Elementos históricos, políticos y militares para comprender las relaciones Colombo-Venezolana. Martha Ardila

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externas, por cuanto surge la necesidad de identificar un nuevo tipo de sistema político al que se le denomina “penetrado”, en palabras del mismo Rosenau. “Un sistema político penetrado es aquel en el cual los no miembros de una sociedad nacional participan de manera directa y autorizada, mediante acciones que se emprenden conjuntamente con los miembros de la sociedad, sea en la asignación de sus valores o en la movilización de apoyo en favor de sus objetivos” (Rosenau, 1994, p. 213). La diferencia del sistema penetrado con un sistema político internacional radica en que los no miembros influyen de manera indirecta y no autorizada en los valores de una sociedad, y en la movilización de apoyo en favor de sus objetivos, mediante acciones autónomas y no conjuntas. En cambio, el sistema político penetrado difiere de un sistema político nacional, en que los miembros de una sociedad no dirigen acción alguna hacia la misma y, por ende, no contribuyen de ningún modo a la asignación de sus objetivos ni a la consecución de sus metas.

      Con relación a la seguridad, es un concepto que tiene diferentes significados. Por su naturaleza dinámica, ha ido evolucionando con el paso del tiempo y variando de acuerdo con los enfoques teóricos, ya sean realistas, constructivistas, críticos o ampliacionistas, entre otras corrientes. La seguridad se considera como “la búsqueda de la libertad frente a las amenazas y la capacidad de los Estados y las sociedades para mantener su identidad independiente y su integridad funcional frente a las fuerzas del cambio que se perciben hostiles” (Buzan, 1991, p. 432). Además, la seguridad es una expresión esencialmente subjetiva, que se refiere a liberarse de preocupaciones y sentirse a salvo de cualquier peligro o daño que pueda ser infringido por otro. Esto es, que “se determina en gran medida por percepciones y no necesariamente por situaciones objetivas. Esta subjetividad explicaría hasta cierto punto por qué el concepto de seguridad ha sido usado en tantos campos diferentes” (Bárcena, 2000, p. 12).

      Análogamente, la seguridad es la “interacción entre fuerzas materiales y entendimientos intersubjetivos” (Hurrell, 1998, pp. 20-21), mientras que para Cepik (2001), es una acepción atemporal y abstracta que se caracteriza por tener unas condiciones deseables y aplicables en cualquier contexto o circunstancia. Al mismo tiempo, este autor sostiene que la seguridad está íntimamente ligada al campo militar, toda vez que es una condición relativa de protección, en la cual se es capaz de neutralizar amenazas identificables contra la existencia de alguien o de alguna cosa. Aún más, la seguridad es un concepto que se refiere al Estado y bajo ese enfoque “tiene que ser leído a través de la lente de la seguridad nacional” (Wæver, 1995, p. 49). En dicho sentido, la seguridad se ha ligado por mucho tiempo a la defensa del territorio contra la agresión externa. Igualmente, bajo la justificación de proteger los intereses nacionales en el ámbito de la política exterior o amparando la seguridad mundial, ante amenazas de carácter nuclear.

      Sin embargo, para Buzan, Wæver & de Wilde (1998), las amenazas no se limitan solo al ámbito militar, sino que también trascienden a los problemas de índole político, económico, social y ambiental. Seguridad también significa “ausencia de amenazas y emancipación es liberar a la gente (…) La emancipación, no el poder o el orden, produce la seguridad verdadera. La emancipación en teoría es seguridad” (Booth, 1991, p. 319).

      La anterior definición inspiró a la ONU, a partir de 1992, para explorar el concepto de seguridad humana a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Pnud, en su informe de ese año, debido a la necesidad de enfatizar en el individuo y no en el Estado, al considerar que el ser humano es el núcleo central y primer beneficiario de la seguridad. La seguridad humana, con sus diferentes usos, es ampliada por el Pnud en su informe anual de 1994, precisando que no es una preocupación por las armas, sino una preocupación por la vida y la dignidad humana. Del mismo modo, se puntualiza en que no debe equipararse la seguridad humana con el desarrollo humano, ya que es más amplio e implica un proceso donde la gente cuenta con una diversidad de opciones. En consecuencia, la seguridad humana significa que la gente puede ejercer esas opciones de manera segura y libre con la confianza que las oportunidades de hoy no desaparezcan en el mañana y básicamente se centra en cuatro características fundamentales: es una preocupación universal, sus componentes son interdependientes, la clave está en la prevención y su núcleo es el ser humano (Pnud, 1994, pp. 25-52).

