La arquitectura religiosa de la improvisación. Jorge Martínez Pérez
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Aparte de los fines religiosos y actividades sustantivas propias de cada credo, las minorías religiosas cumplen funciones sociales, culturales y de identidad colectiva.
Las funciones sociales de los credos religiosos minoritarios no necesariamente están sustentadas en la aceptación de la diversidad y tolerancia, sino que pueden entrar en conflicto, y de hecho entran, con los valores predominantes de la sociedad y de grupos religiosos diferentes.
La convivencia religiosa, la diversidad y el respeto de la misma son valores que no se dan per se, sino que se necesita del esfuerzo y contribución de todos los actores en ellos implicados: la sociedad civil, las autoridades gubernamentales, los medios de comunicación y las distintas confesiones religiosas que coexisten en un determinado tiempo y espacio.
Trabajo de campo, etapas y métodos de trabajo
El presente es un análisis sobre 134 ARs y 159 ministros de culto no católicos en las localidades mencionadas. El trabajo de campo ha tenido tres etapas:
La primera ha sido la elaboración de un directorio de los lugares de culto. Dada la inexistencia de uno oficial y más o menos fidedigno, nos dimos a la tarea de conformarlo a partir de diversas fuentes: de un protodirectorio de la DAREZ, que contenía grandes ausencias, imprecisiones y duplicidades, pero que ya indicaba y apuntaba hacia algo. Del Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (DENUE) (INEGI, 2012) –directorio interactivo del INEGI– que muestra más de cuatro millones de establecimientos de actividad económica, su tamaño y ubicación geográfica, entre los que se encuentran también, para fortuna nuestra, asociaciones y organizaciones religiosas. De la información proporcionada por los presidentes de asociaciones religiosas, por los directivos de las distintas denominaciones y, en general, por cada uno de los ministros de culto que, conforme se realizaban las entrevistas, nos informaban si conocían otro centro de culto no católico perteneciente o no a su credo o denominación.
Tal directorio se iba estructurando con los siguientes datos: localidad, nombre del centro, calle, número, colonia, nombre del pastor o persona encargada y teléfono de contacto. Una vez obtenida la información, nos fue de suma ayuda la utilización del programa Google Earth, pues nos permitió identificar exactamente la ubicación del centro –o por lo menos la ubicación probable, ya que muchos habían cambiado de dirección o simplemente desaparecido– con lo que ahorrábamos mucho tiempo, esfuerzo y combustible. Establecíamos rutas críticas, porque sólo podíamos contactar a los pastores los domingos, y el tiempo para hacerlo era muy breve, ya que duraba poco más de lo que duran los cultos, entre dos y tres horas. Una vez contactados, repartíamos las citas a lo largo de la semana, pero no todo salía como lo planeábamos, puesto que algunas eran retardadas, postergadas o canceladas.
Procedíamos al relevamiento de la información a través de dos cuestionarios: uno para centros y otro para ministros,1 que sumaban entre ambos casi 100 reactivos. A la par, tomábamos fotografías del inmueble y, donde nos fue posible, de los cultos y pastores, para formar un archivo fotográfico con vistas a la elaboración del material sobre la tipología y la visibilización arquitectónica de los centros de culto. Salvo excepciones, se entrevistó al pastor principal acerca de su centro de culto, aunque en algunos casos, si no había pastor en el citado centro, se interrogó al encargado. Se realizaron las entrevistas también a todos los pastores señalados más arriba. Debemos mencionar que sólo en seis centros no pudimos obtenerla, pero en estos casos recopilamos la mayoría de ella por vía indirecta, aunque para el caso de los pastores pertenecientes a ellos, tal cosa no fue posible.
