Un Rastro de Muerte . Блейк Пирс
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—Vete al carajo.
—Esa es la respuesta incorrecta. Piensa en ello de camino a la estación.
Le dio la espalda, vaciló por un instante, y entonces, repentinamente, giró y lo golpeó con el puño duro y cerrado, con cada gramo de frustración en su cuerpo. Le dio de lleno en la sien, en el mismo punto de la herida anterior. Esta se abrió y salpicó de sangre todo, incluyendo la blusa de Keri.
Ray la contempló incrédulo, paralizado. Entonces puso de pie a Denton Rivers de un solo tirón y dijo:
—¡Escucha a la dama! ¡Muévete! Y no tropieces y golpees tu cabeza con otra mesa de café.
Keri le dedicó una sonrisa agridulce pero Ray no se la devolvió. Se veía horrorizado.
Algo como esto podía costarle a ella su trabajo.
A ella no le importaba, sin embargo. Todo lo que le importaba ahora mismo era hacer que este pequeño vago hablara.
CAPÍTULO CINCO
Lunes
Atardecer
Keri condujo el Prius, con Ray en el asiento de pasajero, mientras seguían a la patrulla que ella había llamado para trasladar a Rivers a la estación. Keri escuchaba en silencio mientras Ray atendía el teléfono.
La capitana a cargo de la División Los Ángeles Oeste era Reena Beecher, quien sería puesta al tanto de la situación por la cabeza de la Unidad de Delitos Mayores de la División Pacífico, el Teniente Cole Hillman, a la sazón jefe de Keri y Ray. Era él a quien Ray estaba informando. Hillman, o “Martillo” como algunos de sus subordinados le llamaban, tenía jurisdicción sobre personas desaparecidas, homicidio, robo, y crímenes sexuales.
Keri no era una gran fan de él. Para ella, Hillman parecía más interesado en cuidar su trasero que ponerlo en la línea de fuego para resolver los casos. Quizás los años de servicio le habían suavizado. No tenía escrúpulos en atacar a los detectives que no limpiaban las mesas de su lista de casos abiertos. De allí el sobrenombre de “Martillo” que parecía agradarle. Pero para la mentalidad de Keri él era un hipócrita que se cabreaba cuando ellos no cerraban casos y se cabreaba también cuando ellos se arriesgaban para resolver esos mismos casos. Keri pensaba que un sobrenombre más apropiado era “imbécil”. Pero ya que no lo podía llamar así, su pequeña rebelión era tampoco llamarlo por su sobrenombre.
Keri aceleró por las calles de la ciudad, tratando de no perder al vehículo del escuadrón que iba delante. Junto a ella, Ray resumía para Hillman el cómo una llamada cayendo la tarde acerca de una adolescente perdida por un par de horas, se había transformado de pronto en una situación potencial de secuestro, de la hija quinceañera de un senador de los Estados Unidos. Describió el video de vigilancia de la oficina de préstamos, la visita a Denton Rivers (excepto algunos detalles) y todo lo demás entre una cosa y otra.
—La Detective Locke y yo estamos llevando a Rivers a la estación para más interrogatorios.
—Espera, espera —dijo Hillman—. ¿Qué está haciendo Keri Locke en este caso? Esto está muy por encima de su rango, Sands.
—Ella tomó la llamada, Teniente. Y ella ha descubierto casi todas las pistas que tenemos hasta ahora. Ya casi estamos en la estación. Le informaremos lo demás entonces, señor.
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