Una Vez Tomado . Блейк Пирс
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Читать онлайн книгу Una Vez Tomado - Блейк Пирс страница 3
“Mamá, me estás asustando”, dijo April, su voz temblorosa.
Eso le parecía bien ya que estaba bastante asustada, y su hija tenía todo el derecho de estar tan asustada como ella. Fue al closet de April, alumbró su linterna adentro y vio que no había nadie allí. No había nadie debajo de la cama de April tampoco.
¿Qué debería hacer ahora? Tenía que revisar cada rincón y esquina del resto de la casa.
Riley sabía lo que diría su compañero, Bill Jeffreys.
Coño, Riley, pide ayuda.
Su antigua tendencia de hacer las cosas solas siempre había enfurecido a Bill. Pero esta vez le haría caso. Con April en casa, Riley no iba a correr ningún riesgo.
“Ponte una bata de baño y unos zapatos”, le dijo a su hija. “Pero no salgas de la habitación — todavía no”.
Riley volvió a su habitación y cogió su teléfono de la mesita. Marcó la Unidad de Análisis de Conducta automáticamente. Tan pronto como oyó una voz en la línea, dijo, “Habla la Agente Especial Riley Paige. Hubo un intruso en mi casa y todavía podría estar aquí. Necesito que envíen a alguien rápidamente”. Pensó por un segundo, y luego agregó, “Y envíen también un equipo de evidencias”.
“Lo haremos de inmediato”, fue la respuesta.
Riley finalizó la llamada y salió al pasillo de nuevo. A excepción de los dormitorios y el pasillo, la casa todavía estaba oscura. Podría estar en cualquier lugar al acecho, esperando el momento para atacar. Este hombre la había cogido desprevenida una vez, y casi había muerto en sus manos.
Riley se movió eficientemente por la casa, encendiendo luces y manteniendo su pistola preparada. Alumbró su linterna dentro de todos los armarios y esquinas oscuras.
Por último, miró el techo del pasillo. La puerta ubicada arriba daba al ático, con una escalera desplegable adentro. ¿Se atrevía a subir allí para echar un vistazo?
En ese momento Riley escuchó las sirenas de la policía y dio un suspiro de alivio. Entró en cuenta que la agencia había llamado a la policía local, porque la sede de la UAC quedaba a más de media hora de distancia.
Fue a su habitación y se colocó su bata de baño y unos zapatos y luego volvió a la habitación de April.
“Ven conmigo”, dijo. “Quédate cerca”.
Aun sosteniendo su arma, Riley envolvió su brazo izquierdo alrededor de los hombros de April. La pobre niña estaba temblando de miedo. Riley condujo a April a la puerta y la abrió justo cuando varios oficiales de policía uniformados llegaron corriendo por la acera.
El oficial masculino a cargo entró en la casa, su arma desenvainada.
“¿Cuál es el problema?”, preguntó.
“Alguien estuvo en la casa”, dijo Riley. “Todavía podría estar aquí”.
El oficial miró la pistola en su mano incómodamente.
“Soy agente del FBI”, dijo Riley. “Pronto llegarán los agentes de la UAC. Ya registré toda la casa, excepto el ático. Hay una puerta en el techo sobre la sala”.
El oficial gritó, “Bowers, Wright, vengan aquí y revisen el ático. Los demás revisen las afueras y el frente de la casa”.
Bowers y Wright se dirigieron hacia el pasillo y bajaron la escalera. Ambos sacaron sus armas. Uno esperó en la parte inferior de la escalera mientras el otro subió y alumbró su linterna dentro del ático. El hombre desapareció en el ático en pocos momentos.
Una voz gritó pronto, “No hay nadie aquí”.
Riley quería sentirse aliviada. Pero la verdad era que ella deseaba que Peterson estuviera allí. Así podrían arrestarlo en este mismo momento o, mejor aún, dispararle. Estaba casi segura de que no iban a encontrarlo ni en el patio trasero, ni en el delantero.
“¿Tienes un sótano?”, preguntó el oficial a cargo.
“No, sólo un semisótano”, dijo Riley.
“Benson, Pratt, verifiquen debajo de la casa”, dijo el oficial.
April no soltaba a su madre por nada en el mundo.
“¿Qué pasa, Mamá?”, preguntó.
Riley vaciló. Por años había evitado decirle a April gran parte de la cruda verdad de su trabajo. Pero recientemente había entrado en cuenta que había sido demasiado protectora. Por eso le había contado a April sobre su traumático cautiverio en manos de Peterson—o al menos todo lo que había creído que podía soportar. También le había contado sobre sus dudas de que el hombre estuviera realmente muerto.
Pero, ¿qué le diría a April ahora? No estaba segura.
Antes de que Riley pudiera decidirse, April dijo, “Es Peterson, ¿verdad?”.
Riley abrazó a su hija afectuosamente. Asintió con la cabeza, tratando de esconder el escalofrío que recorrió todo su cuerpo.
“Está vivo”.
Capítulo 2
La casa de Riley estaba llena de personas que llevaban uniformes o que tenían la insignia del FBI una hora más tarde. Agentes federales fuertemente armados y un equipo de evidencias trabajaban con la policía.
“Coloca las piedritas que están sobre la cama en una bolsita”, dijo Craig Huang. “Necesitarán ser examinadas para ver si tienen huellas o ADN”.
A Riley no le gustó ver que Huang estaba a cargo. Él era muy joven, y su experiencia previa trabajando con él no había sido la mejor. Pero ahora veía que estaba dando órdenes sólidas y que estaba organizando la escena eficazmente. Huang estaba mejorando en su trabajo.
El equipo de evidencias ya estaba revisando cada pulgada de la casa y buscando huellas digitales. Otros agentes habían desaparecido en la oscuridad detrás de la casa, tratando de encontrar huellas vehiculares o algún indicio de un sendero por el bosque. Ahora que las cosas parecían estar desarrollándose con normalidad, Huang llevó a Riley a la cocina. Se sentaron en la mesa. April se unió a ellos, aún muy conmovida.
“¿Qué piensas?”, le preguntó Huang a Riley. “¿Existe alguna posibilidad de que lo encontremos?”.
Riley suspiró con desaliento.
“No, me temo que se fue hace mucho. Lo más probable es que estuvo aquí temprano, antes de que mi hija y yo llegáramos a casa”.
En ese momento una agente entró por la parte trasera de la casa. Tenía cabello oscuro, ojos oscuros y una tez morena, e incluso parecía ser más joven que Huang.
“Agente Huang, encontré algo”, dijo la mujer. “Rasguños en la cerradura de la puerta trasera. Parece que alguien la forzó”.
“Buen