un papel y un perfil distinto tanto a nivel nacional como internacional.

      El capítulo 4 se centra en la estructura institucional y las prioridades del Estado después de la victoria. En concreto, veremos cómo los nuevos diseñan el aparato institucional para ejercer el gobierno y afrontar los desafíos tanto políticos como económicos que se presentan. La sociedad también cambia tras la revolución, adoptando una serie de características que no son solo resultado de su experiencia revolucionaria, sino fruto de las acciones y prioridades establecidas por el nuevo orden. El capítulo 5 analiza las relaciones entre el Estado y la sociedad después de la victoria. Las revoluciones liberan tensiones de sociedades sumidas durante mucho tiempo a regímenes dictatoriales y despóticos. La reacción más natural es aferrarse a los logros y libertades recién adquiridas, pero esto último no siempre casa bien con los intereses de quienes han heredado el poder. Lo que se produce no es siempre un tira y afloja entre el Estado y la sociedad, aunque es frecuente, sino entre esta y la pretensión del Estado de crear una nueva concepción de la ciudadanía acorde con los nuevos intereses políticos. En ese marco,

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