El estudio que aquí se presenta se basa en la recogida de datos a partir de los postulados teóricos arriba señalados, del enfoque etnográfico, y se estructuró a partir de trabajo de campo y técnicas cualitativas de la Antropología Social, como la observación y la entrevista etnográfica. Empezamos buscando todas las Asociaciones Religiosas (ARs) existentes en las localidades, pero de hecho sólo encontramos entidades religiosas que Montes y Martínez (2011) designan con el nombre de “Comunidades locales de culto” –la unidad más pequeña de una confesión religiosa– que, a diferencia de las primeras, no son asociaciones de tipo cultural sino eminentemente cultual. Aclarado lo anterior, aunque utilizamos el término AR, nos referimos con él, más precisamente, a entidades religiosas de culto, que pueden ser independientes, Sin Sociedad Religiosa (SSR) o que dependen de una sociedad religiosa, como puede ser el caso de todas y cada una de las IJSUD, por ejemplo. También se realizaron dos entrevistas a sendos presidentes de las únicas “Federaciones” religiosas, que podríamos llamarla protofederaciones, porque aunque en esencia apuntan hacia allá, en la práctica son muy pequeñas y su papel y funciones bastante limitadas. Así mismo, se ha censado a todo el universo delimitado y no sólo una parte, independientemente si las ARs estaban o no registradas oficialmente.
La segunda etapa consistió en la captura de toda la información a través del programa Excel, de Microsoft, a partir del cual elaboramos y formateamos todos los cuadros que aparecen a lo largo de la obra. Pero simultáneamente se realizó un constante análisis, verificación, cotejo y validación de la información de campo, puesto que en muchos casos los informantes no manejaban datos precisos, como, por ejemplo: el nombre exacto de la federación a la que dijeron pertenecer, de la sociedad religiosa, del origen de su fundador, del origen del grupo, la existencia o no del registro ante la DGAR, la pertenencia o no a determinada sociedad religiosa, la existencia o no de página web de la misma, etc., de manera que siempre fue un constante ir y venir entre los cuestionarios aplicados, las consultas en internet, en la literatura de apoyo y en los datos capturados, siendo siempre verificados –de ser necesario, corregidos– y sólo hasta que una información estaba totalmente comprobada se laboraba a partir de ella para la redacción del trabajo final.
Sobre los criterios de clasificación de las confesiones en el cuestionario, se procedió a dar primacía a la autoclasificación, es decir, al nombre de la denominación que los mismos entrevistados dijeron pertenecer, pero cuando ésta era muy laxa y, sin embargo, evidente su no pertenencia a ella sino a otra, se les incluyó en la última. Aun así, existieron casos en los que no estaban claros los criterios de autoclasificación ni existían suficientes indicios para la heteroclasificación. Esto se presentó, sobre todo, en la genérica denominación “evangélica”, de forma que ahí quedaron tales casos.
Cabe hacer mención que para determinar el GMU de los distintos centros de culto, utilizamos el estudio que sobre el mismo realiza el Consejo Nacional de Población (Conapo, s.f.) pero debimos empatar la información con un mapa del INEGI sobre cada una de las localidades. Cada mapa contenía el total de las AGEB2 (Área Geográfica Estadística Básica) y su número por localidad, pero no el grado de marginación de los mismos. Nuestra labor consistió en ubicar a todos y cada uno de los 134 centros en el AGEB, manzana y calle respectivas y determinar, en base a la información de Conapo, el GMU. Así es como hicimos la correlación del número de centros de culto y su grado de marginación urbana. Como producto, también se realizó un directorio preciso3 que contiene los nombres de los centros de culto, el grupo religioso al que pertenecen, el domicilio, la colonia, el código postal, el GMU, el AGEB y la localidad.
Se depuró y ordenó el archivo fotográfico por localidad y se procedió a homogeneizar el nombre del centro de culto, pues con frecuencia el nombre oficial difería del anuncio en la fachada –cuando lo había–, dándosele preeminencia al primero.
La tercera etapa fue de profundización a través de la investigación bibliográfica, estadística y cartográfica, de sustentación teórica y de redacción del trabajo final, que nos permitió llegar a las conclusiones obtenidas de cada uno de los aspectos, producto de nuestro interés, y que presentamos como necesarios e interesantes para conocer las principales características de todas las denominaciones no católicas en las localidades estudiadas.
Finalmente, se concluyó con la redacción del presente trabajo. Repetimos que el objetivo fue censar a todos los centros