Península Coreana: estrategias, reestructuración e inserción en el mundo global. Nayelli López Rocha
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En las últimas dos décadas, los principales conglomerados coreanos se han establecido en México para poder incursionar favorablemente al gran mercado norteamericano; en algunas manufacturas, la concentración ha sido muy elevada, como en la producción de pantallas planas y electrodomésticos de categoría media, por parte de Samsung y lg.
La huella de Corea también se encuentra de manera profunda en la atención de necesidades económicas locales. Un sector en particular ejemplifica este dinamismo: el energético. Varios grupos de primer nivel se encuentran presentes en nuestro país en la modernización, ampliación y diversificación de la plataforma energética del país. Participan en la construcción a cuenta de terceros (como la refinería de Dos Bocas), para el financiamiento de proyectos (Parque Eólico de La Bufa), como constructores y concesionarios de infraestructura energética (terminal de gas en Manzanillo), como constructores y concesionarios de plantas generadoras tradicionales (termoeléctrica de Ciclo combinado Norte II en Chihuahua) o de energías renovables (diversas plantas solares).
Empresas coreanas en el sector energético nacional (2010-2019)
Fuente: elaborado por la Embajada de México en Corea.
México también está presente en Corea, en una escala modesta. Para principios de 2020, las inversiones rondan los 100 mdd.4 A través de inversión directa o de la compra de empresas de otros países con intereses en Corea, algunas de las empresas mexicanas globales han puesto un pie en la península: el Grupo Bimbo a través de East Balt Korea (panadería), Envases Universales a través de Hanil G&M (producción de envases metálicos y plásticos), Grupo Promax a través de gsdk (producción de óxido de zinc) y Katcon (catalizadores para vehículos), principalmente. Kidzania y Aeroméxico destacan como proveedores de servicios.
¿Qué se vislumbra a futuro para las inversiones y el comercio bilateral? Dos factores entran en juego: por un lado, la capacidad de México de mantenerse como plataforma de producción de manufacturas para el mercado norteamericano y el global. Por el otro, la capacidad de México de abrir nuevos mercados, como el de Sudamérica (Brasil, Argentina), pues esto fortalecerá el atractivo para las empresas coreanas de seguir invirtiendo en nuestro país.
El comercio podrá dar un salto si entra en juego una liberalización comercial bilateral. Al momento, ambos países imponen al otro el régimen de Nación Más Favorecida (mfn) bajo la omc. Corea sale beneficiada por el diferencial promedio de aranceles: así, México enfrenta aranceles promedio de 37% en sus productos agropecuarios; sus exportaciones industriales pagan hasta 8% de arancel promedio, y sólo 16% reciben un gravamen de 0%. En contraste, 64% de las exportaciones coreanas a México entran con una tasa de 0% (De la Mora, 2019).
Conforme ingresen más productos agropecuarios a Corea que compiten con México con tasas que se van reduciendo a cero, de países que han suscrito acuerdos de libre comercio con dicho país, como plátano, aguacate o carne de res y cerdo, el riesgo de que desplacen a los productos mexicanos que gradualmente dejarán de ser competitivos por costosos es real. Veríamos entonces un retroceso en las exportaciones mexicanas a Corea y un incremento en el déficit comercial.
Las negociaciones comenzaron a mediados de 2019 en el marco de la Alianza del Pacífico, tras el mandato otorgado, en la XIV Cumbre de la Alianza del Pacífico (ap) en Lima (5 de julio de 2019), para definir, antes de finales del año, los términos de referencia que guiarán las negociaciones comerciales con Corea, candidato a Estado Asociado.
Convergencias políticas en un mundo convulsionado
La etapa actual de la relación política entre México y Corea nació con el establecimiento, en 2005, de la Asociación Estratégica para la Prosperidad Mutua, en reconocimiento de las múltiples similitudes entre ambos países, como el tamaño de su economía, su peso en el comercio internacional y el ser potencias medias emergentes en el ámbito de la región más dinámica del mundo, el Asia-Pacífico (Comisión México-Corea Siglo xxi, 2005). México y Corea son países de industrialización relativamente reciente y compañeros de ruta de la globalización (bancomext, 2019). También son países que han vivido —y padecido— bajo la sombra de grandes potencias, cuyos poderes han buscado restringir a través del derecho internacional y reglas multilaterales.
De la triada de países de Asia con los que México mantiene las relaciones más intensas —China, Japón y Corea—, ninguna es más cercana en términos políticos que con Corea, por las coincidencias y convergencias en la mayoría de los temas de la agenda internacional. Más válido hoy, que hace quince años, es la aspiración de ambos de buscar aumentar sus contribuciones a favor del mejoramiento de la gobernabilidad global (tanto económica como política); de la paz y la prosperidad internacional, y del desarrollo sostenible de los países en desarrollo (Comisión México-Corea Siglo xxi, 2005).
Estas convergencias se traducen en concertaciones periódicas en numerosos organismos internacionales: la onu y sus órganos subsidiarios, y el gran número de organismos que forman parte del Sistema; otras organizaciones, como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocde) o el Foro Económico de Asia Pacífico (apec), y mecanismos de diálogo como el G20 o el grupo mikta (México, Indonesia, Corea, Turquía y Australia). Al menos una vez al año, los cancilleres de ambos países se reúnen para intercambiar opiniones y buscar apoyos sobre una multitud de temas de interés mutuo. Viceministros (subsecretarios), representantes permanentes y embajadores lo hacen en numerosas ocasiones, tejiendo así un entramado de consensos y apoyos políticos permanentes. El nivel de coincidencias en votaciones de resoluciones en la Asamblea General (agonu) y el apoyo mutuo a candidaturas en organismos multilaterales son elevados.
Cuando México solicitó el apoyo de la comunidad internacional de donantes para el Plan de Desarrollo Integral para Guatemala, El Salvador y Honduras, a comienzos de 2019, Corea lo ofreció; incluso expresó su interés por medio de la Agencia de Cooperación Internacional de Corea (koica), su agencia de cooperación internacional, en elaborar un proyecto de cooperación con su homóloga mexicana, la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (amexcid). Las conversaciones seguían su curso a finales de 2019.
El grupo mikta (México, Indonesia, Corea, Turquía y Australia) es una expresión acabada de las afinidades políticas entre ambos. Constituido a iniciativa de México en 2013, es una agrupación plural de países de cuatro continentes (si consideramos que Turquía también es europeo), basada en el “interés común en fortalecer el multilateralismo, apoyar los esfuerzos globales dirigidos hacia la estabilidad y la prosperidad, facilitar soluciones pragmáticas y creativas para problemas regionales y globales, y hacer reformas muy necesarias en las estructuras de la gobernanza global” (sre, 2015).
Para subrayar su elevado compromiso con el mecanismo, Corea asumió la segunda coordinación anual en 2015, después de la mexicana de 2014, y ha sugerido, en varias ocasiones, que se llevará a cabo una cumbre para darle