Víctimas del absolutismo. José Luis Gómez Urdáñez
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Víctimas del absolutismo - José Luis Gómez Urdáñez страница 2
Su Excelencia, el presidente Aranda
La víctima, la pena y la deshonra
5. La Trinca en el poder, vencedores y vencidos
La víctima ejemplar, de nuevo Ensenada
Gándara y Valdeflores, las penúltimas víctimas ensenadistas
6. Carlos III y el absolutismo ilustrado
La sangre real y el caso del infante don Luis
La familia, el cuarto del príncipe y la reacción
Los príncipes de Asturias y la conspiración de Aranda
El operista Niccolò Setaro, primera víctima de la reacción antilustrada
Setaro en Bilbao, sin la protección de Aranda
La difícil aplicación de la Pragmática de 1783 y las excepciones
7. Olavide, el castigo ejemplar que lo apruebe el rey
La Inquisición al servicio de la lucha política
Las Nuevas Poblaciones, la obra ilustrada del siglo
La fabricación política del hereje
La Inquisición, arma política de la venganza
La pena y el desengaño: Olavide católico
El Evangelio en triunfo: ni desengaño, ni arrepentimiento
El último fracaso: Floridablanca encarcelado y Aranda desterrado
La irresistible ascensión de Godoy y la víctima universitaria, Ramón Salas
Las reformas ilustradas y la crisis económica
La última paradoja: la caída de la monarquía
Las últimas víctimas, Jovellanos, Cabarrús… y los «desventurados padres»
Prólogo
No nos detendremos en presentar a José Luis Gómez Urdáñez, autor de varios libros y numerosos artículos imprescindibles para conocer la España del siglo XVIII. Solo diremos que, después de una serie tan extensa de incursiones en el mundo del Setecientos español, que le han dado un conocimiento realmente enciclopédico de la época y de sus protagonistas, individuales y colectivos, no podía extrañarnos que el catedrático de La Rioja ampliase aún más su campo de estudio, y nos ofreciese otra asombrosa muestra de su saber y de su penetración para explicarnos el complicado universo de aquella España absolutista e ilustrada.
El siglo XVIII había pasado de ser una época muy ignorada y muy denostada (recuérdense las descalificaciones de Marcelino Menéndez y Pelayo, y José Ortega y Gasset) a ganarse la gloria de una narrativa altamente elogiosa que la convertía en un momento cenital de la historia de España, bañado por las Luces de la modernización y el progreso.
Sin embargo, la incansable Clío quería dejar las cosas en su justo medio, ofreciendo no un frío eclecticismo, sino una imagen más rica, pero al mismo tiempo más matizada del siglo. Lo primero fue desvelar que el despotismo ilustrado tenía unas características muy especiales: era un absolutismo tardío, un proyecto reformista que pretendía la modernización de la economía, las relaciones sociales, la vida política y la actividad cultural. Pero, también pretendía dejar intactas las bases tradicionales: la figura del rey era intocable y estaba colocada en el vértice del