La difícil vida fácil. Iván Zaro
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Se decidió y dijo que sí, que iría.
Y sonrió al decirlo. Llevaba un chaquetón
azul, y una camisa que se ceñía al cuerpo
juvenil, perfecto. Los ojos celestes y rizado el pelo.
Así es que después de esto (pensaba mientras
se dirigían al coche del anfitrión improvisado)
podría dejar la ciudad, y salir —¡ah, la emoción
del viaje!—, y pasar el verano junto al mar, lejos,
en los puertos que habita el placer —y el dinero—.
Y además tampoco iba a pasarlo mal
aquella noche. ¡Se goza tanto en el amor!
Se imaginaba ya la escena: la piel desnuda,
húmeda de sudor, sobre el lecho, entre la excitación
y la respiración acelerada, y las manos que
recorrían su cuerpo, de tacto suave (le decían)
y hermosísima adolescencia. Sí, sería estupendo.
Aunque casi seguro era, que en el momento
máximo, en la final delicia del espasmo,
la mente huiría muy lejos de allí, recordando
la noche última en la pensión aquella…
El amigo —tenía también dieciocho años— le propuso,
tras la cena, que se marchasen juntos, y mientras,
temblando, se abrazaban, el otro apagó la luz
y acariciándole, susurró al oído: ¡Ya verás qué verano!
Madrid, marzo de 2016.
Introducción
Les invito a conocer un mundo aparentemente invisible del que muy poco se ha escrito y cuya existencia pocas personas conocen en profundidad: la prostitución masculina. Es habitual el tratamiento de la prostitución desde un enfoque exclusivamente femenino, relegando la figura masculina al demandante de los servicios sexuales. En este libro toman la palabra los hombres que ejercen la prostitución y que ofertan sus servicios a hombres o mujeres. Es necesario abordar el trabajo sexual, entendido como el ejercicio de la prostitución voluntaria y libre, sin coacciones, desde una perspectiva holística y poliédrica, prestando atención a todas sus posibles manifestaciones.
Esta obra parte de los testimonios de los trabajadores del sexo, que se expresan en primera persona, recobrando así un espacio que algunos agentes sociales han venido usurpando, demostrando, en algunas ocasiones, el más absoluto desconocimiento sobre las experiencias, las aspiraciones y las reivindicaciones de las personas que ejercen la prostitución. El objetivo, por tanto, es claro y certero: ser un canal de expresión de los trabajadores del sexo. No estamos ante una obra técnica —ya publiqué con anterioridad diversos estudios y artículos sobre la materia—, sino ante una obra que pretende ser pragmática, sin necesidad de mayor validación que la propia experiencia vital de sus protagonistas. En este viaje hallarán diversos planteamientos que cada una de las personas que forman parte de este libro ha ido adquiriendo a lo largo de su trayectoria. Sus consejos nos serán de utilidad para comprender mejor la prostitución masculina.
El lector se topará con vidas silenciadas e invisibles envueltas en el estigma social. Algunos trabajadores del sexo comparten, por primera vez, sus emociones más íntimas, sus risas y sus llantos, las luces y sombras que forman parte del ser humano.
Mi labor en este trabajo ha sido la de humilde transmisor de la información, ofreciendo la infraestructura y la metodología necesarias para aproximar a los lectores al mundo de la prostitución y que puedan formarse una opinión más certera, menos oscura e invisible. Este libro ha sido elaborado con el máximo respeto y cariño hacia los hombres que ejercen la prostitución.
Llevo desarrollando mi labor como trabajador social en el ámbito de la prostitución masculina desde 2004. Dirijo un programa de atención sociosanitaria específica a los Trabajadores Masculinos del Sexo (TMS) en Madrid. Esto me ha permitido mantener un contacto directo a través de la intervención de una unidad móvil en los espacios de ejercicio de la prostitución masculina: en la calle (viví los últimos años de actividad en la histórica calle Almirante y el languidecer de la Puerta del Sol), en los locales de ocio nocturno (bares míticos que sobreviven a duras penas en medio de la crisis económica que atravesamos desde 2008), en las saunas y en los pisos gestionados por terceros, algunos desmantelados por la crisis y otros, por la justa persecución de la trata de seres humanos con fines de explotación sexual.
En estos últimos años, he visto una transformación vertiginosa de la prostitución en general, especialmente la masculina, debido, en gran parte, a la presión pública para disuadir a los clientes, lo que ha tenido como consecuencia no el abandono del ejercicio de la prostitución, sino su mayor inaccesibilidad, es decir, el aumento de la vulnerabilidad de las personas que se prostituyen. Pero también por la incursión de las nuevas tecnologías y una apertura ligada a un incremento de la visibilidad del colectivo LGTB en la sociedad española, en concreto, de los hombres homo/bisexuales y de las mujeres transexuales.
En mis inicios, la diversidad cultural dentro del colectivo de trabajadores sexuales era amplia. Un gran porcentaje de hombres era extranjero, especialmente de Latinoamérica (en su mayoría de Brasil), países musulmanes (Marruecos y Argelia) y Europa del Este (Bulgaria y Rumanía). Muchos de ellos estaban en situación administrativa irregular, lo que siempre ha supuesto una mayor exclusión social, agudizada por la crisis. En la actualidad, la prostitución masculina ejercida por hombres de origen español se ha triplicado, y cada vez son más visibles en todos los espacios de ejercicio. Es probable que este hecho haya favorecido su profesionalización, tomando el trabajo sexual no como una actividad puntual, sino como una vía para obtener recursos económicos de forma prolongada en el tiempo.
Por otra parte, debido a la retirada de la sección de contactos en algunos periódicos de tirada nacional, los trabajadores sexuales han encontrado en Internet su principal medio de publicidad y negociación. A través de diferentes portales especializados, o bien mediante sus propias páginas, difunden y publicitan sus servicios con vídeos y fotografías. Incluso, en algunos casos, se hace uso de portales internacionales, lo que favorece la movilidad del colectivo a escala europea.
Asimismo, las nuevas tecnologías han estrechado la relación entre diferentes esferas dentro de la industria del sexo como la prostitución masculina y la pornografía. Algunas de las más reconocidas estrellas del porno gay han sido o son trabajadores del sexo, realizando una importante labor de visibilización. No son los únicos. Muchos otros compañeros han querido aportar su grano de arena frente a un mal común sufrido por todos: el estigma social. Recuerdo el cariño y la dedicación con la que elaboramos el primer calendario solidario para luchar contra la discriminación de los trabajadores del sexo en 2010. Contamos con importantes colaboradores, como el fotógrafo internacional Joan Crisol y la productora pornográfica de temática gay JalifStudio, quienes inmortalizaron a diversos trabajadores del