El libro de las mil noches y una noche. Anonimo
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PERO CUANDO LLEGO LA 50ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 51ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 52ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 53ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 54ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 55ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 56ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 57ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 58ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 59ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 60ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 61ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 62ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 64ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 65ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 66ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 67ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 68ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 69ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 70ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 71ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 72ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 73ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 74ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 75ª NOCHE
PERO CUANDO LLEGO LA 76ª NOCHE
UNA PALABRA DEL TRADUCTOR A SUS AMIGOS
YO OFREZCO DESNUDAS, VIRGENES,
INTACTAS
Y
SENCILLAS,
PARA
MISDELICIAS Y
EL PLACER DE MIS AMIGOS, ESTAS
NOCHES
ÁRABES
VIVI
DAS,
SOÑADAS
Y
TRADUCIDAS
SOBRE SU TIERRA NATAL Y SOBRE EL
AGUA.
Ellas me fueron dulces durante los ocios en remotos mares, bajo un cielo ahora lejano.
Por eso las doy.
Sencillas, sonrientes y llenas de ingenuidad, como la musulmana Schehrazada, su madre suculenta que las dió a luz en el misterio; fermentando con emoción en los brazos de un príncipe sublime lúbrico y feroz, bajo la mirada enternecida de Alah, clemente y misericordioso. Al venir al mundo fueron delicadamente mecidas por las manos de la lustral Doniazada, su buena tía, que grabó sus nombres sobre hojas de oro coloreadas de húmedas pedrerías y las cuidó bajo el terciopelo de sus pupilas hasta la adolescencia dura, para esparcirlas después, voluptuosas y libres, sobre el mundo oriental, eternizado por su sonrisa.
Yo os las entrego tales como son, en su frescor de carne y de rosa. Sólo existe un método honrado y lógico de traducción: la LITERALIDAD, una literalidad impersonal, apenas atenuada por un leve parpadeo y una ligera sonrisa del traductor. Ella crea, sugestiva, la más grande potencia literaria.
Ella produce el placer de la evocación. Ella es la garantía de la verdad. Ella es firme e inmutable, en su desnudez de piedra. Ella cautiva el aroma primitivo y lo cristaliza. Ella separa y desata… Ella fija.
La literalidad encadena el espíritu divagador y lo doma, al mismo tiempo que detiene la infernal facilidad de la pluma. Yo me felicito de que así sea; porque ¿dónde encontrar un traductor de genio simple, anónimo, libre de la necia manía de su renombre…?
Las dificultades del idioma original, tan duras para el traductor académico, que ve en las obras la letra antes que el espíritu, se convierten entre los dedos del amoroso balbuceo oriental en espirales tan bellas,que muchas veces no se atreve a desenlazarlas por miedo a que pierdan su originalidad. ¡En cuanto a la acogida que tendrán estas joyas orientales…! El Occidente, amanerado y empalidecido por la asfixia de sus convencionalismos verbales, tal vez fingirá susto y asombro al oír el franco lenguaje gorjeo simple, sonoro y juvenil de estas muchachas sanas y morenas, nacidas en las tiendas del desierto, que ya no existen.
Entienden poco de malicia las huríes.