Recursos del subsuelo, siglos XVI al XX. Inés Herrera
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La producción minera mexicana creció de manera importante de 1550 a 1630, al igual que las exportaciones a España.6 Sin embargo, en el conjunto de importaciones españolas de metales preciosos, de 1581 a 1660, México representó sólo un tercio del total; el resto correspondió a las remesas de Sudamérica7 (véanse cuadro 1 y gráfica 1 del anexo estadístico).
Los yacimientos encontrados en el norte y el centro de la Nueva España, a mediados del siglo XVI, eran ricos; y la mano de obra barata. Peter Bakewell señala, no obstante, la precariedad de la minería mexicana temprana, y afirma que la población nativa de las áreas donde se desarrollaron las primeras explotaciones mineras, luego de la Conquista, era nómada; además de que la mano de obra que fluyó del altiplano central mexicano hacia el norte minero tampoco tenía mayor experiencia en estas labores, por lo que los conquistadores impusieron sus sistemas de explotación y metalurgia mineras, al igual que su estilo de vida.8
La tecnología aplicada a la minería desde el siglo XVI fue casi por completo europea, sobre todo alemana, pues la experiencia prehispánica en minería subterránea era escasa. En un principio, la refinación de los metales preciosos se hizo bajo el método de fundición; hasta que, en 1554, Bartolomé de Medina inventó el método de patio en la hacienda Purísima de Pachuca. Este método revolucionó la refinación de metales en México y América, porque permitió explotar minerales de baja ley, combinados con plomo, que eran difíciles de tratar por el método de fundición.9
Después de la invención del sistema de patio y de los descubrimientos de Zacatecas y Guanajuato, la minería del oro fue eclipsada por la de la plata. A fines del siglo XVI la extracción de plata era el renglón más importante de la producción minera novohispánica; aunque también se explotaban oro, plomo, estaño y sal.
El proceso de extracción y de refinación se basó en primer lugar en el trabajo manual; más adelante se utilizaron animales de carga, según la disponibilidad de capital.
Los trabajadores mineros provinieron de tres fuentes: repartimientos y encomiendas, esclavos negros, y trabajo asalariado. El tipo de trabajador y la forma de conseguirlo dependió de la ubicación de las explotaciones mineras. En el norte escaseó la mano de obra, porque los nómadas que habitaban estos lugares eran inapropiados para el trabajo minero y no estuvieron sujetos a encomienda ni a repartimientos; en cambio los indios del centro que vivían agrupados en comunidades se incorporaron al trabajo minero, sin cortar, por completo, los lazos con estas agrupaciones.10
La forma de aprovisionarse de trabajadores establece grandes diferencias regionales entre el tipo de mano de obra. En las minas del norte predominaron los trabajadores asalariados, los esclavos indios y negros, y pocos indios de repartimiento.11 En el centro y sur donde las comunidades proporcionaron mucha mano de obra minera predominó el sistema de repartimiento.
La cantidad de trabajadores dependió del tamaño de las empresas. En el siglo XVI, las primeras empresas mineras del norte de la Nueva España fueron de mediano a pequeño tamaños, además del gambusinaje. En las empresas grandes, donde se empleaba a mucha gente, debían subdividirse las labores para obtener mayor productividad. En este caso el trabajo era cooperativo y complejo.12
El término de este primer ciclo de auge de los metales preciosos mexicanos lo sitúan algunos autores entre 1630 y 1690, cuando decaen las exportaciones de metales preciosos a España y bajan las remesas de azogue europeo. La llegada de mercurio procedente del Perú en 1665 estabilizó un poco la producción mexicana, pero no impidió su caída13 (véase gráfica 2 del anexo estadístico).
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4 Jean Pierre Berthe, "Las minas de oro del marqués del Valle de Tehuantepec", en Historia Mexicana, vol. VIII, México, julio-septiembre de 1958, pp. 122-131. [regresar]
5 Richard Lyle Garner, Zacatecas, 1750-1821. The Study of a Late Colonial Mexican City,tesis de doctorado, University of Michigan, 1970; Peter Bakewell, Minería y sociedad en el México colonial. Zacatecas 1546-1700, FCE, México, 1976 [la primera edición en inglés es de 1971]. [regresar]
6 Las fuentes estadísticas que sirvieron de base para calcular la producción y las exportaciones mexicanas en esta época son varias, y corresponden a: series de las exportaciones de lingotes de plata desde las colonias estadunidenses hasta España que construyó Earl J. Hamilton en El tesoro americano y la revolución de los precios en España, 1501-1650, Ediciones Ariel, Barcelona, 1975; las remesas de mercurio desde España hasta América; la acuñación de oro y plata realizada por la Casa de Moneda de México (fundada en 1535); y los ingresos de las cajas reales mexicanas. Estas series indican de una forma indirecta la tendencia de la producción de los metales preciosos en México durante los siglos coloniales y permiten aproximarse a lo que fue la producción real de los metales preciosos en Nueva España; explicar sus ciclos productivos, e incluso, como en el caso de los registros de los ingresos de las cajas reales provinciales, mostrar los ciclos regionales. Casi todos los autores que han escrito acerca de la evolución de la producción minera en la época colonial han hecho criticas de estas fuentes y mostrado sus ventajas y limitaciones. Entre los autores que proporcionan datos estadísticos de la minería colonial están: Mervin F. Lang El monopolio estatal del mercurio en México colonial, 1550-1710, FCE, México, 1977; Peter Bakewell, "La periodización de la producción minera en el norte de la Nueva España durante la época colonial", en Estudios de Historia Novohispana, vol. 10, UNAM, México, 1991, pp. 31-43; y Pedro Pérez Herrero, Plata y libranzas. La articulación comercial del México borbónico, El Colegio de México, México, 1988, pp. 121-132. [regresar]
7 Desde 1515 hasta 1530 las principales remesas de metales preciosos a España habían provenido de las Antillas (Cuba y Puerto Rico); pero a partir de 1530, Tierra Firme y la Nueva España representaron la mayor parte de las mismas, Earl J. Hamilton, op. cit., pp. 56 y 57. [regresar]
8 Peter Bakewell, "Prefacio", en Frederique Langue y Carmen Sal azar, Dictionnaire des termes miniers en usage en Amerique espagnole (XVI-XIX siécle), Editions Recherche sur les Civilisations, París, 1993, p. XIII. [regresar]
9 Modesto Bargalló, La minería y la metalurgia en la América española durante la época colonial, FCE, México, 1955, pp. 115-133. [regresar]
10 David A. Brading y Harry Cross, "Colonial Silver Mining: México and Perú", en The Hispanic American Historical Review, vol. 52, núm. 9, Duke University Press, Durham, North Carolina, noviembre de 1972, pp. 545-579; además, Cuauhtémoc Velasco