De Piñera a Boric.. José Joaquín Brunner
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Encuesta Cadem 2021
A pesar de la violencia y la desestabilización política propiciada por la izquierda más radical, los resultados dieron un sorpresivo primer lugar al candidato José Antonio Kast.
Resultados primera vuelta presidencial:
Gabriel Boric | 1.815.024 (25,8%) |
José Antonio Kast | 1.961.779 (27,9%) |
Yasna Provoste | 815.563 (11.6%) |
Sebastián Sichel | 898.635 (12,7%) |
Eduardo Artés | 102.897 (1,4%) |
Marcos Enríquez-Ominami | 534.383 (7,6%) |
Franco Parisi | 900.064 (12,8%) |
Total: | 7.114.318 |
Con este resultado, el miedo se apoderó esta vez de la izquierda a tal punto, que en la segunda vuelta presidencial no solo la izquierda, centroizquierda y centro se unieron contra el candidato José Antonio Kast, sino que además, el candidato Gabriel Boric logró movilizar a 1.250.163 de nuevos votantes.
Resultados segunda vuelta presidencial:
Gabriel Boric | 4.621.231 (55,8%) |
José Antonio Kast | 3.650.662 (44,1%) |
Total: | 8.364.481 |
El candidato de la izquierda radical, el diputado Gabriel Boric, alcanzó así una victoria avasalladora, coronando una estrategia política que desde octubre de 2019 había hecho de la violencia, la desestabilización política y el populismo, un arma electoral de consecuencias insospechadas. Rompiendo los consensos básicos de una democracia sana, Gabriel Boric y sus partidarios han abierto la puerta a un oscuro camino en la futura convivencia democrática.
Algunas ideas finales
El miedo lleva a la polarización y las elecciones comparadas de diputados de 2017 y 2021 así lo reflejan (no utilizamos la elección de senadores, pues esta no se realizó en todo el país).
Si desglosamos la votación de las fuerzas de gobierno en derecha (Partido Republicano) y centroderecha (UDI, RN, Evópoli y PRI); y, por otro lado, la votación de la oposición en izquierda (FA-PC) y centroizquierda (ex Concertación), podemos apreciar claramente cómo ambos extremos se han convertido en los grandes ganadores del ciclo electoral iniciado en octubre de 2020.
2017 | 2021 | |
Derecha (P. Republicano) | 0 | 11,1% (15) |
Centroderecha (UDI, RN, Evopoli y PRI) | 40,2% (72) | 25,3% (53) |
Centroizquierda (ex Concertación) | 30,1% (49) | 17,1% (37) |
Izquierda (FA-PC) | 25,9% (33) | 33,3% (37) |
Otros | 3,6% (1) | 12,9% (13) |
Total: | 6.676.325 | 7.072.228 |
Uno de los hechos más comentados del período eleccionario que vivió el país desde octubre de 2020 hasta diciembre de 2021 dice relación con los resultados aparentemente contradictorios que arrojaron las distintas elecciones.
Sin embargo, nos atrevemos a plantear como hipótesis que dicha contradicción no fue tal, si se distinguen dos tipos de convocatorias electorales. Por un lado, las elecciones generadas por el estallido social y el proceso constituyente y, por otro, las que dicen relación con las elecciones tradicionales de representación política, que son las que normalmente reflejan las reales y permanentes identificaciones políticas de la población.
Entre las primeras encontramos el plebiscito 2020 y la elección constituyente. Entre las segundas, las elecciones presidenciales, de alcaldes, concejales y parlamentarios (dejamos de lado las elecciones de gobernadores por ser un proceso aún difícil de clasificar por su novedad).
En las primeras, la influencia de la violencia desatada por la izquierda durante prácticamente todo el proceso eleccionario y la construcción de un sistema electoral especial para la elección de constituyentes alteraron en forma significativa sus resultados. Una mezcla de violencia, temor, populismo, intentos de desestabilización política, reflejaron unos resultados que no se condicen con la realidad política del país.
En cambio, en las elecciones propias de las identidades políticas de fondo de la ciudadanía, se puede apreciar que estas no cambiaron tan radicalmente y que los tradicionales “tercios” de la política chilena, con la corrección de ir hacia los extremos dentro de los dos principales (derecha e izquierda), se mantiene plenamente vigentes.
Por último, no se puede dejar de advertir que al momento del estallido social de 18 de octubre de 2019 existían condiciones objetivas para un malestar social profundo. Muchas de las demandas que fueron surgiendo durante este proceso son reales y, porque son reales, dieron un soporte poderoso a quien supo canalizarlas y dirigirlas (con su estrategia de violencia, desestabilización y populismo), como fue el caso de la izquierda representada en el presidente Gabriel Boric.
El problema de fondo no es, por tanto, el término de los “tercios” tradicionales de la política chilena o el giro hacia la izquierda de gran parte del electorado, sino que la puerta abierta en este ciclo electoral 2020-2021 a la violencia, la desestabilización política y el populismo como armas legítimas de acción política por parte de la izquierda chilena, pues la historia ha demostrado una y otra vez, que abierta dicha puerta, toma años y grandes sufrimientos volver a cerrarla.
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