Historia breve de Japón. Irene Seco Serra
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A veces se llama a Jimmu Hatsukuni Shirasu Sumeramikoto, es decir, el Primer emperador Reinante. Pero normalmente se lo conoce como Jimmu Tenno, el emperador Jimmu o, literalmente, Jimmu ‘Rey del Cielo’. El título Tenno es, así pues, aplicable en general a todos los emperadores. Otros apelativos frecuentes para referirse a un emperador de Japón son Heika [Base del Trono] y Tenshi [Hijo del Cielo]. Existe además otro término, que es habitual en la bibliografía occidental, sobre todo en la más antigua: Mikado. Se trata de un título poco habitual en Japón y vendría a significar Divina Entrada, designando al personaje y su poder a través de un lugar emblemático, un poco a la manera en que el Imperio turco era conocido como ‘Sublime Puerta’.
En cuanto al nombre en sí, Jimmu, se trata de una denominación del tipo que se otorga tras la muerte. Pues, en efecto, los emperadores japoneses pasan a la historia con un apelativo diferente al que emplearon en vida. Por ejemplo, el emperador Hirohito ha pasado a los anales japoneses como Showa. En lo que respecta a Jimmu, la tradición considera que su verdadero nombre era Iware, nombre que a veces se enriquece con alusiones al antiguo Japón y con epítetos honoríficos, de modo que es posible encontrarlo también como Yamato Iware o como Kamu Yamato Iware Biko.
Resulta curioso notar que, aun siendo el heredero, Iware / Jimmu no era el primogénito de Ugaya Fukiaezu, sino, por el contrario, el más joven de sus cuatro hijos. Esto pudiera indicar tal vez que existió una ‘preferencia del hijo menor’ en la primitiva sociedad japonesa, que desaparecería más tarde dando paso al derecho de primogenitura del varón que, con altibajos, pervivió a lo largo del tiempo, y aún se mantiene hoy en día.
Volviendo a la historia legendaria, encontramos que Jimmu, cumplidos sus cuarenta y cinco años, se esfuerza por pacificar un país dominado por luchas internas, en un posible reflejo mítico de las luchas que sacudieron las tempranas fases de la historia japonesa y que condujeron a la conformación de un estado unificado a partir del territorio central o Yamato.
En su viaje le acompañan sus tres hermanos, que mueren en el curso de la empresa. Dos de ellos se arrojan por la borda del barco en el que viajan desde Kyushu para calmar la tempestad, siendo deificados por su acción; el otro morirá en combate.
El mítico primer emperador Jimmu Tenno.
Detalle de una estampa de Adachi Ginko del año 1891.
Una vez llegados a la isla central de Japón desde su Kyushu natal, Jimmu y su hermano Itsuse se enfrentan a los habitantes de lugar, obra también de los dioses creadores, dicen las crónicas, pero de ‘inferior categoría’, que luchan contra los invasores bajo el mando del jefe local Nagasunehiko. Al principio Jimmu y los suyos se mueven hacia el Este, y llegan cerca de la actual Osaka, pero los combates no les son favorables, puesto que están avanzando en dirección contraria al rumbo del sol. Siendo como son sus descendientes, no deben caminar en sentido contrario a su madre divina. La propia diosa Amaterasu les indica la senda que deben seguir, enviándoles como guía a Yatagarasu, el cuervo del Sol, un ave maravillosa de plumaje de oro y tres patas, que proviene probablemente del imaginario chino.
El cariz de la guerra cambia desde ese momento, y, finalmente, Jimmu consigue hacerse con el dominio del país. Manda construir un palacio en Kashiwabara, cerca de la actual Kyoto, y se convierte de este modo en el primer emperador japonés.
