España Contemporánea. Rubén Darío

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España Contemporánea - Rubén Darío

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maravilloso. El conjunto se destaca como una selva mágica en la que casi sensible físicamente, el influjo del deus precipita nuestras emociones también en cabalgata magnífica e incontenible. Cada mente se siente abrasada, cada espíritu contiene a Gerilda, Waltranta, Schwerleita, Ortlinda, Helmwigia, Sigruna, Rosweisa, Grimguerda... Y el público de Madrid, en general, supo apreciar el don olímpico. Aunque hay quien afirme que del ciclópeo drama musical lo único que ha admirado son las bellezas de la cabalgata y del fuego encantado...

      En la Comedia, el estreno de Los reyes en el destierro, como comprenderéis, extraída de la novela de Daudet. Autor de la pieza y gozador del triunfo y del provecho, Alejandro Sawa. De Sawa también os he hablado desde París—pues en verdad he sido yo el judío errante de La Nación—hace algunos años. Él fué quien me presentó a Jean Carrère, cuando la émeute de los estudiantes y los escándalos del café D'Arcourt, en el 93. Allá en París hacía Sawa esa vida hoy ya imposible, que se disfrazó en un tiempo con el bonito nombre de Bohemia. Es más parisiense que español y sus aficiones, sus preferencias y sus gustos tienen el sello del Quartier Latin. Lo cual no obsta para que sea casado, hombre de labor de cuando en cuando—y querido de todos en Madrid—. A su vuelta, después de muchos años, de Francia, ha sido recibido fraternalmente, y la suerte buena no le ha sido esquiva, pues con el arreglo que ha hecho ahora para el teatro, ha obtenido una victoria intelectual y positiva. Para Buenos Aires sé que no tengo que entrar a detallar o recordar los tipos especiales que se barajan en la producción del pobre Petit-Chose. Sólo diré que Sawa ha logrado hilvanar bien su scenario y tejer su juego con habilidad y con el talento que todo el mundo le reconoce.

      Sawa—debo decirlo—continúa, a pesar de su triunfo, de su encantadora hijita y de su barba que anuncia ya la vejez entrante, tan formal como hace siete años. Me había prometido una escena de su obra para este correo, primicia muy agradable. En efecto, no le he vuelto a ver.

      A Sellés sí le he visto, un día después del estreno de Los caballos. Es personal y literariamente muy simpático, y pongo el vulgar adjetivo porque así se comprenderá mayormente. Este académico de la Española es, sin duda alguna, el más juvenil de los inmortales; no el más joven, porque el conde la Viñaza y el poeta Ferrari son los benjamines. El más anciano ya se sabe que es Menéndez y Pelayo. Y he aquí que en un teatro de arte chico, de chulerías y cosas de esa guisa, se presenta Sellés con esta obra, parte de una trilogía que, según él deja decir, es simbolista. Altamente estimo al autor del Nudo gordiano, y sobre todo, su tendencia a hacer un teatro de ideas, aquí en la tierra del parlar y del inflar.

      Pero crea el señor Sellés que es infantil, que es de una ingenuidad conmovedora el nombrar a Ibsen, o a Hauptmann, o a Sudermann, como alguien lo hiciera delante de mí, a propósito de sus obras. Llamar teatro simbolista al del señor Sellés, es como poner bajo las tentativas del dibujante Chiorino: «dibujo prerrafaelita». En el teatro de Antoine, en el de l'Œuvre, su obra difícilmente habría sido admitida; porque el reconocer su castiza y propia lengua no significa en este caso nada; cuando se quiere hacer obra de ideas no se hace obra de palabras. Esta pieza, como dejo apuntado, pertenece a una trilogía, cuya primera parte ha sido puesta en escena por Novelli. Hay una tendencia social que se ruboriza de su mismo impulso a la libertad futura. Parece que no ha estudiado el señor Sellés como debía el más arduo de los problemas contemporáneos, y el anarquismo «para familias» que ha procurado presentar en su pieza, no provocará en los intelectuales sino una sonrisa. El río es más vasto y más profundo; y, para citar un tipo, venir a encarnar en el maestro de escuela, en España, la tendencia salvadora de la obra social—¡aquí donde el pobre maestro de escuela es sinónimo de atorrante!—, es simplemente inefable. La tela paradojal está bien bordada de oro fino castellano; la forma regocija el amor patrio gramatical, y el poeta es el poeta de siempre. Aquí se da del cher maître; y yo le digo por eso: Querido maestro, sus caballos se han desbocado, pero... à rebours.

      Y el miércoles próximo en el Español, estreno de Cyrano de Bergerac. Nada diré hasta después de la representación; pero os mando los versos que me encargara la revista Vida Literaria con tal motivo.

      CYRANO EN ESPAÑA

      He aquí que Cyrano de Bergerac traspasa

      De un salto el Pirineo. Cyrano está en su casa.

      ¿No es en España, acaso, la sangre vino y fuego?

      Al gran gascón saluda y abraza el gran manchego.

      ¿No se hacen en España los más bellos castillos?

      Roxanas encarnaron con rosas los Murillos,

      Y la hoja toledana que aquí Quevedo empuña

      Conócenla los bravos cadetes de Gascuña.

      Cyrano hizo su viaje a la luna: más antes

      Ya el divino lunático de don Miguel Cervantes

      Pasaba entre las dulces estrellas de su sueño

      Jinete en el sublime pegaso Clavileño.

      Y Cyrano ha leído la maravilla escrita

      Y al pronunciar el nombre del Quijote, se quita

      Bergerac el sombrero: Cyrano Balazote

      Siente que es lengua suya la lengua del Quijote.

      Y la nariz heroica del gascón se diría

      Que husmea los dorados vinos de Andalucía.

      Y la espada francesa, por él desenvainada,

      Brilla bien en la tierra de la capa y la espada.

      ¡Bienvenido Cyrano de Bergerac! Castilla

      Te da su idioma, y tu alma como tu espada brilla

      Al sol que allá en tus tiempos no se ocultó en España.

      Tu nariz y penacho no están en tierra extraña,

      Pues vienes a la tierra de la Caballería.

      Eres el noble huésped de Calderón. María

      Roxana te demuestra que lucha la fragancia

      De las rosas de España con las rosas de Francia.

      Y sus supremas gracias, y sus sonrisas únicas

      Y sus miradas, astros que visten negras túnicas

      Y la lira que vibra en su lengua sonora

      Te dan una Roxana de España encantadora.

      ¡Oh poeta! ¡Oh celeste poeta de la facha

      Grotesca! Bravo y noble y sin miedo y sin tacha

      Príncipe de locuras, de sueños y de rimas:

      Tu penacho es hermano de las más altas cimas,

      Del nido de tu pecho una alondra se lanza,

      Un hada es tu madrina, y es la Desesperanza;

      Y en medio de la selva del duelo y del olvido

      Las nueve musas vendan tu corazón herido.

      ¿Allá

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