Vía crucis con los santos. Pablo Cervera Barranco
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R/ Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
R/ Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí.
Santa Teresa de Jesús
V/ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo.
Palabra de Dios
Ef 2,4-7
Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo –por gracia habéis sido salvados– y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús, a fin de mostrar en los siglos venideros la sobreabundante riqueza de su gracia, por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Reflexión
Cuando el alma llega a no prestar atención a los halagos, todavía presta menos atención a las críticas. La crítica fortalece al alma, la cual va adquiriendo un amor particular y tierno cada vez mayor hacia sus perseguidores.
Su Majestad ha sido el libro verdadero adonde he visto las verdades. ¡Bendito sea tal libro, que deja impreso lo que se ha de leer y hacer, de manera que no se puede olvidar!
Oración
Padre bueno, concédenos la gracia de celebrar con fe los misterios de la pasión de tu Hijo Jesús, para que podamos así experimentar la grandeza de tu salvación. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
R/ Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
R/ Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí.
Santa Teresa del Niño Jesús
V/ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo.
Palabra de Dios
Mc 15,13-15
La gente volvió a gritar: «¡Crucifícale!». Pilato les decía: «Pero, ¿qué mal ha hecho?». Pero ellos gritaron con más fuerza: «¡Crucifícale!». Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado.
Reflexión
Al volver a mi celda, me preguntaba qué pensaría Jesús de mí, y al instante me acordé de aquellas palabras que un día dirigió a la mujer adúltera: «¿Ninguno te ha condenado?». Y yo, con lágrimas en los ojos, le contesté: «Ninguno, Señor... ni mi madrecita, imagen de tu ternura, ni mi hermana Sor San Juan Bautista, imagen de tu justicia, y sé muy bien que puedo irme en paz, ¡porque tú tampoco me condenarás...!».
Oración
Señor Jesucristo, que fuiste conducido al suplicio de la cruz por la redención del mundo, perdona, en tu bondad, nuestras culpas pasadas y presérvanos de las futuras. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R/ Amén.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
R/ Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí.
Beata Teresa de Calcuta
V/ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo.
Palabra de Dios
Mt 27,1-2
Llegada la mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte. Y después de atarle, le llevaron y le entregaron al procurador Pilato.
Reflexión
El pequeño niño que tiene hambre, que se come su pan pedacito a pedacito porque teme que se termine demasiado pronto y tenga otra vez hambre. Esta es la primera estación del calvario.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
R/ Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí.
San Juan Pablo II
V/ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo.
Palabra de Dios
Mc 15,13-14
¡Crucifícale! ¡Crucifícale!
Reflexión
La sentencia de Pilato fue dictada bajo la presión de los sacerdotes y de la multitud. La condena a muerte por crucifixión debería de haber satisfecho sus pasiones y ser la respuesta al grito: «¡Crucifícale! ¡Crucifícale!» (Mc 15,13-14, etc.). El pretor romano pensó que podría eludir el dictar sentencia lavándose las manos, como se había desentendido antes de las palabras de Cristo cuando este identificó su reino con la verdad, con el testimonio de la verdad (Jn 18,38). En uno y otro caso Pilato buscaba conservar la independencia, mantenerse en cierto modo «al margen». Pero eran solo apariencias. La cruz a la que fue condenado Jesús de Nazaret (Jn 19,16), así como su verdad del reino (Jn 18,36-37), debía de afectar profundamente al alma del pretor romano. Esta fue y es una realeza frente a la cual no se puede permanecer indiferente o mantenerse al margen.
El hecho de que a Jesús, Hijo de Dios, se le pregunte por su reino, y que por esto sea juzgado por el hombre y condenado a muerte, constituye el principio del testimonio final de Dios que tanto amó al mundo (cf Jn 3,16). También nosotros nos encontramos ante este testimonio, y sabemos que no nos es lícito lavarnos las manos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
R/ Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí.
II. ESTACIÓN: Jesús carga con la cruz
San Agustín
V/ Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo.
Palabra de Dios
Mt 27,27-31; Jn 19,17
Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte. Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura; y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!»; y después de escupirle, cogieron