La supuesta fecha del ascenso al trono de Jimmu, el 11 de febrero, es todavía hoy fiesta nacional en Japón. La elección del año 660 a.C. como hito fundacional de la nación japonesa por parte de los historiadores antiguos está probablemente relacionada con las ideas chinas sobre el calendario y sus ciclos. Según estas teorías, cada sesenta años llega un periodo de grandes cambios, conocido en japonés como kanototori. Y cada veintiún ciclos, se produce un kanototori de espectacular magnitud. El año 601 de nuestra era, marco del inicio de las reformas del príncipe Shotoku, fue considerado uno de estos momentos. Es posible que los compiladores de las grandes crónicas tomaran este año como punto de referencia para localizar en el tiempo el mítico reinado de Jimmu, ya que, si se cuentan veintiún ciclos de sesenta años hacia atrás, se llega, efectivamente, a la fecha en cuestión, es decir, el año 660 a.C.
La lucha de Jimmu por el control del territorio japonés incluye penalidades varias, interminables luchas contra clanes de bandidos y fantásticos encuentros con divinidades locales.
Como ocurre también en otros entramados mitológicos, los dioses del lugar son presentados como antepasados directos de las grandes familias nobles japonesas. Así, por ejemplo, mientras recorre la tierra de Yoshino, Jimmu se topa con dos curiosas deidades provistas de cola de animal. La primera de ellas es descrita como un hombre brillante que sale de un pozo. Ante las preguntas del emperador, revela su estatus divino y también su nombre, Wi Hikari. Se trataba, apunta la narración, del ancestro de la familia Yoshino no Obito. Más adelante, otra deidad con cola emerge de una roca. Jimmu pregunta de nuevo, y el dios se identifica como Iha Oshi Wake, antepasado de los Yoshino no Kuzu. Como no podía ser de otro modo, tanto éstas como otras divinidades que aparecen a lo largo de la historia de Jimmu Tenno se apresuran a declararse siervas del emperador.
Cuenta la leyenda que Jimmu murió en el año 585 a.C. a los ciento veintisiete años de edad (según el Kojiki, o ciento treinta y siete, si preferimos la versión de la otra gran crónica sobre estos momentos, el Nihonshoki). Sus sucesores, también semilegendarios, serían igualmente longevos, pero ninguno llegaría a igualar su fama.
El hito histórico: la llegada de la agricultura
La aparición de la agricultura en Japón coincide, como ya hemos visto, con el desarrollo del periodo Yayoi. A principios del siglo IV a.C. hay evidencia arqueológica palpable del cultivo del arroz, que se extenderá con rapidez durante el siglo siguiente. Por otra parte, algunos hallazgos aislados de granos de cereal en estratos más antiguos han hecho pensar que los inicios de la agricultura podrían retotraerse hasta el año 1000 a.C. También hay quien piensa que los primeros cultivos pueden datarse en momentos aún más tempranos, aunque las pruebas no están del todo claras. Se han encontrado semillas de mijo en el yacimiento Jomon Medio de Tominosawa, y semillas de cáñamo y sésamo en Ko Sannai, otro asentamiento del mismo periodo. Hay incluso evidencias de una clase de mijo en fases Jomon iniciales de Sannai Maruyama, pero parece que se trata todavía de la variedad silvestre.
Así pues, es probable que ciertas especies vegetales se cultivaran, de forma regular o no, durante el periodo Jomon. Pero el gran cambio social y técnico no se produciría hasta la etapa Yayoi.
Antes de seguir adelante hay que especificar que, cuando hablamos de agricultura, nos referimos aquí de manera primordial al cultivo del arroz en campos inundables. También había en Japón Yayoi cultivos de secano, como por ejemplo el mijo, que se mencionó hace un momento, pero el arroz de regadío predominaba de forma sustancial.
El arroz y sus técnicas agrícolas se extendieron a Japón desde China. Las evidencias agrícolas chinas más tempranas se datan unos siete mil años antes de nuestra era. No está del todo claro, sin embargo, cuál fue el lugar donde se inició el cultivo. Hay quien se decanta aún por la zona de Yunnan, mientras