Recursos del subsuelo, siglos XVI al XX. Inés Herrera
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México, 3 de noviembre de 2003
ENRIQUE SEMO
La explotación
de los recursos del subsuelo,
base de la economía mexicana
a través de su historia
LA RIQUEZA MINERAL del subsuelo mexicano ha constituido por más de 470 años la base de su economía. La explotación de los metales preciosos, industriales, no metálicos y combustibles marcó la actividad económica nacional y ligó al país a las vicisitudes que registraron estos productos en el mercado exterior, principal destino de la producción mineral mexicana hasta la primera mitad del siglo XX.
Esta caracterización de México como productor y exportador de materias primas minerales a lo largo de varias centurias, con un sector externo muy desarrollado, dependiente en extremo del mercado internacional y, al parecer, poco ligado a la economía interna ha estado presente en la historiografía de la historia económica mexicana y latinoamericana, así como en las principales teorías del desarrollo económico de estos países durante los años sesenta, además de que ha servido de base a la criticada idea de los enclaves mineros. En los años setenta comenzó a tomar fuerza una concepción que destacó los lazos que la minería mantuvo con la vida económica, social y política, tanto nacional como regional, al igual que la capacidad de este sector para conformar y modificar espacios geoeconómicos.
En nuestro análisis estamos más cercanos a esta última posición, por lo que hemos tratado de rescatar la problemática interna que ha rodeado y generado esta actividad, sin soslayar aspectos externos que también modificaron su desarrollo.
Hemos dividido la historia de la minería mexicana en nueve etapas, con el fin de caracterizar, de manera global, la actividad en cada una de ellas. En las primeras, la definición se hizo en el largo plazo, por la brevedad del trabajo y los límites de la historiografía. Iniciamos esa parte con un bosquejo de lo que fue la minería, antes de la llegada de los españoles, y en los tres siguientes evaluamos los ciclos de auge y depresión de la minería colonial, así como su significado interno. A partir del siglo XIX y hasta el siglo XX, debido a que disponíamos de mayor información, pudimos evaluar los desequilibrios y reacomodos en las minerías nacional y regional, e incluso seguirlos en el corto plazo. En esta parte analizamos la crisis minera de la guerra de Independencia y el repunte posterior; enseguida el ciclo expansivo de fines del siglo XIX y comienzos del XX; el desarrollo y el abandono del proyecto nacionalista respecto a los recursos mineros; y, en un capítulo especial, la explotación del petróleo en el siglo XX, como la continuación del aprovechamiento de los recursos del subsuelo mexicano, por casi quinientos años.
La minería prehispánica
LA EXPERIENCIA PREHISPÁNICA en actividades mineras se limitó a la explotación de placeres de oro y de algunas minas de escasa profundidad de metales preciosos, cobre, estaño, plomo y mercurio. Probablemente la extracción comenzó antes de la era cristiana, y la metalurgia alrededor del siglo X de nuestra era. El área más conocida de la minería prehispánica es la de los actuales estados de Oaxaca, Guerrero, Michoacán y Querétaro; del resto del país se sabe poco. En los primeros lugares donde se desarrolló la minería fue la región costera del Pacífico y desde allí se expandió al resto del país.1
Se encuentran vestigios de explotaciones mineras de oro en Oaxaca, Guerrero y Michoacán, en el centro de México y tal vez en la zona maya; de cobre en Michoacán, Guerrero, Oaxaca y en el altiplano central; de plata en Guerrero e Hidalgo; y de estaño, plomo y mercurio en varios sitios.
El conocimiento de la metalurgia no se inició en México sino hasta comienzos del posclásico y provino de los centros de alta cultura de América del Sur. Los receptores parecen haber sido los pueblos de la costa del Pacífico sur mexicano. Aquí destacan las piezas de oro hechas con diversas técnicas por las culturas mesoamericanas de la zona mixteca.
De acuerdo con evidencias arqueológicas, aún poco trabajadas, podemos afirmar que existió en el periodo prehispánico, en la sierra de Querétaro, una extensa zona de explotación minera con socavones, galerías estrechas e inclusive grandes salones donde se explotaba el cinabrio.2
También en el área de Guadalcázar, en el altiplano de San Luis Potosí, se han hallado más de treinta sitios prehispánicos que corresponden, en su mayoría, a minas de las cuales se extraían óxidos ferrosos y de mercurio para tintes corporales; además de hematita y calcita. Es probable que la explotación minera de estos lugares tuviera su apogeo entre los siglos VI al XII.3
Durante el dominio mexica, los gobernantes recibieron tributos en oro, plata y otros metales, de los cuales llevaban registros en los libros tributarios de Moctezuma Xocoyotzin. Dichos libros sirvieron de base para la primera búsqueda de riquezas minerales por parte de los conquistadores.
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1 Miguel León-Portilla, Minería y metalurgia en el México antiguo,UNAM, México, 1978. [regresar]
2 Adolfo Langenscheidts, Minería prehispánica en la sierra de Querétaro, Secretaría del Patrimonio Nacional, México, 1970. Véase también Alberto Herrera Muñoz y Elizabeth Mejía Pérez Campos, La minería prehispánica en la Sierra Gorda: sus distritos mineros, ponencia presentada en la III Reunión de Historiadores de la Minería Latinoamericana, Taxco, México, 1993. [regresar]
3 Patricio Dávila Cabrera, La minería como factor de colonización prehispánica en San Luis Potosí; y Diana Zaragoza Ocaña, Guadalcázar, San Luis Potosí, una zona minera prehispánica, ponencias presentadas en la III Reunión de Historiadores de la Minería Latinoamericana, Taxco, México, 1993. [regresar]
El comienzo de las explotaciones
mineras en la Nueva España
y el auge del siglo XVI
EN LOS PRIMEROS AÑOS de la Conquista se continuaron trabajando placeres de oro en las provincias de la costa del Pacífico, sobre todo en Oaxaca, donde Hernán Cortés fue el propietario minero mayor. Estas explotaciones se abandonaron después de 1550 por falta de esclavos.4 También se explotaron pequeños depósitos de oro y plata en Sonora y Sinaloa.
Fue a partir de los años cuarenta del siglo XVI cuando comenzó el hallazgo de las minas novohispánicas que serían, durante varios siglos, la base de la producción mexicana de plata y oro. Estos centros mineros estuvieron ubicados, casi todos, en las áreas norte y central de México. En 1543 se descubrió Compostela, cerca de Guadalajara; Zacatecas en 1546; Santa Bárbara en 1547; Taxco, Sultepec y Temascaltepec en 1548; las vetas de Guanajuato: San Bernabé