Historia breve de Japón. Irene Seco Serra
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Tampoco existe un acuerdo generalizado acerca de la ruta a través de la cual la agricultura se difundió por el archipiélago desde el continente. Algunos de los estudios más antiguos proponen un camino directo desde la desembocadura del Changjiang hasta la isla de Kyushu, cruzando el mar de China en esa zona, que por cierto es bastante extensa. Otros autores han defendido que la ruta de entrada no llegaría directamente a Kyushu, sino que iría saltando desde China hasta allí a través de las islas más pequeñas y cercanas de Ryukyu. Por último, un gran número de arqueólogos piensan que la agricultura se habría extendido por Japón pasando primero por la península coreana y cruzando desde allí por el estrecho. Esta última hipótesis se ve avalada por la patente influencia coreana presente en el registro arqueológico entre los siglos VI y V a. C; en estos momentos, tanto los instrumentos líticos como muchas cerámicas son abiertamente similares a tipos coreanos.
En cualquiera de los tres casos, parece que la primera isla importante en la que se adoptó la agricultura fue Kyushu, y que desde allí pasó al resto de grandes islas del archipiélago.
El arroz no es un cultivo sencillo. Requiere técnicas especiales y condiciones muy específicas de clima y terreno. Por ello, es más que probable que su adaptación a Japón no fuera una tarea fácil. Resulta significativo comprobar que de las dos variedades de arroz que se cultivaban en el río Changjiang, la de grano largo y la de grano redondo, solamente una, la de grano redondo u oryza japonica que ya se mencionó más arriba, ha sido documentada hasta la fecha en los antiguos yacimientos de Japón. Es posible que, además de la buena adaptación a su medio de las sociedades Jomon, estas dificultades iniciales sean una de las causas por las que la agricultura tardó tanto tiempo, casi cinco mil años, en estar presente en Japón. Estas circunstancias resultan, por otro lado, favorables a la hipótesis de la entrada del arroz a través de Corea, un lugar más frío que el valle del Changjiang, donde el arroz habría tenido ocasión de ir aclimatándose.
Una vez llegado al archipiélago, el cultivo del arroz se extendió con gran rapidez hacia el Este y hacia el Norte hasta alcanzar, unos trescientos años después, el punto climático que no le permitió seguir avanzando. De esta manera, la agricultura nunca llegó a la gran isla del norte, Hokkaido, en la que siguieron existiendo sociedades Jomon basadas en la pesca y la recolección durante mucho tiempo más. De hecho, y por sorprendente que parezca, el cultivo del arroz no llegó a introducirse en Hokkaido hasta la época moderna.
Estas ideas de la aclimatación progresiva del arroz al clima de Japón dieron lugar en los años 60 del siglo XX a una curiosa teoría arqueo-agrícola que, finalmente, resultó ser falsa. La teoría estaba basada en el uso de dos aperos campesinos: los cuchillos de recolección y las hoces. En aquellos años, los hallazgos en los yacimientos hacían pensar que los cuchillos eran anteriores a las hoces. Puesto que los cuchillos se usan para recoger las espigas de arroz de una en una, mientras que con las hoces se pueden segar grandes manojos, los arqueólogos pensaron que, en un primer momento, el arroz no maduraba todo a la vez, por lo que había que ir cortándolo poco a poco. Con el paso del tiempo, la planta se habría adaptado al clima, y finalmente todo el arroz habría ya madurado en conjunto, con lo que se podía cosechar sencillamente con la hoz. Desafortunadamente para los estudiosos que elaboraron la teoría, después se demostró que cuchillos de recolección y azadas convivieron desde el principio.
El cultivo del arroz se desarrolló en Japón en dos ambientes: las zonas pantanosas y los campos irrigados de manera artificial. No está del todo claro si el primer sistema es más antiguo o si ambos se emplearon de forma simultánea dependiendo de las condiciones geográficas. Algunos defensores de la hipótesis de la inmigración coreana han propuesto una explicación interesante. Según esta idea, los inmigrantes coreanos, ante la urgente necesidad de alimentos, habrían comenzado cultivando en un primer momento en tierras inundadas. Esto resultaría más fácil, aunque menos productivo. Tras esta primera instauración de las técnicas y de las plantas, habrían ido desarrollando, con más calma, la agricultura en terrenos secos canalizados, que aunque a la larga producen más y mejor, requieren una gran inversión de tiempo y esfuerzo en sus infraestructuras.
