Antes De Que Se Lleve . Блейк Пирс
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“Deja que te haga una pregunta,” dijo Mackenzie.
“Dispara.”
“¿Hiciste una solicitud para trabajar conmigo en este caso?”
Ellington no le respondió de inmediato. Ella podía ver sus engranajes girando detrás de su mirada antes de responder y se preguntó por qué podría tener alguna razón para mentirle.
“En fin, oí hablar del caso y, como ya sabes, tengo una relación laboral con la oficina de campo en Omaha. Y como esa es la oficina de campo más cercana a nuestro objetivo en Iowa, me presenté para la tarea. Cuando él me preguntó si me importaba trabajar contigo en este caso, no discutí.”
Ella asintió, empezando a sentirse casi culpable por preguntarse si él tenía otras razones para querer el trabajo. A pesar de que ella había albergado algún tipo de sentimientos hacia él (que nunca había estado segura de si eran estrictamente físicos o en cierto modo emocionales), él nunca le había dado razones para asumir que él sentía lo mismo. Era demasiado fácil recordar cómo le había hecho una proposición la primera vez que se conocieron en Nebraska para después ser rechazada.
Esperemos que él se haya olvidado de eso, pensó ella. Ahora soy una persona diferente, él está demasiado ocupado como para preocuparse de mí, y estamos trabajando juntos. Es agua pasada.
“¿Y qué hay de ti?” preguntó ella. “¿Cuáles son tus primeras impresiones?”
“Creo que no tiene intención de matar a las mujeres,” dijo Ellington. “No hay pistas, no es presuntuoso, y como tú, creo que tiene que tratarse de un habitante de la zona. Creo que quizá las esté coleccionando… con qué finalidad, no voy a especular, pero eso me preocupa si tengo razón.”
También le preocupaba a Mackenzie. Si había alguien suelto secuestrando a mujeres, con el tiempo se le acabaría el espacio. Y quizá el interés… lo cual significaba que tendría que detenerse más tarde o más temprano. Y mientras que esto era en teoría algo positivo, también significaba que su rastro se enfriaría sin la existencia de más escenas donde pudiera dejar pruebas.
“Creo que tienes razón sobre lo de coleccionarlas,” dijo ella. “Viene a por ellas cuando son vulnerables—mientras trajinan con coches o ruedas pinchadas. Significa que se aproxima discretamente en vez de afrontarlas directamente. Seguramente es tímido.”
Él esbozó una sonrisa y dijo, “Bueno, esa es una buena observación.”
Su esbozo se convirtió en una sonrisa de la que ella tuvo que alejar la vista, consciente de que habían desarrollado la costumbre de alargar las miradas entre ellos un poco de más. En vez de ello, volvió la mirada al cielo azul y a las nubes mientras el Medio Oeste se acercaba rápidamente por debajo de ellos.
***
Con muy poco equipaje entre los dos, Mackenzie y Ellington atravesaron el aeropuerto sin ningún problema. Durante la parte final del vuelo, Ellington informó a Mackenzie de que ya se habían concertado ciertos planes (supuestamente mientras ella había ido a su apartamento a toda prisa para ir después al aeropuerto). Ellington y ella se iban a encontrar con dos agentes de campo locales y a trabajar con ellos para solucionar el caso tan rápido como fuera posible. Sin la necesidad de detenerse junto a la cinta transportadora de equipajes, pudieron encontrar a los agentes sin ninguna pega.
Se reunieron en uno de los incontables Starbucks que había en el aeropuerto. Ella dejó que Ellington llevara la voz cantante porque era evidente que McGrath le veía a él como el agente encargado del caso. ¿Por qué otra razón dejaría a Ellington a cargo de saber dónde encontrarse con los agentes de campo? ¿Por qué otra razón le había dado a Ellington un aviso adecuado, con tiempo de sobra para llegar cómodamente a tomar su vuelo a tiempo? De ninguna manera el tipo tenía más de veinticuatro años. Su compañero parecía más endurecido y mayor—seguramente a punto de cumplir los cincuenta en cualquier momento.
Ellington se dirigió directamente hacia ellos y Mackenzie le siguió. Ninguno de los agentes se levantó, pero el más mayor ofreció su mano a Ellington cuando se acercaron a la mesa.
“¿Agentes Heideman y Thorsson, supongo?” preguntó Ellington.
“Culpables,” dijo el hombre más maduro. “Soy Thorsson, y mi compañero es Heideman.”
“Encantado de conoceros,” dijo Ellington. “Soy el Agente Especial Ellington y esta es mi compañera, la Agente White.”
Todos se dieron las manos de una manera que casi se había hecho tediosa para Mackenzie desde que se uniera al Bureau. Era casi una formalidad, un asunto incómodo que tenía que hacerse para ponerse manos a la obra. Ella notó que cuando Heideman le dio la mano, su agarre era endeble y sudoroso. No parecía tan nervioso como a lo mejor algo tímido e introvertido.
“¿Así que a qué distancia se encuentran las escenas?” preguntó Ellington.
“La más cercana está como a una hora de distancia,” dijo Thorsson. “Las demás están a entre diez y quince minutos de distancia entre ellas.”
“¿Ha habido alguna novedad desde primeras horas de la mañana?” preguntó Mackenzie.
“Zero,” dijo Thorsson. “Esta es una de las razones por las que os llamamos a vosotros. Hasta el momento, este tipo se ha llevado tres mujeres y no podemos generar ni un amago de pista. Es tan terrible que el estado está pensando en usar cámaras a lo largo de la autopista. El obstáculo de eso, sin embargo, es que no es tan fácil poner bajo cámaras de vigilancia setenta y cinco kilómetros de carreteras secundarias.”
“En fin, técnicamente se puede,” dijo Heideman. “Aunque son un montón de cámaras y un buen puñado de monedas. Por eso algunos agentes a nivel estatal solo lo consideran como un último recurso.”
“¿Entonces podemos ponernos en marcha y ver la primera escena?” preguntó Ellington.
“Sin duda,” dijo Thorsson. “¿Tenéis que encargaros primero de hoteles y cosas así?”
“No,” dijo Mackenzie. “Pongámonos a trabajar por ahora. Si decís que hay tanta carretera que recorrer, no podemos perder el tiempo.”
Mientras Thorsson y Heideman se levantaban, Ellington le miró de manera peculiar. Ella no estaba segura de si estaba impresionado con la dedicación que mostraba al querer ir a la primera escena tan rápido como fuera posible o si le parecía divertido que ella no le estuviera dejando tomar las riendas del todo en esto. Lo que ella esperaba que no pudiera percibir era que la idea de acercarse a un hotel con Ellington le hacía sentir demasiadas emociones a la vez.
Salieron del Starbucks en algo parecido a una fila india. A Mackenzie le emocionó ligeramente que Ellington la esperara, asegurándose de que no se quedara la última de la fila.
“Sabéis,” dijo Thorsson, mirando por encima de su hombro. “Me alegro de que queráis salir a la escena de inmediato. Hay un mal presentimiento circulando sobre todo este asunto. Se puede sentir cuando hablas con las fuerzas de policía locales y está empezando a afectarnos también a nosotros.”
“¿Qué tipo de presentimiento?”