Cómo ser más inteligente. Néstor Braidot

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Cómo ser más inteligente - Néstor Braidot Colección Cerebro Vivo

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      El correlato entre los factores relacionados con la anatomía cerebral y la inteligencia se ha presentado en variaciones en el engrosamiento de la corteza cerebral o en la densidad de conexiones neuronales, entre otras manifestaciones.

      Al ser una función activa en la mente, la inteligencia puede desarrollarse y eso mismo sucede con el cerebro.

      La neuroplasticidad, es decir, la característica del cerebro de poder mejorar y moldearse, nos acompañará a lo largo de toda nuestra vida.

      En este sentido, un estudio realizado en 1989 sobre una muestra de 307 niños residentes en el barrio de Bethesda, en Washington, Estados Unidos, arrojó conclusiones reveladoras. El trabajo fue encabezado por Judith Rapoport, del Instituto Nacional de Salud Mental de dicho país.

      En esa ocasión se tomaron imágenes del cerebro de estos chicos durante su crecimiento. La experiencia se extendió por un período de diecisiete años.

      Los participantes que eran considerados “muy inteligentes” desarrollaron su cerebro con un patrón diferente. El tamaño de sus lóbulos frontales difería de aquellos cuyas habilidades cognitivas habían sido evaluadas como “promedio”.

      La investigación buscaba corroborar una hipótesis previa, según la cual algunas áreas del lóbulo frontal que se ocupan del pensamiento de mayor nivel tienen un tamaño más grande en personas más inteligentes.

      La conclusión de este trabajo, publicada en la revista Nature, indica que el cerebro de los niños más inteligentes es más moldeable o modificable y que, debido a la neuroplasticidad, estas divergencias podrían tener origen en otros factores, como estímulos intelectuales o emocionales que impactan en el período de crecimiento.

      Otro caso de investigación fue el relacionado con el cerebro de Einstein. Luego de su muerte, fue comparado con otros ochenta y cinco pertenecientes a individuos de similares características.

      Sin embargo, presentó diferencias notables en el sistema somatosensorial, en la zona prefrontal y en las cortezas parietal, temporal, occipital y motora primaria.

      Los lóbulos prefrontales del descubridor de la Teoría de la Relatividad mostraron un número de pliegues excepcional.

      Esto podría estar relacionado con su capacidad para resolver problemas, ya que abre la posibilidad de realizar más conexiones intraneuronales.

      Los hallazgos fueron publicados en la revista Brain por Dean Falk.

      Resta averiguar si estas características reveladas en el cerebro del premio Nobel de física de 1921 fueron incorporadas a través de la neuroplasticidad, si fueron resultante de factores adquiridos o si vinieron al mundo con él, es decir, si obedecen a cuestiones innatas.

      Darold Treffert definió como “síndrome de sabio” (savant) a las personas que demuestran algún talento o alguna competencia con un desarrollo extraordinario.

      Esto es independiente de que esa habilidad tenga una aplicación práctica (como ocurre con Messi y el fútbol) o no (gente capaz de decir qué día de la semana fue una determinada fecha elegida al azar o de realizar cálculos mentales con extrema rapidez).

      Además de indagar el origen neurofisiológico de sus extraordinarias capacidades, las investigaciones relacionadas con los savants experimenta con técnicas como la estimulación magnética transcraneal.

      ¿El objetivo? Descubrir si una persona normal puede convertirse, al menos en algún aspecto en particular, en un savant.

      El autismo es uno de los temas que más interés ha despertado en el estudio de la inteligencia relacionada con la anatomía del cerebro.

      Las personas que sufren algún trastorno del espectro autista tienen dificultades para relacionar sus propios movimientos con los que ven en los demás, para atribuir un estado mental o inferir una emoción en otra persona o para interpretar el tono de voz o las expresiones faciales. Además, evitan el contacto visual.

      Sin embargo, muchas presentan capacidades que sorprenden, apasionan y desvelan a la ciencia.

      Algunas memorizan una guía telefónica completa, otras desarrollan capacidades artísticas increíbles y normalmente pueden realizar cálculos matemáticos como lo haría una computadora: en segundos y sin errores.

      En 1988, Barry Levinson dirigió la película Rain Man, interpretada por Tom Cruise y un Dustin Hoffman que realizó una de las actuaciones más brillantes de su carrera.

      En el film, Cruise debe hacerse cargo de un hermano autista al que apenas conoce. Más allá de la trama, una escena en el casino resulta clave para entender las habilidades mencionadas.

      El personaje de Hoffman era capaz de “contar las cartas” en una mesa de juego con solo verlas una vez, lo que le daba una gran capacidad de prever qué saldría en el siguiente lanzamiento.

      No es pura ficción: la enorme capacidad de algunas personas autistas con los números siempre llamó la atención. Por eso la ciencia de la inteligencia puso el foco en ella: sus aplicaciones podrían colaborar con el desarrollo cerebral de individuos sanos.

      James Hemper Pullen, paciente autista, poseía habilidades excepcionales en escultura. La anatomía de su cerebro mostró un notable desarrollo de las regiones posteriores y una marcada atrofia de los lóbulos temporales y frontales

      Por otra parte, en el Centro para la Mente (asociado a la Universidad de Sídney, en Australia) se descubrió que mediante la estimulación magnética trascraneal es posible lograr que algunos individuos con limitaciones intelectuales logren comprender teorías científicas y adquieran conocimientos considerados complejos.

      Estas investigaciones tuvieron como punto de partida la curiosidad por el caso de personas autistas que destacaban por sus talentos específicos.

      Una de las hipótesis que se manejó fue que cuando una zona del cerebro no desempeña bien sus funciones porque está dañada o inhibida, otra comienza a soltarse, a desplegar sus habilidades.

      Esto pudo comprobarse: al aplicar la técnica de estimulación trascraneana para desactivar transitoriamente algunas zonas del hemisferio izquierdo (donde están los centros del habla), el 40 por ciento de los participantes adquirió habilidades intelectuales extraordinarias en tan sólo quince minutos.

      En conclusión:

      • La anatomía cerebral es muy importante para la inteligencia.

      • Una persona con un daño en sus lóbulos frontales no puede procesar rápidamente la información para hallar las relaciones entre los hechos.

      • En el caso de las personas sanas, las características físicas del cerebro constituyen “una base desde la cual se parte”.

      • Lo anterior se debe a que la inteligencia está determinada no sólo por el sustrato biológico, sino también por componentes adquiridos mediante estímulos emocionales, sociales y culturales.

      Inteligencia

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