El hacktivismo una redefinición de la acción política. Luis Fernando Sánchez Huertas
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Respecto a la metodología de investigación, he buscado guardar coherencia con el tema y los problemas propios de la cibercultura, los cuales también se explican en dos planos. El primero está dirigido a las fuentes bibliográficas, en estricto sentido la hermenéutica de texto, y a la hora de poner en discusión a los autores referentes al tema se emplea el análisis comparativo en los términos de Sartori. El segundo se centra en el análisis de las fuentes digitales y de las acciones propiamente dichas de los hacktivistas; en este punto, en principio, propongo un análisis de caso que deviene en una “especie” de etnografía, pero en este caso una etnografía virtual.
El primer capítulo está centrado en la descripción del fenómeno hacktivista y su tipología. Hago uso de una etnografía en la red para destacar las acciones con mayor contenido político y para analizarlas inicialmente como un caso. Para llegar a la escogencia de las acciones y los hacktivistas más destacados, utilicé principalmente dos vías: en los motores de búsqueda, bajo la modalidad de búsqueda especializada, con los comandos hacktivismo, hacktivista y ciberpolítica construí una matriz de análisis desde agosto de 2010 hasta julio de 2015. Producto de esta matriz, analicé 1.257 archivos de noticias, enlaces de acciones y blogs. En la matriz destaqué hacktivistas, lugares físicos, si era el caso, y hechos puntuales. Mes a mes contrastaba estas acciones con informaciones en diarios y portales de noticias, y luego con redes de hacktivistas conocidos. En esto conté con el apoyo del Observatorio para la Cibersociedad (OCS) del que honrosamente soy miembro desde 2009.
En el segundo capítulo analizo, desde la perspectiva de un análisis de caso, las evidencias de activismos destacadas en publicaciones y con la perspectiva de la etnografía virtual, en particular las de los hacktivistas convocados por medio de redes sociales a debates en línea sobre temas propuestos. Estas evidencias se hacen visibles en el formato de tres de las redes sociales más populares en la actualidad: Facebook, Twitter e Instagram. Ambas clases de evidencias las ubico en el lugar real-virtual y las contrasto con el uso de la plaza pública en relación con la pantalla.
En el tercer capítulo, nuevamente, los planos real y virtual entran en discusión, para lo cual me sirvo de Žižek, Negri, Virilio y Rheingold, con la discusión de las multitudes inteligentes en el plano de la realidad y de la virtualidad. Cierra esta parte del trabajo con una reflexión sobre el nivel revolucionario de los hacktivistas desde la perspectiva de Arendt. Mediante la hermenéutica del texto, este capítulo desarrolla la teoría.
El cuarto capítulo reúne unas reflexiones de índole política, que se enmarcan tanto en el derecho constitucional como en la teoría constitucional, lo cual conduce al análisis del producto conceptual más importante del hacktivismo: el Manifiesto hacker, documento que contrasto con el Manifiesto digital y la Ética hacker.
Finalmente, el capítulo quinto afirma la hipótesis de una nueva versión de la política que, dada su novedad, deja abierta la posibilidad de una segunda forma de análisis del fenómeno del hacktivismo, desde la perspectiva de los dispositivos de control de Deleuze (1999) y Agamben (2007).
PARRESÍA DEL AUTOR
Este trabajo es el producto de una inquietud de varios años, que de manera paralela al crecimiento de Internet y sus lenguajes propios, en este momento constituye una preocupación 2.0 a una velocidad de sus problemas en 4G, con la necesidad de operarla en velocidades 3G.
Mi trabajo de grado para la obtención del título de pregrado analizaba el fenómeno de las comunidades virtuales desde la perspectiva de Huizinga, con los conceptos de juego y homo ludens. Hoy ya no hablamos de “comunidades virtuales” porque existen las redes sociales, cosa impensada en 2002. Y es que, sin duda, la velocidad de los cambios de la tecnología es no solo una de sus virtudes sino su esencia misma.
Por desgracia, si la velocidad del fenómeno que estudio se mide en gigas de información por segundo, la mía personal es lo más parecido a la de aquella figura empolvada del monje de scriptorium que, encorvado, hace hermenéutica del texto a la luz de una lámpara incandescente. Probablemente, y en esto acudo a Negroponte en una conferencia Ted (otra cosa impensable hace solo 20 años y tristemente desconocida por muchos en la actualidad), “lo que debemos hacer con la tecnología de Internet es asumir que en 30 años para la transmisión del conocimiento no debamos usar la vista tal y como la ha usado Occidente en dos eras, sino el gusto hasta ahora inexplorado para estos menesteres” (NEGROPONTE, 2014).
El suscrito, que aún se debate entre leer un libro impreso en hojas de papel de arroz y con cubierta en cuero debidamente ubicado en una biblioteca de madera o, por el contrario, por una décima parte del costo, leer un escrito elaborado ayer mismo por un profesor investigador a millas de distancia, haciéndolo en el iPad, el cual puede guardar miles de archivos en un espacio físico equivalente al de un cuaderno de notas, se pregunta: la digitalización de contenidos impresos, que se asimila a lo que en su momento era la impresión de libros (hasta entonces copiados a mano para no perder lo originalmente escrito siglos atrás o quizá solamente narrado), ¿es una simple mejora en la transmisión y reproducción del conocimiento o en nuestro cerebro activa rincones hasta ahora en blanco? Nuestros hijos hoy ven por primera vez un cuadro con múltiples colores y sonidos, pero sin percepción de profundidad, por ahora, y esto sin duda les presenta una realidad distinta a la nuestra; por ende, ellos son distintos a nosotros y su cerebro pensará cosas que nosotros no vemos.
La ciberpolítica, hecha por hacktivistas para influir en inteligencias colectivas a través de dispositivos electrónicos que no podemos comprender por la brecha tecnológica que nos separa, es un concepto que supera la política como hasta ahora la hemos problematizado, puesto que la atraviesa por la variable del tiempo prospectivo. Si bien las implicaciones del fenómeno hacktivista demandan ser analizadas tanto desde el tiempo como desde el espacio, este trabajo se enfoca en la variable tiempo como elemento resignificante de la política.
LOS HACKTIVISTAS
439. Cultura y casta. Una cultura superior únicamente puede surgir allí donde hay dos castas diferentes en la sociedad: la de los trabajadores y la de los ociosos, capacitados para el verdadero ocio; o en términos más categóricos: la casta del trabajo forzado y la casta del trabajo libre. El punto de vista del reparto de la felicidad no es esencial cuando se trata de la generación de una cultura superior; pero, en todo caso, la casta de los ociosos es la más capaz de sufrimiento, la que más sufre: su disfrute de la existencia es menor, su tarea mayor. Ahora bien, si se da un intercambio entre ambas castas, de modo que las familias e individuos más obtusos, menos espirituales, son degradados de la casta superior a la inferior y a su vez las personas más libres de ésta reclaman el acceso a la superior, se llega entonces a una situación más allá de la cual ya no se ve más que el mar abierto de deseos indeterminados. Así nos habla la voz expirante de los tiempos antiguos; pero, ¿dónde quedan oídos para oírla?
NIETZSCHE (2001)
449. Los aparentes hacedores del tiempo de la política. Así como el pueblo supone tácitamente en quien entiende el tiempo y lo predice con un día de antelación que él hace el tiempo, hasta los cultos y eruditos atribuyen con gran derroche de fe supersticiosa a grandes hombres de Estado todos los cambios y coyunturas que se producen durante su gobierno como su obra más propia solo con que sea evidente