Jesús, el Hijo de Dios. Ty Gibson

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Jesús, el Hijo de Dios - Ty Gibson

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palabras. “¡Vaya! Ya basta”, me dije. Así que, me detuve y me puse a editar lo escrito. No quería aburrir ni abrumar a nadie, así que reduje la cosa a 43.459 palabras (poco más de 46.000 en español). Esto ya es más manejable. De hecho, a una velocidad de lectura media de 200 palabras por minuto, puedes leerte este pequeño volumen en más o menos tres horas y media. Así que, no hay problema. Esto equivale a una tarde tranquila de domingo, y estoy seguro de que este tiempo valdrá la pena.

      Otra cosa sobre el título: sí, soy muy consciente de que “hijo” es una palabra generalmente referida a hombres.

      Hijas de Eva, después de todo lo que han pasado, quiero que sepan que han estado en mis pensamientos en cada frase a lo largo del camino. Por favor, tengan en cuenta a lo largo de esta exploración que todo lo que digamos con respecto a los hijos es igualmente aplicable a las hijas. A lo largo del relato bíblico, la filiación aparece como un mecanismo de alianza para seguir el rastro del linaje de Cristo. El punto es, mis queridas hermanas, que nadie está excluido de ninguna de las implicaciones gloriosas del tema bíblico de la filiación, aunque los hombres parecen estar excluidos de las representaciones bíblicas de la iglesia de Dios como mujer y finalmente como novia. Sin embargo, tanto los hombres como las mujeres están representados por la novia, y tanto las mujeres como los hombres están representados por la filiación.

      Estoy tan entusiasmado con Jesús, el Hijo de Dios que no puedo esperar a que me leas. Por favor, envíame un correo electrónico a [email protected] y hazme saber lo que piensas. Estoy orando para que las ideas que estás a punto de descubrir iluminen tu mente y te lleven a un nuevo nivel de comprensión bíblica.

      Por último, ya que se espera que cada libro tenga su introducción, aquí está la mía:

      Los niños tienden a saber más que los adultos, no en cantidad de conocimientos, sino en significado. A medida que nos hacemos mayores y “más inteligentes”, tendemos a olvidar aquellas cosas profundas que nadie ha tenido que decirnos. Así que, este libro es un guiño cómplice a aquel niñito que intuitivamente percibió lo esencial de la realidad cuando hizo aquella brillante pregunta de que: “Si hemos sido creados, eso significa que Dios estaba solo antes de que nosotros existiéramos; así que ¿cómo habría podido Dios ser amor en aquel entonces si no hubiese habido nadie a quien amar? Tal vez Dios nunca estuvo solo”.

      Precisamente, pequeño.

      “Algunos creen que el Hijo de Dios no puede ser Dios eterno en el mismo sentido que el Padre es Dios, o de lo contrario no sería llamado el Hijo”.

      Dos identidades

      ¿Qué quiere decir la Biblia cuando llama a Jesús “el Hijo de Dios”?

       Oh, ¡no! ¿Va a ser esto uno de esos aburridos ejercicios teológicos?

      Pues, no.

      En realidad, si aceptas seguirme en este corto viaje hasta el final, te aseguro que la recompensa valdrá la pena. Puede que incluso te conmueva profundamente la belleza del carácter de Dios y te asombre la extraordinaria genialidad del texto bíblico. Incluso si encuentras aburrida a primera vista la pregunta anterior, te prometo que el tiempo que vamos a pasar juntos no te aburrirá en lo más mínimo.

      En primer lugar, debes saber que esta pregunta ha desafiado a los estudiantes de la Biblia durante casi dos mil años. No es una nuez fácil de romper. Los eruditos en teología siempre han estado intrigados y desconcertados por este tema. Y es fácil ver por qué. Apoyándose en la premisa bastante convincente de que la Biblia llama a Cristo “el Hijo de Dios”, diversas voces han surgido a lo largo de la historia de la iglesia, insistiendo en que, para llevar con propiedad un título como ese, él no podría preexistir sin un punto de comienzo, ni podría coexistir eternamente junto a un Dios de quien es “Hijo”. La lógica, insisten, impide que un hijo coexista cronológicamente desde siempre con su padre.

