Esperando . Блейк Пирс
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Esperando - Блейк Пирс страница 16
Charlie caminó con Riley y Crivaro por un corto pasillo alumbrado por luz de color ámbar. Luego atravesaron una segunda puerta a una habitación inundada de la misma luz extraña.
Lo primero que Riley notó fue el olor penetrante y acre de productos químicos. Curiosamente, el olor no le pareció nada desagradable. En cambio, parecía casi purificador. Ya no olía el hedor de la basura.
Además, ya no sentía tan horrorizada y tenía menos náuseas. Era un verdadero alivio.
Riley miró a su alrededor, fascinada por todos los equipos sofisticados.
Charlie levantó una hoja de papel con filas de imágenes y la examinó a la luz tenue.
—Aquí están los negativos —dijo—. Parece que era tremenda fotógrafa. Es una pena lo que le pasó.
A lo que Charlie colocó las tiras de película sobre una mesa, Riley se dio cuenta de que nunca había estado en un cuarto oscuro antes. Siempre había llevado sus rollos a una farmacia. Ryan y algunos de sus amigos habían comprado cámaras digitales hace poco. Esas cámaras no utilizaban película.
El esposo de Janet Davis le había dicho a McCune que su esposa utilizaba dos tipos de cámaras. Tendía a utilizar una cámara digital para trabajos profesionales. Pero ella consideraba las tomas del parque trabajo, y ella prefirió una cámara de película para eso.
Riley pensó que Charlie también parecía ser un artista, un verdadero maestro en lo que estaba haciendo. Eso le hizo preguntarse: «¿Esto es un arte en extinción?»
¿Todo este trabajo hábil con película, papel, instrumentos, termómetros, temporizadores, válvulas y productos se extinguiría algún día? Eso le parecía triste.
Charlie comenzó a imprimir las fotos una por una. Primero, amplió los negativos sobre una hoja de papel fotográfico. Luego, empapó los papeles en varios líquidos. Luego, los dejó remojando bajo el agua de grifo. Finalmente, Charlie colgó las fotos con clips a un soporte giratorio.
Fue un proceso lento y silencioso. El silencio solo fue interrumpido por el sonido del goteo de líquido, el arrastrar de pies y unas pocas palabras habladas de vez en cuando que parecían ser susurros reverentes. Simplemente no se sentía correcto hablar en voz alta aquí.
Riley le pareció todo este silencio muy relajante después del desorden ruidoso en la escena del crimen de los policías luchando para mantener alejados a los periodistas.
Riley observó las fotos revelarse durante varios largos minutos.
Las fotografías en blanco y negro capturaban una noche tranquila y pacífica en el parque. Una mostraba un puente peatonal de madera que se extendía sobre un estrecho paso de agua. Otra parecía al principio ser una bandada de gaviotas volando, pero cuando la vio mejor se dio cuenta de que los pájaros formaban parte de una gran estatua.
Otra foto mostraba un obelisco de piedra con el Monumento a Washington. Las otras fotos eran de ciclovías y otros caminos que atravesaban zonas boscosas.
Las fotos habían sido tomadas en plena puesta del sol, creando sombras grises, halos brillantes y siluetas. Riley veía que Charlie había tenido razón en decir que Janet había sido excelente fotógrafa.
Riley también percibía que Janet había conocido bien el parque porque había escogido los lugares donde tomaría sus fotos con mucha antelación y también la hora del día cuando no habría muchos visitantes. Riley no vio ni a una sola persona en ninguna de las fotos. Era como si Janet hubiera tenido el parque para ella sola.
Finalmente vio unas fotos de un puerto deportivo, sus muelles, barcos y agua resplandecientes. La foto era muy pacífica. Riley casi que podía oír el suave chapoteo de agua y los gritos de las aves, casi que podía sentir el aire frío.
Finalmente vio una foto mucho más discordante.
También era del puerto deportivo ya que distinguía algunas dársenas y barcos. Pero todo lo demás estaba borroso, caótico y confuso.
Riley entendió lo que debió haber sucedido justo cuando tomó esa foto.
«El asesino arrancó el arma de su mano», pensó.
Riley tenía el corazón en la garganta.
Sabía que la foto había captado el instante en el que el mundo de Janet Davis cambió para siempre.
En una fracción de segundo, esa tranquilidad y belleza se había convertido en fealdad y terror.
CAPÍTULO NUEVE
Mientras Riley miraba la foto borrosa, se preguntó: «¿Qué sucedió después?»
Después de que se le cayó la cámara, ¿qué le pasó?
¿Luchó contra su agresor hasta que la sometió y la ató?
¿Estuvo consciente durante todo su calvario? ¿O perdió el conocimiento allí mismo cuando tomó la fotografía?
¿Se despertó en los momentos finales?
«Tal vez no importa», pensó Riley.
Recordó que el médico forense había dicho que era probable que Janet había muerto de una sobredosis de anfetaminas.
Si eso era cierto, realmente había muerto de miedo.
Y ahora Riley estaba mirando el momento en el que su calvario había comenzado. Se estremeció ante ese pensamiento.
Crivaro señaló la foto y le dijo a Charlie: —Amplía todo. Todas las fotografías, cada centímetro cuadrado.
Charlie se rascó la cabeza y le preguntó: —¿Qué estás buscando?
—Personas —dijo Crivaro. —Cualquiera que puedas encontrar. Janet Davis parece haber creído que estaba sola, pero no fue así. Alguien estuvo acechándola. Tal vez lo captó en alguna de las fotos sin darse cuenta. Si encuentras a cualquier persona, amplíala lo más que puedas.
Aunque no lo dijo en voz alta, Riley se sentía escéptica.
«¿Encontrará a alguien?», se preguntó.
Tenía la sensación de que el asesino era demasiado sigiloso como para dejarse fotografiar por accidente. Dudaba que esta búsqueda microscópica de las fotos revelara algún rastro de él.
En ese momento, el teléfono de Crivaro sonó en su bolsillo. Dijo: —Eso tiene que ser McCune.
Riley y Crivaro salieron del cuarto oscuro y Crivaro se alejó para tomar la llamada. Se veía emocionado por lo que McCune le estaba diciendo. Cuando finalizó la llamada, le dijo a Riley: —McCune localizó la tienda de disfraces donde Janet Davis tomó las fotos. Está en camino y nos encontraremos con él allá. Vámonos.
*
Cuando