Una Razón Para Temer . Блейк Пирс
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Una Razón Para Temer - Блейк Пирс страница 6
“No”, dijo Connelly. “Identificamos a la mujer y ahora tenemos que informarle a la familia de su muerte. Partimos del hecho de que esta persona lo hará de nuevo”.
“Black, ¿puedes enviarme un informe rápido explicando los detalles?”, preguntó O’Malley.
“Sí, señor”, dijo. Nunca le pedía cosas pequeñas como esas. Se preguntó si esta era otra de sus pruebas no tan sutiles. Había notado que había sido más indulgente con ella durante las últimas semanas, más dispuesto a darle más responsabilidad sin interferencia. Estaba segura de que todo eso tenía que ver con el ascenso ofrecido.
“Ya que ambos están aquí”, dijo O’Malley, mirando a Avery y Ramírez, “me gustaría decirles algo. No tengo mucho tiempo, así que esto será rápido. En primer lugar, no me molesta para nada que estén saliendo. Pensé mucho en separarlos, pero trabajan demasiado bien juntos. Así que, siempre y cuando ambos puedan tolerar las bromas y especulaciones internas, seguirán siendo compañeros. ¿Les parece bien?”.
“Sí, señor”, dijo Ramírez. Avery asintió con la cabeza.
“Ahora... Black. Con respecto al ascenso que te ofrecimos a sargento, necesitaré una respuesta pronto. Digo, en las próximas cuarenta y ocho horas. He tratado de ser paciente, dejándote pensar bien las cosas. Pero han pasado más de dos meses. Creo que es justo”.
“Es justo”, dijo ella. “Te haré saber mi respuesta mañana”.
Ramírez la miró, sorprendido. A decir verdad, su respuesta también la había sorprendido. En el fondo creía saber lo que quería.
“Ahora, respecto a este caso del río”, dijo O’Malley. “Es oficialmente tuyo, Black. Ramírez trabajará contigo, pero compórtense como los profesionales que son”.
Avery se sentía un poco avergonzada y comenzó a ruborizarse. “Dios mío”, pensó. “Primero un día de compras y ahora sonrojándome por un chico. ¿Qué demonios me pasa?”.
Avery desvió el tema para mantener las cosas en marcha. “Quisiera ser la encargada de informarles a los padres”.
“Podemos delegarle eso a otra persona”, sugirió Connelly.
“Lo sé. Pero, aunque suene muy feo, los padres que reciben noticias así de terribles suelen ser los mejores recursos para obtener información. Están vulnerables”.
“Dios mío, eso es bastante cruel”, dijo Connelly.
“Pero efectivo”, dijo O’Malley. “Excelente, Black. Son las cuatro y cincuenta. Con un poco de suerte, podrás encontrarlos llegando a casa de sus trabajos. Me aseguraré de que alguien te envíe la dirección por mensaje de texto dentro de los siguientes diez minutos. Ahora manos a la obra. Pueden retirarse”.
Avery y Ramírez salieron de la sala. En el pasillo, los oficiales que trabajaban en horario de oficina estaban finalizando su día. Pero a Avery aún le faltaba mucho trabajo por hacer este día. De hecho, con la tarea de darles la noticia de la muerte de una mujer joven a sus padres en el horizonte, Avery supo que esta sería una noche muy larga.
CAPÍTULO CUATRO
Los Dearborne vivían en una pequeña casa pintoresca en Somerville. Avery leyó la información que le habían enviado por mensaje de texto y correo electrónico mientras que Ramírez conducía. Patty Dearborne había sido una gran estudiante. Estaba cursando su último año en la Universidad de Boston y tenía intenciones de convertirse en la consejera de una empresa de salud del comportamiento. Su madre, Wendy, era una enfermera especializada en traumatismos que trabajaba en dos hospitales diferentes. El padre de Patty, Richard, era el director de desarrollo de negocios de una gran empresa de telecomunicaciones. Eran una familia acomodada con un expediente impecable.
Y Avery estaba a punto de decirles que su hija había muerto. No solo que estaba muerta, sino que había sido arrojada a un río helado completamente desnuda.
“Entonces”, dijo Ramírez mientras conducía por las pequeñas calles rústicas de los vecindarios de Somerville. “¿Vas a aceptar el puesto de sargento?”.
“No sé todavía”, dijo.
“¿Qué tienes en mente?”
Ella lo pensó por un momento y luego negó con la cabeza. “No quiero hablar de eso en este momento”. Parece insignificante en comparación con lo que estamos a punto de hacer”.
“Oye, tú te ofreciste a hacerlo”, señaló.
“Lo sé”, dijo ella, aún no segura del por qué. Sí, era cierto que podrían obtener una buena pista, pero sentía que había algo más. Patty Dearborne solo le llevaba tres años a Rose. Era demasiado fácil ver el rostro de Rose en ese cuerpo congelado. Por alguna extraña razón, eso hizo sentir a Avery que ella era quien tenía que darle la noticia a la familia. Tal vez era un impulso maternal, pero ella sentía que se los debía a los padres.
“Déjame preguntarle algo”, dijo Ramírez. “¿Qué te hace estar tan segura de que esto volverá a suceder? Tal vez un ex novio simplemente perdió la razón. Tal vez no volverá a pasar”.
Ella sonrió brevemente porque sabía que él no estaba discutiendo con ella. Se había dado cuenta de que a él le gustaba vislumbrar cómo funcionaba su mente. Su refutación de sus teorías era simplemente una forma de poner su mente a trabajar a toda máquina.
“Porque, debido a lo que sabemos del cuerpo, este tipo fue cuidadoso y meticuloso. Un ex novio enfurecido no sería tan cuidadoso de no dejar moretones. Las uñas son el factor decisivo para mí. Alguien se tomó su tiempo con ellas. Espero que los padres sean capaces de proporcionarnos más información sobre el tipo de mujer que era Patty. Si sabemos más sobre ella, sabremos exactamente qué parte de la emperifollada fue realizada por la persona que vertió el cuerpo”.
“Hablando de eso”, dijo Ramírez, señalando. “Ya llegamos. ¿Estás lista para esto?”.
Respiró profunda y temblorosamente. Amaba su trabajo, pero esta era una de las partes que más odiaba. “Sí, vamos”, dijo.
Antes de que Ramírez tuviera tiempo de decir una palabra más, Avery abrió la puerta y se bajó del auto.
Se preparó para lo que venía.
***
Avery sabía que todo el mundo reaccionaba diferente ante la pérdida de un ser querido. Es por eso que ella no se sorprendió cuando, quince minutos más tarde, Wendy Dearborne estaba casi en estado de shock mientras que Richard Dearborne estaba gritando de aflicción. En un momento dado, pensó que se pondría violento cuando golpeó un florero en la mesa de la cocina y lo envió al suelo estrepitosamente.
El peso de la noticia podía sentirse en la sala. Avery y Ramírez se habían quedado callados, hablando solo cuando los padres les hacían preguntas. En el silencio, Avery vio dos fotos de Patty en la sala de estar; una estaba en la repisa de la chimenea y la otro era un lienzo colgado en la pared de la sala de estar. Avery tenía razón. La niña había sido absolutamente hermosa.
Wendy