      Dicho concepto se puede complementar con la reflexión de Rafael Grasa, sobre seguridad humana, entendida como una doctrina que combina, desde 1990, las agendas de paz, seguridad, desarrollo y derechos humanos, con las visiones más tradicionales de seguridad. Para ilustrarlo mejor, afirma que después de terminar la guerra fría, es indefectible que desde 1992 han disminuido los conflictos armados, pero perduran más de 120 guerras civiles y las guerras internas sustituyen las guerras convencionales. Son nuevas guerras6, con nuevos actores como el terrorismo o el crimen organizado (Grasa, 2007). No obstante, para este autor, el mayor obstáculo para que se adopte el concepto de seguridad humana lo constituye la enorme brecha que hay entre los países. En otras palabras, está intrínsecamente ligado a la crisis de desigualdad agravada a nivel mundial, al enfrentar la pobreza extrema con la riqueza extrema. Según Oxfam (2018), el 82% de la riqueza mundial generada en 2017 quedó en poder del 1% más rico de la población mundial, lo que contrasta con el 50% de la población más pobre que equivale a 3.700 millones de personas, que no obtuvo beneficio con ese crecimiento.

      En esta línea argumental, también es posible reflexionar en torno a tres campos de aplicación en función de la seguridad: seguridad nacional, seguridad ampliada y seguridad humana (Battistella, Petiteville, Venession, 2012, pp. 506-510). Para este estudio es de particular importancia el campo de la seguridad nacional, definido en 1948 por el diplomático estadounidense George Kennan, como “la capacidad continuada de un país para proseguir el desarrollo de su vida interna sin interferencia seria, o amenaza de interferencia de potencias extranjeras” citado por Laborie (2011, p. 1). A esta definición podemos agregarle la de los realistas, para quienes “la seguridad nacional hace referencia a la salvaguardia del Estado frente al daño físico” (Frasson-Quenoz, 2014, p. 29). Esto nos lleva a decir que el objeto de referencia es el Estado-nación, en un espectro donde los Estados se ven comprometidos a librar una lucha permanente que se soporta en el poder militar, con la finalidad de garantizar su soberanía, la integridad de sus territorios y velar por sus intereses nacionales. Para lograrlo, en un sistema internacional competitivo y anárquico, se hace necesario anteponerse a las amenazas armadas de los demás Estados, con la mirada fija en alcanzar el equilibrio de poder.

      En cuanto al campo de la seguridad ampliada, nace desde el mismo momento en que se reconocen las nuevas amenazas a la seguridad de los Estados y de las personas, ligadas a su complejidad y proliferación de una gran variedad de actores internacionales, estatales y no estatales, que requieren ser enfrentadas por las sociedades junto a las amenazas tradicionales dentro de un mundo globalizado cada vez más desarrollado y cambiante. Para Buzan, Wæver & Wilde (1998), el término seguridad ampliada no se limita a un concepto reduccionista tradicional, donde prevalecen las amenazas militares. Es decir, la seguridad hay que considerarla analíticamente bajo un ámbito global o regional amplio, en el que interactúan los sectores militar, político, económico, social y ambiental, con el objeto de encontrar unidades y valores característicos, donde la naturaleza de la supervivencia y la amenaza difieren. Esto es, que “la seguridad significa sobrevivir frente a las amenazas existenciales, pero lo que constituye una amenaza existencial no es lo mismo en los diferentes sectores” (Buzan et al., 1998, p. 27). Lo anterior equivale a suponer, según estos autores, que la redefinición del concepto de seguridad está asociada al incremento de la agenda de seguridad con la creciente densidad del sistema internacional y el manejo político que se le proporciona a la significación de seguridad ampliada.

      Los campos de aplicación en (Battistella et al., 2012), nos permiten visualizar la redefinición de la noción de seguridad en el período de la posguerra fría, al ser objeto de grandes debates por parte de reconocidos académicos, entre los que destacan: Buzan, 1991; Lipschutz, 1995, Krause & Williams, 1997; y Buzan, Wæver & Wilde, 1998. Tras finalizar la guerra fría, el debate ha girado en torno a tres aspectos tradicionales de la seguridad: “Primero, la idea de seguridad equivale a la seguridad nacional o la

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