Las Sombras. Maria Acosta
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-¡Vale! Sigue, nadie te dice nada, tronco.
-Ya me he olvidado⦠¡Ah, sÃ! Pues que creo que tiene razón Ricardo.
-¡¿Y para decir eso te has montado este rollo?!
-¡Dejad de discutir de una vez! ¡Basta! âdigo intentando poner orden âtranquilizaos, tenemos que desaparecer, debemos encontrar un sitio seguro donde no puedan localizarnos, y ver cómo se desarrolla todo este mogollón. ¿Dónde os parece que podrÃamos ir? ¡Ideas! ¿Qué se te ocurre, Ricardo?
-Lo que es evidente es que ni en La Coruña ni en Madrid podemos escondernos, llevamos dos dÃas sin aparecer por nuestras respectivas casas, nosotros tenÃamos que haber ido a esperar a mi madrina que llegaba por la mañana en el tren, con lo histérica que es seguro que ya ha llamado a la policÃa; no debemos quedarnos, si alguien se entera que hemos sido testigos de un asesinatoâ¦
-¡No exageres!
-No exactamente, pero alguien puede creer que hemos visto más de lo que decimos, y entonces sà que lo tendrÃamos claro.
-No te equivocabas âdijo el comisario Soler interrumpiendo el relato de Teresa âen efecto, tu madrina vino a la comisarÃa hecha un manojo de nervios, parecÃa que iba a darle un ataque de un momento a otro, pidió una copa de aguardiente para tranquilizarseâ¦
-Se pasa el dÃa tranquilizándose âironizó Ricardo.
-Bueno, en ese momento se veÃa que lo necesitaba; asà fue como me encontré metido en esta historia.
Era domingo, me tocaba estar de guardia, asà que me sorprendió que alguien preguntase por mÃ, y además una señora con un fuerte acento gallego; la hice pasar a mi despacho, se encontraba en un estado lamentable, descompuesto, le pedà que tomase asiento y dijese qué le ocurrÃa:
-No recuerdo haberla visto nunca señora, ¿quién le dio mi nombre? ¿Quién le habló de m�
-Una tÃa suya, una hermana de su madre es amiga mÃa y cuando supo que iba a Madrid para hacerle una visita a mi ahijado entonces me dijo que tenÃa un sobrino aquà que era policÃa y que si necesitaba algo o tenÃa algún problema viniese a verle âlogró decirme, después de haberse tomado su copa.
-¡Ah, se refiere a tÃa Ãngeles! Es verdad, me llamó el sábado por teléfono para contármelo. ¿Qué le ha pasado? ¿Le han robado el equipaje en Norte? Ocurre a menudo pero conozco a los rateros y si es quién pienso le conviene devolvérselo, usted dirá.
-¡No es eso! ¡No es eso! Resulta que él tenÃa que haberme ido a recoger a la estación, el tren llegó con retraso por lo que no esperaba verlo, como asà ocurrió; como tenÃa su dirección cogà un taxi y le di instrucciones al taxista con el fin de que me llevase por el camino más corto a casa de mi ahijado, él siempre me decÃa que los taxistas de Madrid son muy vivos y que si pueden dan una vuelta para sacar más dinero al cliente.
-Algunos, no todos; continúe.
-Llegué, toqué el timbre pero nadie contestó, estuve casi una hora esperando a que apareciese pero nada, él sabÃa que venÃa, no podÃa dejarme plantada. Comisario Soler, estoy segura que le ha ocurrido algo, he llamado a los hospitales pero no saben nada; ¿puede usted ayudarme? He pensado que podÃa estar en alguna de las comisarÃas pues, aunque es un buen muchacho, viste un poco asÃâ¦moderno, ¿me entiende?
-Intente explicarse más claramente.
-Ãl lleva pantalones muy ceñidos y cazadora vaquera, camiseta, y bebe cervezaâ¦bueno, como la mayorÃa de los jóvenes.
-Entiendo ¿cómo se llama?
-Ricardo GarcÃa Olavide, vive aquà con su hermana; los dos están estudiando.
-Esto es lo que vamos a hacer, ahora yo me encargaré de enterarme si alguien con esas señas y nombre ha sido detenido en los últimos dos dÃas, tal vez se hayan metido en algún pequeño follón y los encontremos. Espere aquÃ, enseguida vuelvo.
Miré en el ordenador las detenciones de la semana; están bien estos cacharros, ahorran mucho trabajo, estaba seguro de encontraros en alguna de las redadas que se habÃan efectuado en la semana, pero no aparecÃais por ningún sitio. Volvà a la oficina con dos cafés.
-No aparecen, no creo que les haya ocurrido nada, puede que estén con algún amigo.
-¡No! ¡sé que les ha sucedido algo! ¡Estarán muertos en un callejón, apuñalados! ¡Pobre ahijado mÃo, pobrecito! ¿Qué dirá su madre?
No pudo continuar, comenzó a llorar e hipar, todo el maquillaje se le estaba descomponiendo, paró un momento, parecÃa que se habÃa tranquilizado pero volvió a la carga, más lloros e hipidos, yo también me estaba poniendo nervioso oyéndola. Abrió su bolso y cogiendo un pañuelo comenzó a retorcerlo mientras lloraba, lloraba; entrecortadamente pidió que le trajesen otra copa de aguardiente, lo hice y ya habÃa decidido pedir una orden de registro para entrar en vuestra casa, asà que en cuanto estuvo en mi poder fuimos allÃ. Encontramos una agenda con direcciones y teléfonos, decidimos utilizarla para localizaros, probablemente alguno de los anotados en ella sabrÃa decirnos dónde encontraros; de esta manera nos enteramos que otras dos personas faltaban de sus casas. Realmente no sabÃa por dónde iniciar mis investigaciones, lo primero era interrogar a la gente del barrio, sacamos pocas cosas en claro pero comenzamos a rastrear vuestras andanzas por la zona Centro. Al cabo de una semana decidà contarle el hecho a un periodista amigo mÃo, tal vez alguien supiese dónde buscaros o puede que vosotros mismos leyerais la noticia. Continúa relatando qué ocurrió, ¿dónde os ocultasteis?
-Ricardo tenÃa razón, debÃamos ser prudentes, a casa no podÃamos ir, nuestras familias querrÃan que pusiésemos el caso en manos de la policÃa, si lo hacÃamos posiblemente nuestras vidas corriesen peligro, intentarÃamos averiguar primero quiénes eran aquellos hombres, asà que a SofÃa se le ocurrió una ideaâ¦
-A ver qué os parece: las sombras nos trasladan al instante en el espacio, volvemos a utilizarlas para ir a otro sitio.
-Pero no sabemos cómo funcionan realmente, ¿hace falta una figura gemela o el que funcione tan sólo depende de los deseos que tenga quien la utilice? âobjetó Ricardo âdaos cuenta que hasta ahora sólo tenemos el hecho de que hay una en La Coruña y otra en Madrid, y que, supuestamente, se corresponden pero ¿son las únicas en España?¿hay otras en algún paÃs distinto al nuestro? ¿si las utilizamos erróneamente nos quedaremos colgados en una cuarta dimensión desconocida?
-La solución la próxima semana en CANAL-R âbromeó SofÃa.
-No es tan disparatado lo que dice como tú piensas âle defendÃ.
-Gracias tronca.
-Lo siento, estaba vacilándote, puede que tengas razón, pero entonces