Dios te salve, Reina y Madre. Scott Hahn

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Dios te salve, Reina y Madre - Scott  Hahn Patmos

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Hijo de Dios; a lo que respondió Ella: “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38). Y de la virgen nació Jesús, al que hemos demostrado que se refieren tantas Escrituras, por quien Dios destruye a la serpiente y a los ángeles y hombres que a ella se asemejan»[3].

      Al comparar y contrastar a Eva con María, Justino sigue las reflexiones de Pablo acerca de Cristo y Adán. San Pablo señala que «en Adán todos mueren», mientras que «en Cristo serán todos vivificados» (1 Cor 15, 22). «Adán fue hecho un ser viviente», mientras que «el último Adán fue hecho espíritu que da vida» (1 Cor 15, 45). Adán nos traspasó el parecido de familia mortal y terrena; Cristo nos hizo parte de una familia inmortal y celestial (1 Cor 15, 49).

      San Justino, por su lado, hace notar que Eva y María eran vírgenes; Eva concibió la «palabra de la serpiente», en tanto que María concibió la Palabra de Dios. Por providencia divina, concluye San Justino, la obediencia de María se convirtió en medio de deshacer la desobediencia de Eva y sus devastadores efectos.

      LA GUARIDA DEL LYON

      MEMORIAS DE ÁFRICA

      San Justino en Éfeso y San Ireneo en Francia podrían reivindicar que eran descendientes espirituales del apóstol San Juan. Por su parte, San Juan enseñaba desde una experiencia privilegiada, pues había vivido tres años junto a Jesús, y después, en los años siguientes, en la misma casa que la Virgen María. El cardenal John Henry Newman reflexionaba:

      Pero hubo otros, posiblemente al margen del ámbito de influencia directa de San Juan, que también vieron a María como la nueva Eva. Tertuliano —en el norte de África a principios del siglo III— habló de esta realidad con precisión:

      Esta precisión es aún más notable si tenemos en cuenta que su mariología, en otras áreas, es bastante confusa, errónea, y discrepa de las demás fuentes.

      La nueva Eva, por tanto, no es precisamente una lectura del Evangelio con innovaciones medievales o modernas. Más bien es una antigua y venerable tradición, transmitida —probablemente desde el mismo apóstol Juan— a través de los tiempos, que sería enseñada por San Justino, San Ireneo, Tertuliano, San Agustín, San Juan Damasceno, Santo Tomás de Aquino y muchos otros miles.

      Todos esos maestros percibieron claramente el mensaje de la nueva Eva. Es éste: obedeced a Dios, que es su Hijo, su Esposo, su Padre. «Haced lo que Él os diga». Los poetas medievales lo resumieron netamente señalando que el Ave del ángel Gabriel (el saludo latino) era el nombre de Eva al revés. Así también, se dio la vuelta a la inclinación a la rebeldía que Eva nos legó a sus hijos —a ti y a mí— y fue reemplazada con la disposición a la obediencia, que María quiere enseñarnos.

      [1] Sobre el tiempo de la narración en el Evangelio de Juan, cf. R. A. Culpepper, Anatomy of the Fourth Gospel: A Study in Literary Design, Fortress Press, Philadelphia 1983, pp. 53-75.

      [2] Para otros ejemplos, cf. 1 Re 19, 20; Gn 23, 15; Lc 8, 26-39; Mt 8, 28-34; Mc 1, 23-28; Lc 4, 31-37; Mc 5. Cf. también M. Miguens, Mary, «The Servant of the Lord»: An Ecumenical Proposal, Daughters of St. Paul, Boston 1978, pp. 109-129; Thor Strandenaes, «John 2:4 in a Chinese Cultural Context: Unnecessary Stumbling Block for Filial Piety?», en T. Fornberg y D. Hellholm, eds., Texts and Contexts: Biblical Texts in Their Textual and Situational Contexts, Scandinavian University Press, Oslo 1995, pp. 956-978.

      [3] Justino, Diálogo con Trifón, n. 100. Cf. exposición en Johannes Quasten, Patrología, vol. I, Edica, Madrid 1961, pp. 195-197; Luigi Gambero, Mary and the Fathers of the Church, Ignatius Press, San Francisco 1999, pp. 44-48 [traducción en G. Pons, Textos marianos de los primeros siglos. Antología patrística, Ciudad Nueva, Madrid 1994, p. 24].

      [4] Cf. Cardenal John H. Newman, The Mystical Rose, Scepter, Princeton, N. J., 1996, p. 20.

      [5] Citado en Quasten, Patrología, vol. 1, cit., p. 285.

      [6] Ireneo, Contra los herejes, 3, 22, 4 [traducción en G. Pons, Textos marianos de los primeros siglos, cit., p. 28].

      [7] Ibid., 5, 19, 1 [traducción en G. Pons, Textos marianos de los primeros siglos, cit., p. 30].

      [8] Demostración de la enseñanza apostólica,

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