El futuro es libre. Chogyam Trungpa
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El futuro es libre hace una aportación a la comprensión del karma, poniendo de relieve la trascendencia de la causa y el efecto kármicos mediante la meditación y la conciencia, que se consideran un camino para despertar. Para los practicantes de la meditación sentada, este enfoque del karma muestra el impacto más profundo de la meditación y en conjunto promueve el valor de «no hacer nada» adecuadamente. Describe de forma gráfica la rueda samsárica o confusa de la existencia en la que todos participamos y cómo la meditación puede ayudarnos a salir de este tiovivo que no resulta del todo divertido.
En conjunto, este libro puede abrirnos los ojos a los matices del karma y a la necesidad de profundizar en nuestros patrones y preconceptos habituales.
En este momento de profunda confusión, sufrimiento y caos en todo el mundo, que la sabiduría de este gran maestro de la meditación nos despierte a nuestros dilemas kármicos y nos ayude a liberarnos a nosotros y a todos los seres.
CAROLYN ROSE GIMIAN
17 de noviembre de 2017
1. El karma, la compasión y los tiempos oscuros
El concepto del karma es esencial para comprender las diferentes energías que se necesitan para funcionar y desarrollarse en la vida, para morir y nacer. Todos los procesos que tienen lugar en el universo dependen de la situación ambiental del karma. Se parece un poco a la atmósfera que el planeta necesita para funcionar, para que las cosas se desarrollen. Cuando hablamos de la situación kármica, nos referimos al sentido de relación individual con una situación dada, sea cual sea. Cualquier situación en particular está limitada por la causa y el efecto, depende de alguna causa y efecto.
La palabra sánscrita karma significa creación o acción. Básicamente, se refiere a la acción. La actividad búdica, o energía iluminada, se denomina karma. El patrón samsárico de confusión, la reacción en cadena de la confusión, también se conoce como karma. Así que, cuando hablamos de karma, nos estamos refiriendo a una forma de energía.
En el caso de la naturaleza samsárica de la confusión, el karma es aquello que se mueve de aquí para allá, y después de allá para aquí, psicológicamente hablando. En este sentido, es la energía que pega un brinco hacia afuera y después rebota hacia uno mismo. Cuando tenemos conciencia de «esto», por lo tanto, se tiene conciencia de «aquello». Se es consciente de que existe una cosa llamada «eso», por consiguiente la energía responde al emisor, que se encuentra «aquí». Esta es la definición de dualidad.
En este caso, hablamos de dualidad en el sentido de fijación, más que de una situación puramente dual. Estamos examinando la dualidad en el sentido de una neurosis de la fijación dualista. Esta fijación dualista es un proceso de acción. No puede descansar en un solo punto. Esta energía está llena de vibraciones relacionales, en vez de tratarse de una esencia pura. El punto de partida del karma en la situación confusa, la situación samsárica, es la dualidad, la situación de fijación dualista.
En la tradición budista, el proceso de cómo se desarrolla el karma es descrito por los doce nidanas, que son la volición en acción. Los nidanas se discutirán en profundidad en el capítulo 6. Para empezar, existe incertidumbre, confusión y desconcierto. A medida que el proceso crece y se desarrolla, se debe justificar también la inquietud y el desconcierto, y se busca un proceso continuo de evolución automático. En ese punto, la fijación de la dualidad empieza a desarrollarse como karma. Es la acción que incita a nociones fijas de la verdad, lo cual se convierte en la fuente del buen karma y el mal karma. Surgen como actitudes sanas y malsanas, en forma de selección y discriminación. Así que la discriminación básica se desarrolla en forma de «yo» y «mis proyecciones». En cierto modo, es un proceso bastante natural, en el que se tiene un sentido de «esto» como instigador de todo el proceso, como la base que se experimenta. Entonces la reacción natural, casi automática, es que «esta» situación está asegurada, atacada o entretenida por «eso». Así que podría decirse que la cualidad básica de la proyección o de la indulgencia en las proyecciones de la persona es la situación básica kármica.
Desde este punto de vista dualista, el buen karma es algo positivo, con el fin de mantener la fijación dualista. Y el mal karma es lo que amenaza la existencia de esta fijación básica. Desde este punto de vista, tanto el buen karma como el mal karma podrían ser considerados como producto de la dualidad.
El abhidharma,3 que incluye enseñanzas y textos sobre la psicología y la mente budistas, describe muchos estados diferentes, aparentemente positivos y negativos, que están en los skandhas, o las fases del ego.4 Tales estados consisten en tipos religiosos de impulsos o creaciones mentales, así como tipos samsáricos o domésticos5 de creación mental, y también procesos neutros. La situación kármica es, por lo tanto, un proceso psicológico, está basada puramente en una actitud psicológica. Mientras haya una fijación dualista implicada, de forma automática también habrá involucrada una situación kármica. Tratar de desarrollar la bondad y tratar de luchar contra la maldad en un sentido es lo más sensato que se puede hacer. La acción del buen karma es obviamente útil y nos ayuda a mantenernos. La acción del mal karma no es particularmente útil. Conduce a una mayor destrucción y a una mayor neurosis.
La comprensión del enfoque psicológico del karma es algo esencial. Podríamos pensar que la situación kármica está totalmente predestinada, todo el tiempo. La fijación dualista crea el impulso, o karma, al comienzo. Hay una situación impulsiva constante, un escenario de volubilidad. Hay chispas de impulso, destellos de dualidad, descargas de fijación dualista ocurriendo todo el tiempo. No en vano, también existen huecos en los que no se desarrolla una fijación dualista. Todo el proceso puede aparentar ser una continuidad, pero no puede decirse que sea una continuidad real, porque la continuidad aparente consiste en pequeñas partículas que componen la continuidad. Desde ese punto de vista, existe la posibilidad de trascender todas las situaciones kármicas si nos relacionamos con los huecos. En los huecos, el complejo psicológico dualista no persiste.
La confusión no puede existir sin el refuerzo de una mayor confusión. Por lo tanto, la confusión se refuerza de forma constante y las reacciones en cadena se establecen todo el tiempo. Si se produce una reacción en cadena, esto de forma automática implica que no tiene lugar un largo proceso, sino que se desencadena una explosión de átomos separados. Esto es una señal de que el grupo está formado por cosas independientes. La confusión es así. Se compone de momentos individuales de confusión, en lugar de ser una existencia continua que se prolonga durante un largo período de tiempo. Debido a la cualidad inconstante de la confusión, que crea su impulso, no es una cosa continua extensa y sólida como una tubería, sino que es como una cadena con cuentas, como un rosario. Puesto que cada momento tiene su propia existencia, cada uno tiene que mantenerse a sí mismo. Por lo tanto, una situación va a la búsqueda de la siguiente situación. Automáticamente, allí se producen vacíos en los que opera algo más que la confusión.
Si quieres hacer un dibujo, tienes que tener espacio para pintar la imagen; ese espacio es el lienzo o el papel. Esto es algo parecido. Hay un espacio básico en el que se produce la confusión. Una vez que se produce una explosión de confusión, también existe un hueco, que es la antiexplosión o la anticonfusión. Lo positivo y lo negativo son parte de la situación, por decirlo así. Así que siempre existe espacio, un hueco, en el que pueden funcionar la inspiración y la disciplina.
Además, el sentido del destino predestinado no se puede aplicar en este contexto, porque en verdad no existe tal cosa como la predestinación. El impulso de cada impulso psicológico es independiente. Puede parecer que se ha creado una situación grande