Кровавая свадьба. Йерма. Дом Бернарды Альбы. Трилогия. Книга для чтения на испанском языке. Федерико Гарсиа Лорка

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Кровавая свадьба. Йерма. Дом Бернарды Альбы. Трилогия. Книга для чтения на испанском языке - Федерико Гарсиа Лорка Dramaturgia contemporánea

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clavel,

      que el caballo no quiere beber.

      SUEGRA.

      Duérmete, rosal,

      que el caballo se pone a llorar.

      Las patas heridas,

      las crines heladas,

      dentro de los ojos

      un puñal de plata.

      Bajaban al río.

      ¡Ay, cómo bajaban!

      La sangre corría

      más fuerte que el agua.

      MUJER.

      Duérmete, clavel,

      que el caballo no quiere beber.

      SUEGRA.

      Duérmete, rosal,

      que el caballo se pone a llorar.

      MUJER.

      No quiso tocar la orilla mojada,

      su belfo caliente

      con moscas de plata.

      A los montes duros

      sólo relinchaba

      con el río muerto

      sobre la garganta.

      ¡Ay, caballo grande

      que no quiso el agua!

      ¡Ay, dolor de nieve,

      caballo del alba!

      SUEGRA.

      ¡No vengas! Detente,

      cierra la ventana

      con rama de sueños

      y sueño de ramas.

      MUJER.

      Mi niño se duerme.

      SUEGRA.

      Mi niño se calla.

      MUJER.

      Caballo, mi niño

      tiene una almohada.

      SUEGRA.

      Su cuna de acero.

      MUJER.

      Su colcha de holanda.

      SUEGRA.

      Nana, niño, nana.

      MUJER.

      ¡Ay caballo grande

      que no quiso el agua!

      SUEGRA.

      ¡No vengas; no entres!

      Vete a la montaña.

      Por los valles grises

      donde está la jaca.

      MUJER (mirando).

      Mi niño se duerme.

      SUEGRA.

      Mi niño descansa.

      MUJER (bajito).

      Duérmete, clavel,

      que el caballo no quiere beber.

      SUEGRA (levantándose y muy bajito).

      Duérmete, rosal,

      que el caballo se pone a llorar.

(Entran al niño. Entra LEONARDO.)

      LEONARDO. ¿Y el niño?

      MUJER. Se durmió.

      LEONARDO. Ayer no estuvo bien. Lloró por la noche.

      MUJER (alegre). Hoy está como una dalia. ¿Y tú? ¿Fuiste a casa del herrador?

      LEONARDO. De allí vengo. ¿Querrás creer? Llevo más de dos meses poniendo herraduras nuevas al caballo y siempre se le caen. Por lo visto se las arranca con las piedras.

      MUJER. ¿Y no será que lo usas mucho?

      LEONARDO. No. Casi no lo utilizo.

      MUJER. Ayer me dijeron las vecinas que te habían visto al límite de los llanos.

      LEONARDO. ¿Quién lo dijo?

      MUJER. Las mujeres que cogen las alcaparras. Por cierto que me sorprendió. ¿Eras tú?

      LEONARDO. No. ¿Qué iba a hacer yo allí, en aquel secano?

      MUJER. Eso dije. Pero el caballo estaba reventado de sudar.

      LEONARDO. ¿Lo viste tú?

      MUJER. No. Mi madre.

      LEONARDO. ¿Está con el niño?

      MUJER. Sí. ¿Quieres un refresco de limón?

      LEONARDO. Con el agua bien fría.

      MUJER. ¡Cómo no viniste a comer!…

      LEONARDO. Estuve con los medidores del trigo. Siempre entretienen.

      MUJER (haciendo el refresco y muy tierna). ¿Y lo pagan a buen precio?

      LEONARDO. El justo.

      MUJER. Me hace falta un vestido y al niño una gorra con lazos.

      LEONARDO (levantándose). Voy a verlo.

      MUJER. Ten cuidado, que está dormido.

      SUEGRA (saliendo). Pero ¿quién da esas carreras al caballo? Está abajo tendido, con los ojos desorbitados como si llegara del fin del mundo.

      LEONARDO (agrio). Yo.

      SUEGRA. Perdona; tuyo es.

      MUJER (tímida). Estuvo con los medidores del trigo.

      SUEGRA. Por mí, que reviente. (Se sienta.)

(Pausa.)

      MUJER. El refresco. ¿Está frío?

      LEONARDO. Sí.

      MUJER. ¿Sabes que piden a mi prima?

      LEONARDO. ¿Cuándo?

      MUJER.

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