Depresión. Juan Moisés De La Serna

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Depresión - Juan Moisés De La Serna

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ello, el duelo, ha sido entendido como un “simple tránsito” por el que todos debemos pasar cuando perdemos a un ser querido, pero hay que “vigilarlo” para ver que los síntomas no sean tan importantes que estén escondiendo un verdadero Trastorno de Depresión Mayor.

      Hay que tener en cuenta que, en cualquier caso, para superar el duelo es fundamental contar con el apoyo social de familiares y amigos que entiendan la situación y atiendan a la persona mientras está pasando por ese duelo, para que lo haga de la forma adecuada.

      La mayoría de nosotros hemos tenido en algún momento de nuestras vidas una mala racha, una etapa en la que no tenemos ganas de hacer nada, nos sentimos apáticos y abatidos, cualquier problema nos supera y no “levantamos cabeza”, pero con el tiempo todo se va solucionando y recuperamos nuestro estado anterior. Sin embargo, si sientes que este estado se mantiene durante años, es posible que se esté sufriendo un trastorno denominado distimia.

      La distimia es un tipo de trastorno del estado de ánimo, donde la persona experimenta síntomas depresivos crónicos, de duración superior al año en el caso de niños y adolescentes, y a dos años en los adultos. Se considera que tiene un inicio temprano si se presenta antes de los 21 años y tardío si es posterior.

      Es un trastorno con síntomas leves o moderados y no tiene suficiente intensidad para ser considerado un episodio depresivo, requisito para diagnosticar un Trastorno Depresivo Mayor.

      Según el Estudio ESEMeD-España. realizado conjuntamente por la Unidad de Investigación y Desarrollo; Centro de Salud Mental Sant Joan de Déu; Sant Boi de Llobregat, y la Unidad de Investigación en Servicios Sanitarios. Instituto Municipal de Investigación Médica. Barcelona (España) cuyos resultados han sido publicados en el 2006 en la revista científica Medicina Clínica.

      La distimia es el tercer tipo de trastorno mental más frecuente en la población española, afectando a casi un 1,5% de los ciudadanos cada año, y al contrario que en otros trastornos psicológicos, existen importantes diferencias en cuanto a la distribución en la población por género de la distimia, afectando hasta cinco veces más a las mujeres que a los hombres.

      Las causas de la distimia no están todavía suficientemente clarificadas, atribuyéndose a una alteración de un determinado tipo de neurotransmisor denominado serotonina, responsable de manejar las emociones y los juicios de valor; igualmente podrían estar en su origen situaciones de estrés continuadas y factores de personalidad.

      Entre las quejas más frecuentes que llevan a una persona a la consulta médica por este motivo nos podemos encontrar con los siguientes signos de distimia:

      - Estado de ánimo deprimido o irritable (en el caso de niños y adolescentes).

      - Pérdida de interés por las cosas que antes resultaban placenteras.

      - Sentimientos de culpa, minusvalorándose a sí mismo.

      - Percepción de sí mismo como “triste” o “desanimado”.

      - Persistencia de dicho estado durante mucho tiempo.

      A todo lo anterior, además el diagnóstico debe explorar la presencia de los siguientes síntomas de distimia:

      - Alteraciones del apetito (puede presentarse en exceso o en defecto).

      - Escasez de energía y fatiga.

      - Baja autoestima.

      - Dificultad para concentrarse y para tomar decisiones.

      - Alteraciones del sueño (puede presentarse en exceso o en defecto).

      - Síntomas crónicos y persistentes, más leves que los de la depresión.

      Como se puede deducir, la distimia es una enfermedad silenciosa, con una sintomatología leve que puede llegar a pasar desapercibida, siendo en muchos casos, difícil establecer su comienzo; además, antes de poder establecer el diagnóstico de distimia hay que descartar otras causas que pueden estar detrás, como problemas físicos (como el hipotiroidismo) o un origen médico (al estar consumiendo algún tipo de medicamento que justifiquen dicho estado).

      Igualmente, hay que prestar especial cuidado para diferenciarlo de otros trastornos con síntomas parecidos, como el trastorno depresivo breve recurrente o el trastorno de personalidad depresiva:

      En el primero se experimentan múltiples trastornos depresivos a lo largo de la vida, pero estos son episódicos y aislados, y muestran una sintomatología más grave.

      Con respecto al trastorno de personalidad depresiva, éste es un rasgo permanente de la persona, luego se puede diagnosticar la distimia si ha tenido un inicio tardío.

      A pesar de lo indicado con anterioridad, hay que resaltar que la distimia suele presentarse junto con otros trastornos tanto físicos como psicológicos. Entre los primeros estaría el dolor crónico, la fibromialgia y el síndrome de colon irritable; entre las enfermedades mentales, se suele presentar junto con depresión mayor en el 40% de los casos, denominándose entonces depresión doble; pero también puede ir acompañada de Trastornos de Ansiedad, especialmente del Trastorno por Crisis de Angustia.

      Una vez obtenido el diagnóstico oportuno hay que establecer el tratamiento orientado a que la persona recupere un estado de ánimo “normal”, tal y como tenía antes de que padeciese distimia.

      Entre las acciones que se pueden llevar a cabo para prevenir la distimia podemos destacar:

      - Realizar diariamente algún tipo de actividad deportiva moderada, aunque sólo sea pasear, preferentemente al aire libre.

      - Llevar un sistema de comidas adecuado, en el que se eviten los excesos o las dietas prolongadas.

      - Mantener un nivel moderado de actividad (trabajo/estudio) diaria, evitando situaciones de estrés, en el que la persona se pueda sentir útil con aquello que hace.

      - Cuidar las relaciones sociales, ya sean familiares o de amistad, consolidando relaciones emocionales duraderas y de calidad.

      - Dormir alrededor de ocho horas diarias, tiempo que puede variar en función de la edad, teniendo en cuenta que debe ser el suficiente para recuperarse y poder rendir adecuadamente al día siguiente.

      Es normal sentir somnolencia y decaimiento los primeros días, cuando se cambia de estación, sobre todo al entrar en la época del frío; pero si estos y otros síntomas permanecen puede que nos encontremos ante una Depresión Estacional.

      Seguramente habrá sentido alteraciones en su organismo en algunos momentos del año, sobre todo ante los cambios de estaciones, aunque normalmente lo achacamos a la disminución de la temperatura o al aumento de la humedad, cuando nos acercamos al invierno; o a una subida de temperatura y reducción de humedad cuando se acerca el verano.

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