Las Sombras. Maria Acosta

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Las Sombras - Maria Acosta

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Un hombre había muerto por su culpa; me recordaba las antiguas películas de espías con muertos por todas partes y esas cosas. Seguro que la explicación era mucho más simple: algún ajuste de cuentas entre traficantes de droga o algo parecido, pero…estaba aquella extraña conversación que me hacía pensar que la anterior interpretación era falsa. De cualquier modo me parecía increíble estar viviendo una de espías. Entramos sin dificultad en el edificio ya que la puerta no tenía cerradura, no había nadie, sólo escombros por todas partes, aquí y allá algunas mantas y cartones, allí vivía gente por lo que decidimos subir al primer piso donde se encontraban las oficinas y nos metimos en una de ellas. Ricardo, que es especialista en coleccionar boberías tales como llaveros-navaja, llaveros –cartas de baraja, llaveros-bloc de notas y demás, sacó de su bolsillo una pequeña linterna-llavero:

      -A ver, pásame la caja –dijo a Sofía.

      -Toma. ¡Qué cosa más extraña!

      -¿El qué?

      -Me dio la impresión de que ese hombre me conocía pero yo no recuerdo haberlo visto nunca.

      -¡Que va, tronca! Simplemente fue al primero que vio.

      -Estoy convencida, nos miró a todos pero me la entregó a mí, aquí hay algo raro…no sé lo que es pero tiene que ver con alguien que conozco, es sólo una impresión de todas formas.

      -Bueno, mira, vamos a ver qué contiene la caja –dijo, impaciente, Luís.

      Pequeña, de color plateado, tenía todos sus resquicios sellados con lacre rojo, el mechero de gasolina de Luís ayudó a abrirla y en el interior ¿a qué no se imagina lo que encontramos?

      -¡Un simple papel! Un papel en el que estaba escrito una sola palabra: Rais. La misma que había pronunciado el hombre antes de morir –dijo Sofía-; no tenía sentido ¿qué extraño significado encerraba que la gente mataba por ella?

      -Como supondrá no pudimos pegar ojo en toda la noche intentando descubrir lo que estaba pasando, barajamos infinidad de teorías, incluso el que fuese el nombre de un misil o alguna vacuna imprescindible contra alguna enfermedad rara…¡ya qué sé lo que imaginamos!

      Amanecía y aún estábamos perplejos por lo ocurrido, no sabíamos qué hacer. Se nos escapaba el significado de aquellas palabras oídas a un hombre moribundo, y luego estaba la caja que precisamente le había entregado a Sofía, ¿por qué a ella?, no podíamos contarle a nadie lo ocurrido, no nos creerían o, si lo hacían, lo más probable es que también estuviesen metidos en la historia y había posibilidades de salir malparados de la dichosa movida, ¡en fin, una pasada!

      -Lo mejor que podemos hacer es esperar a ver qué pasa –dijo prudentemente Luís –tarde o temprano encontrarán el cadáver y es fácil que el periódico lo publique uno de estos días. Lo más recomendable es que volvamos a Madrid esta noche y esperemos ver qué ocurre y quién es ese hombre.

      -Por mí, de acuerdo –respondió Ricardo.

      -¿A qué playa se referirían? –pregunté a Sofía.

      -¡Vete a saber! Hay montones de calitas por toda la costa, no creo que lleguemos a averiguarlo. –contestó ella.

      Ninguna razón nos retenía allí, es más, alguien podía habernos visto y quizás estuviésemos en peligro, así que volvimos a la sombra y regresamos a Chueca; nos tomamos la noche con calma, bebimos y bebimos intentando frivolizar el asunto, tal vez los periódicos de la mañana nos aclarasen algo. Como es lógico acabamos pedos perdidos, con un cuelgue que no veas. A la mañana siguiente compramos “La Voz de Galicia” en uno de los quioscos de Sol, desayunando en un bar nos pusimos a ojearlo y allí, en la página de noticias locales, aparecía lo siguiente:

      ENCUENTRAN UN HOMBRE APUÑALADO EN LA PLAYA DE RIAZOR

      La Coruña, 24 de junio.- Un hombre, al parecer de raza árabe, fue encontrado muerto a primeras horas de la madrugada por una pareja de novios que paseaban a su perro; éste se acercó a las barcas varadas cerca del Playa Club cuando se puso a aullar de forma lastimera, intrigados por el comportamiento del animal se acercaron a ver qué ocurría, y entonces fue cuando lo vieron: un hombre, de unos treinta años, estatura media, tez oscura, yacía debajo de una de ellas empapado en lo que se podía pensar era agua debido a lo oscuro de la noche pero resultó ser sangre. Rápidamente avisaron a la policía que se personó en el lugar de los hechos al momento.

      La principal teoría, y la más probable, es que se trata de un ajuste de cuentas entre traficantes de droga; no se sabe a ciencia cierta qué es lo que ocurrió, según el forense el hombre llevaba varias horas muerto. En estos momento se procede a su identificación así como a tomar declaración a la gente que se encontraba alrededor de la medianoche en esa zona, tarea ardua si se tiene en cuenta que la noche del sábado es una de las más concurridas de la semana, por ello la policía pide la colaboración de todos los ciudadanos que en la noche de ayer se encontraban en las inmediaciones de la playa.

      -¡Bueno, esto es la monda! Los que más sabemos del tema somos nosotros –dijo Sofía –y sabemos perfectamente que no es un traficante de drogas, no sé quién puede ser el tronco pero tiene más tela el asunto de lo que aparenta, ¿no?

      -¡Por supuesto! Sino ¿por qué aquellos hombres dijeron que era fundamental para la supervivencia de su pueblo?

      -Puntualicemos –dije yo –lo que dijo fue la vida de nuestro pueblo depende de ella que es bien distinto.

      -¡Eres el colmo, tía! Estamos metidos en una movida que te cagas y a ti se te ocurre hacer puntualizaciones gramaticales –dice Luís perdiendo la paciencia.

      -¿Qué te pasa?

      -Nada, es que tiene miedo y entonces se pone nervioso –explica Sofía.

      -¡No es cierto! –protesta él.

      -Bueno, bueno, vamos a dejarlo y ocupémonos del asunto ¿qué más da unas palabras que otras? –habla Ricardo intentando que el mosqueo no prospere.

      -No sé, me parece que sí la tiene –me defiendo.

      -Vale tronca, pero lo más urgente es descubrir quién es el tipo ese y por qué lo mataron y…

      -Y también por qué me dio a mí la caja.

      -Sí, también, ¡qué cruz de basca! Déjame continuar; como iba diciendo… ¿Quién es? ¿Conocía a Sofía? Ella dice que nunca lo había visto, luego esto quiere decir que, a lo mejor, Sofía con todas las relaciones extrañas que tiene por ahí debe saber de alguien común a ella y al hombre de la playa, o puede que sea simple casualidad que le dirigiese la palabra. Creo que debemos esperar unos días antes de contarle nada a la pasma o a quien sea, alguien en quien podamos confiar. ¿Estáis de acuerdo?.

      -Parece lo más prudente –digo yo al tiempo que llamo al camarero para que nos traiga unos cafés con unas magdalenas.

      -Si

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