      Difícilmente puedas rebatir ese argumento. Nuestra comprensión normal del término “hijo” incluye la noción de nacimiento, y la Escritura dice que Jesús fue “engendrado” y que nació. De modo que, normalmente, ser “hijo” implica un punto de origen, un comienzo. Si Jesús es llamado “Hijo” de Dios, ¿no se deduce que debió haber sido engendrado por Dios y que, por lo tanto, tiene un punto de partida como persona distinta del Padre? Es indiscutible que esta perspectiva tiene su lógica.

      Así que, quiero decirles a los partidarios de este punto de vista que no van encontrar de mi parte ninguna actitud irrespetuosa o despectiva. Yo estoy de parte de los estudiosos que usan su cerebro. Como dijo Galileo, “no me siento obligado a creer que el mismo Dios que nos ha dotado de sentido común, razón e inteligencia pretenda que renunciemos a su uso”. Felicito a quienes procuran ser lógicos y coherentes.

      Pero, sobre la base de su honestidad y lógica, les pido que tomen en serio lo que vamos a explorar sobre el tema, porque creo que van encontrar profundamente convincente el enfoque de este libro. De hecho, me atrevo a afirmar que lo que estamos a punto de descubrir acerca de la filiación de Cristo es una verdad tan obvia que, una vez que la veas, no podrás perderla de vista. Soy consciente de que esta es una gran pretensión para este pequeño libro, pero, por favor, permíteme que lo intente lo mejor que pueda, al acompañarme hasta la última página. Y haz lo que quieras, pero no te saltes nada. Sigue el texto en orden, porque, en nuestro tratamiento del tema, cada pieza de cada cuadro es vital para comprender la siguiente, y esta para la siguiente, y así sucesivamente hasta el final.

      No importa quién seas, ni la posición que hayas tomado acerca de la filiación de Cristo, sin duda has percibido la tensión y la complejidad del tema, tratando de encontrar sentido a dos afirmaciones bíblicas aparentemente contradictorias.

      Por un lado, la Biblia llama a Jesús “el Hijo unigénito de Dios” (Juan 3:16) y describe que él ocupa una posición subordinada al Padre (Juan 14:28; 1 Cor. 15:27, 28).

      Por otro lado, la Escritura también dice que Jesús es “en forma de Dios”, insistiendo en que él comparte “el ser igual a Dios” (Fil. 2:5, 6) y que él es quien “hizo” todas las cosas que fueron “hechas”, situándolo, por contraste, en la categoría de los seres no creados (Juan 1:1-3). Cristo es llamado incluso “Padre eterno” (Isa. 9:6), el eterno “yo SOY” (Éxo. 3:14; Juan 8:58), y “el Todopoderoso” (Apoc. 1:8).

      La tensión entre las dos identidades salta a la vista.

      La solución debe ser coherente con ambas afirmaciones… y digna de nuestra admiración.

      “A muchos cristianos se les ha enseñado a abordar la Biblia como si fuera un libro de texto, suponiendo que funciona como una enciclopedia, usándola para construir una serie de declaraciones teológicas”.

      Leer la Escritura en sus propios términos

      Tengo la impresión de que nuestro empeño en luchar para dar sentido a la noción de filiación aplicada a Cristo se debe a una lectura selectiva y estrecha de las Escrituras que ignora la historia general del libro. No es que nadie tenga la intención de leer la Biblia selectivamente o con un enfoque estrecho. A la mayoría de los cristianos se les ha enseñado a abordar la Biblia como si fuera un libro de texto sobre doctrinas, suponiendo que funciona como una enciclopedia, usándola

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