Juramento Vaquero: Parte Dos. L.G. Castillo
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Índice
“Juramento Vaquero: Parte Dos”
Escrito por L.G. Castillo
Copyright © 2018 L.G. Castillo
Todos los derechos reservados.
Traducido por Belén Witzel
Capítulo 1
Cassie
—¡Mira! ¡Por ahí! —gritó una voz.
Mi cabeza se levantó al sonido del agua salpicando. Una sombra se movió, cargando algo grande. Froté mis ojos borrosos, por las lágrimas o el alcohol, no lo sabía.
—¡Son ellos! —gritó Mandi.
Un resplandor azul parpadeó alrededor del cuello de la sombra.
—¡Cody!
Me puse de pie, corriendo hacia él. Ya se había formado una multitud cuando llegue ahí. El llanto de Bianca se podía oír por encima de los susurros de la multitud. —Nic, ¡despierta! ¡Nic!
Mandi y yo nos abrimos paso entre la multitud. Nic yacía de espaldas, pálido e inmóvil.
Mis ojos se movieron ansiosamente hacia Cody. Su pelo estaba pegado a su frente. El agua corría por su cuerpo empapado. Su cara no tenía expresión. Cuando sus ojos azules se encontraron con los míos, una sensación fría me golpeó en lo más profundo del estómago. Algo estaba mal. Antes de que pudiese decir nada, Mandi me apartó del camino y comenzó a ladrar órdenes.
—Le hare RCP. Cody, conduce hasta la casa del Sr. Wilson y llama al 911. Es lo más cercano. Cassie, ve con él y enséñale dónde es.
—Sabes RCP? —pregunté.
—No. Pero alguien tiene que hacer algo.
—¿Cómo sabes qué hacer? —La vi arrodillarse junto a Nic.
—Vi a Gopher dando RCP en un episodio de “El Crucero del Amor” —Ella quedó suspendida sobre Nic por un momento, dudando. Luego miró furiosamente a Cody—. ¿Por qué sigues aquí? ¡Ve! ¡Muévete!
El labio de Cody se crispó, y yo tarde en reaccionar. Froté mis ojos, preguntándome cuanto alcohol había en el ponche que había tomado. Él no podía estar riéndose en una situación como ésta. ¿O sí?
Mandi colocó sus manos sobre Nic, presionando sobre su pecho muscular. —Vamos Nic. Despierta.
Ella pellizcó su nariz, cerrando sus fosas nasales. Luego tomando una respiración profunda, ella colocó sus labios sobre los de él.
—Oh por Dios. Despierta, Nic —Sollozó Bianca.
Mandi levantó su cabeza, falta de aire. —No mueras, Marcelli —gruñó.
Justo mientras ella le cubría la boca, de repente los brazos de Nic se envolvieron alrededor de ella, tirando de su cuerpo sobre el suyo. Los brazos de Mandi se agitaron cuando su mano tejió debajo de su cabello, manteniendo su cabeza en su lugar mientras la besaba. La multitud gritó y silbó.
—Ve a por ello, Marcelli!
—¡Eres el hombre!
—Nic, ¡idiota! —Bianca pateó su pierna y se fue enojada con un par de sus amigas animadoras.
Mire a Cody, y su cara se rompió en una sonrisa.
¡Esa rata! Estaba muy preocupada. Pensé que lo habíamos perdido y todo lo que él podía hacer era pararse ahí viéndose todo sexy con la ropa mojada pegada a su cuerpo. Parte de mi quería darle un pedazo de mi mente, y la otra parte quería reírse del alivio.
Y una pequeñita parte de mi quería saltarle encima.
—Me alegro que estés bien —Dije finalmente cuando fui hacia él —Pero tan rápido como Nic deje ir a Mandi, es hombre muerto.
—Sí, se lo advertí, pero quiso hacerlo de todas maneras.
—Es probable que ella venga por ti luego.
—No estoy seguro de eso —Dejó caer su vista hacia abajo, viendo los pequeños puños de Mandi volando mientras golpeaba a Nic.
Y luego sucedió algo milagroso. Ella tejió sus dedos en su cabello oscuro, profundizando el beso mientras finalmente se rendía al apuesto mariscal de campo. Se veían tan lindos. Era obvio por la manera en la que estuvo actuando toda la semana, que Mandi se estaba enamorando. Sip, ella se estaba enamorando totalmente de él.
Cuando Nic finalmente dejó de besarla, Mandi se veía aturdida. Sus piernas parecían inestables cuando él la ayudo a parase. Nic corrió su cabello hacia atrás, sus ojos bloqueados con los de ella.
—Te falta una pluma.
Mientras Nic buscaba en el suelo, la cara de Mandi se retorció, tensionando su mandíbula. Casi podía ver el vapor saliendo de sus oidos. Ella no dijo una palabra cuando él encontró la pluma. Había un misterioso silencio. Era la calma antes de que llegara el huracán Mandi.
<Corre, Nic. Corre>
—Entonces, ¿eso significa que saldrás conmigo? —preguntó, colocando la pluma en su vincha, sus ojos centellando—. Supongo que lo harás...viendo cómo me salvaste la vida y eso.
Su boca se abrió y se cerró como si ella no supiera qué decir. Y si no fuese