Un yacimiento Yayoi muy temprano (aunque hay que decir que sus fechas no son ajenas al debate), el de Nabatake, en la actual prefectura de Saga, excavado de urgencia en los años 80 del siglo XX, es buen ejemplo del sistema de tierras pantanosas. Las excavaciones sacaron a la luz los restos de hasta cinco arrozales superpuestos; el más antiguo presentaba tipologías cerámicas, azadas de madera y hachas de piedra asociadas a los primeros momentos de la época Yayoi. Dado que el terreno era naturalmente pantanoso, no era necesario conducir el agua hasta él, pero sí drenar el exceso en ciertos momentos. Para ello se cavaron una serie de canales y se colocaron planchas de madera a modo de pequeñas presas de contención en puntos clave.
El sistema de campos artificialmente irrigados puede ejemplificarse con otro yacimiento Yayoi de gran importancia que comenzó a excavarse a principios del siglo XX y que ya mencionamos antes: el de Itatsuke, en la llanura de Fukuoka. Se trata de un asentamiento aterrazado que se sitúa en una zona elevada, dejando abajo las tierras pantanosas. El hábitat se hallaba en la terraza superior, mientras la terraza inferior se empleó para el cultivo del arroz. Como Nabatake, Itatsuke es también un yacimiento de cronología muy antigua y, de hecho, sus fases iniciales fueron durante algún tiempo consideradas como pertenecientes al periodo Jomon. Sin embargo, y a diferencia de lo que ocurría en el asentamiento de Saga, en Itatsuke nunca se aprovecharon las tierras bajas inundadas para el cultivo, ni siquiera en los tiempos más antiguos, sino que desde el principio se construyeron toda una serie de complejas presas y canales en la zona sobreelevada situada entre el poblado y los pantanos.
Una vez cosechado, el arroz se almacenaba en silos subterráneos o en graneros elevados. En época Jomon ya se empleaban silos, aunque la tipología concreta de los silos Yayoi es continental, y presumiblemente llegó a través de Corea. No parece, sin embargo, que este sistema de almacenaje subterráneo diera buen resultado para el arroz en el húmedo clima japonés, y no pasó mucho tiempo antes de que desapareciera del registro arqueológico. Más adecuados se mostraron los almacenes sobrelevados, donde, a la manera de un hórreo, el arroz quedaba aislado de la humedad del terreno y protegido de los animales. Se piensa que algunas de las características constructivas de estos graneros han quedado fosilizadas en las tipologías de los santuarios japoneses tradicionales, como Izumo, en cuyo alzado se quiere reconocer el antiquísimo modelo de construcción sobre postes con una escalera que conduce a la zona superior.
No podemos concluir este breve resumen de la llegada a Japón de la agricultura sin volver a recordar que, aunque los arrozales eran predominantes, y el arroz era el alimento fundamental incluso en las regiones montañosas donde el terreno y el clima no eran ideales para su cultivo, también existía la agricultura de secano. Ya se dijo más arriba que los aperos agrícolas destinados a las tareas del cultivo del arroz eran de madera. También han llegado hasta nosotros, no obstante, utensilios agrícolas de piedra y metal, fundamentalmente azadas, que se empleaban en las otras tareas del campo. Se cree que en época Yayoi llegaron a cultivarse casi cuarenta especies diferentes de plantas, incluyendo mijo, judías y cebada.
Mujeres transplantando arroz. Fotografía de autor desconocido tomada hacia 1890
Por otra parte, la recolección de nueces, bellotas y castañas, tan importante en el periodo Jomon, siguió llevándose a cabo en la nueva era agrícola. De hecho, incluso antes de la adopción de la agricultura, la dieta prehistórica japonesa era amplia y variada. Esto no debe resultar sorprendente; de hecho, muchos arqueólogos y prehistoriadores de otras zonas del mundo sostienen que la alimentación de los grupos de