Una Vez Inactivo . Блейк Пирс

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Una Vez Inactivo  - Блейк Пирс Un Misterio de Riley Paige

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style="font-size:15px;">      Ryan se encogió. Aunque Riley no quería herirlo, tenía que ser honesta.

      –Tengo mi propia vida ahora… una vida muy buena —dijo—. Tengo dos hijas que criar. Blaine y yo tenemos una relación muy seria. De hecho…

      Estuvo a punto de hablarle de los planes de Blaine de construir otra ala en su casa.

      Pero no, eso sería demasiado en este momento.

      En lugar de eso, dijo: —Puedes vender nuestra antigua casa.

      –Lo sé —dijo Ryan, aun llorando en silencio—. Planeo hacerlo. Pero entretanto… simplemente no puedo vivir allí.

      Riley quería hacer algo para consolarlo, darle la mano, darle un abrazo, o algún otro gesto físico de consuelo.

      Era tentador, y sentía sus antiguos sentimientos por él trepando hasta la superficie…

      «No lo hagas —se dijo a sí misma—. Mantén la calma. Piensa en Blaine. Piensa en las chicas.»

      Ryan estaba sollozando patéticamente ahora. En una voz verdaderamente frenética, dijo: —Riley, lo siento. Quiero empezar de nuevo. Quiero ser un buen esposo y un buen padre. Ciertamente puedo hacerlo si… lo intentamos de nuevo.

      Manteniendo el espacio físico entre ellos, Riley dijo: —Ryan, no, no podemos. Es demasiado tarde para eso.

      –Nunca es demasiado tarde —dijo Ryan entre sollozos—. Vámonos lejos tú y yo, arreglemos las cosas.

      Riley se estremeció.

      «No sabe lo que está diciendo —pensó—. Está teniendo un ataque de nervios.»

      También se sentía bastante segura de que había bebido bastante hoy.

      Con una risa nerviosa, Ryan dijo: —¡Ya sé! ¡Vamos a la cabaña de tu padre! Nunca he ido, ¿puedes creerlo? Ni una sola vez en todos estos años. Podemos pasar unos días allí y…

      Riley lo interrumpió bruscamente: —Ryan, no.

      Ryan la miró como si no pudiera creer lo que estaba oyendo.

      Con voz más suave, Riley dijo: —Vendí la cabaña, Ryan. E incluso si no lo hubiera hecho… —Se quedó callada por un momento y luego dijo—: Ryan, tienes que salir de esta tú mismo. Quisiera poder ayudarte, pero no puedo.

      Los hombros de Ryan se hundieron. Parecía estar entendiendo.

      Ella dijo: —Eres un hombre fuerte, inteligente e ingenioso. Saldrás adelante. Sé que sí. Pero yo no puedo hacer nada por ti. No sería bueno para mí, y sabes en el fondo que tampoco sería bueno para ti.

      Ryan asintió miserablemente. —Tienes razón —dijo, su voz más firme ahora—. Es mi desastre para arreglar. Siento haberte molestado. Me iré a casa ahora.

      Mientras se puso de pie, Riley dijo: —Espera un minuto. No estás en condiciones de conducir a casa. Yo te llevo. Puedes venir a buscar tu auto cuando te sientas mejor.

      Ryan asintió de nuevo.

      Riley se sintió aliviada de que no discutirían por eso, y que no tendría que quitarle las llaves a la fuerza.

      Riley finalmente se atrevió a tomarlo por el brazo para llevarlo a su auto. Realmente parecía necesitar su apoyo físico.

      Ninguno de los dos habló durante el viaje. Cuando llegaron a la hermosa casa que compartieron hace un tiempo, dijo: —Riley, hay algo que he querido decirte. Creo que lo has hecho muy bien. Y te deseo toda la felicidad del mundo.

      Riley sintió un nudo en la garganta.

      –Oh, Ryan… —comenzó.

      –No, escúchame por favor, porque esto es importante. Te admiro. Has hecho cosas maravillosas. Has sido una gran madre para April, y adoptaste a Jilly y tienes una relación con un buen tipo. Y al mismo tiempo has estado haciendo tu trabajo, atrapando a tipos malos y salvando vidas. No sé cómo lo has hecho. Tu vida es completa.

      Riley estaba muy sorprendida… y muy perturbada.

      ¿Cuándo fue la última vez que Ryan le dijo algo así?

      Simplemente no tenía idea de qué decir.

      Para su alivio, Ryan se salió del auto sin decir una palabra más.

      Riley se quedó mirando la casa mientras Ryan entraba. Se sentía mal por él. No podía imaginarse enfrentar esa casa sola, no con todos los buenos y malos recuerdos que albergaba.

      Y esas palabras que había dicho…

      —Tu vida es completa.

      Suspiró y murmuró en voz alta:

      –No es verdad.

      Todavía le resultaba difícil criar a dos chicas mientras hacía su trabajo absorbente y a veces peligroso. Tenía demasiado de qué ocuparse, y aún no había aprendido a manejarlo todo.

      ¿Siempre sería así?

      ¿Y cómo encajaría Blaine en todo eso?

      ¿Un matrimonio exitoso incluso era posible para ella?

      Se estremeció ante la idea de que tal vez estaría en el lugar de Ryan un día.

      Luego se alejó de la casa donde había vivido y condujo de vuelta a su hogar.

      CAPÍTULO OCHO

      Riley estaba caminando de un lado a otro en su sala de estar.

      Se dijo a sí misma que solo debería relajarse, que había aprendido a hacerlo en sus recientes vacaciones. Pero cuando lo pensaba, se encontraba recordando lo que su padre le había dicho en su pesadilla: —Eres una cazadora, como yo.

      Definitivamente no se sentía como una cazadora en este momento.

      «Más como un animal enjaulado», pensó.

      Acababa de llegar a casa después de llevar a las chicas a su primer día de clases. Jilly estaba encantada de finalmente estar en la misma escuela que su hermana. Los nuevos estudiantes y sus padres asistieron a la ceremonia de bienvenida en el auditorio y luego hicieron un breve recorrido por las aulas. April había podido hacer el recorrido con Riley y Jilly.

      Aunque Riley no tuvo la oportunidad de hablar largo y tendido con cada maestro, había logrado presentarse como la madre de Jilly y a April como su hermana. Algunos de los nuevos maestros de Jilly le habían dado clases a April en años anteriores y dijeron muchas cosas lindas de ella.

      Cuando Riley quiso quedarse después de la orientación, las dos chicas la molestaron.

      —¿Y hacer qué? —le había preguntado April—. ¿Ir a todas las clases de Jilly?

      Riley había dicho que tal vez lo haría, provocando un gemido de desesperación de Jilly.

      —¡Mamá! ¡Eso sería muy mala onda!

      April se echó a reír y dijo:

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