El futuro es libre. Chogyam Trungpa
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу El futuro es libre - Chogyam Trungpa страница 5
Por cierto, no estoy diciendo que el budismo sea la única religión que te salvará del materialismo espiritual. Por otro lado, cualquier religión o tradición que utilice la pretensión de la religión o de las ideas religiosas puede presentar el problema del materialismo espiritual. En la tradición budista, nos refugiamos en las tres joyas: el Buda, el Dharma y el Sangha. Eso es precisamente lo opuesto al materialismo espiritual. Una vez que te refugias en el Buda como un ejemplo, no adoras a ninguna deidad externa. No buscas ninguna seguridad extraordinaria. No te refugias en tus amigos ricos o poderosos. Renuncias a tu seguridad por completo.
Te refugias en el Dharma, en las enseñanzas, como el camino. Las situaciones de la vida contienen enseñanzas, así que no te amparas en el dogma. Aprendes de la vida. No tienes una inteligencia intelectual que te dice qué creer, sino que debes trabajar en ti mismo. Refugiarse en el Sangha se refiere a la compañía de los amigos, pero sin apoyarse el uno en el otro. En lugar de eso, os comportáis como un grupo de individuos. Así que, si una persona se cae, las demás pueden rescatarla. Por lo tanto, refugiarse es dar tres pasos hacia la independencia. Renuncias a toda tu seguridad. Renuncias al refuerzo espiritual, intelectual y doméstico. El refugio es la primera fase de la renuncia. Así que, si una persona se refugia apropiada y completamente, entonces eso se convierte en la situación opuesta al materialismo espiritual. Por supuesto, algunas personas siguen vagamente la disciplina sin relacionarse en profundidad con las implicaciones que hay detrás de ella. La disciplina de la renuncia es muy austera, en cierto sentido. De hecho, resulta demasiado austera para algunas personas. Muchas personas encuentran que no es lo suficientemente romántica. Es una dura verdad, una dura realidad.
Hemos estado hablando del karma en su forma de situación individual, pero la gente también siente curiosidad por las situaciones kármicas colectivas de las civilizaciones. Fundamentalmente, países enteros están viviendo o prosperando en la dualidad. La lógica dualista es un lenguaje común para todos. Muy pocas personas consiguen alcanzar el nivel en el que se trasciende la dualidad. Todo el mundo está en el mismo nivel, en términos de comunicación con el lenguaje dualista. Para observar el karma de una civilización, así como para observar el karma en general, se necesita tanto de luz como de oscuridad, para ver de forma adecuada la imagen. Cuando observamos el karma, tratamos de considerar las situaciones a medida que surgen. Aparecen como una caja de sorpresas, sin ninguna razón en absoluto. Las situaciones están ahí dispuestas.
Cuando aplicamos esa lógica budista básica a la observación de todo el desarrollo de la sociedad, no podemos decir que vaya a haber una edad de oro. Por esa razón, tampoco podemos decir que habrán tiempos oscuros.6 Pero los tiempos oscuros existen en ciertas áreas desfavorecidas de la energía en el mundo. En esa situación, la cuestión sigue siendo si las energías serán canalizadas hacia la destrucción y la negatividad o hacia lo creativo y lo positivo. En cualquier situación, siempre existe esa interacción.
Por ejemplo, en Estados Unidos se da una insatisfacción; existe un dolor y lamentos constantes. Y también, por eso, Estados Unidos se está convirtiendo en el centro espiritual del mundo. Ese tipo de interacción tiene lugar todo el tiempo. No se puede afirmar que un país o una era entera esté entrando en una edad de oro o de tiempos oscuros, como tales. La agresión, la velocidad y el caos de los individuos siempre plantean las mismas preguntas, sin importar cuál sea el panorama general, y esas preguntas proporcionan nuevas respuestas. No podemos destruir la civilización. La civilización no puede ser aniquilada, porque la civilización no es una entidad. Es un grupo. Es una mancomunidad. Y debido a que hay una riqueza común, cuando en un lado se presenta una depresión, el otro lado empieza a elevarse. Es como el cambio del día a la noche. La situación tiene lugar todo el tiempo.
Algunas personas hablan del Kali Yuga, que son los clásicos tiempos oscuros que se profetizaron para el continente indio. En realidad era una profecía localizada más que una predicción mundial y universal. Pero al mismo tiempo, el Kali Yuga podría ocurrir en este país o en cualquier otro. A veces, creo que cuando las personas piensan de esta manera van en busca de emociones. Han explorado toda la tierra, han inspeccionado todo el mundo y no han encontrado ninguna isla del tesoro ni ningún cielo en la tierra. Así que buscan más olas o esperan otro entretenimiento, pero ese entretenimiento no parece llegar en absoluto.
También podría ser útil diferenciar los problemas nacionales, internacionales y mundiales de los problemas individuales. Por ejemplo, podríamos buscar el conocimiento en esta vida, y justo antes de que estemos a punto de descubrir la respuesta, nos muramos. Pero otras personas pueden recoger el testigo de tu trabajo y pueden hacer ellas el descubrimiento. Esas personas encuentran la respuesta y son capaces de ponerla en práctica. Ese tipo de situación kármica a nivel nacional o mundial es muy poderosa. Es una situación que jamás perece. De forma automática, la depresión plantea la pregunta de por qué estamos aquí, y la pregunta, de forma automática, ofrece la respuesta y comenzamos a darnos cuenta de algo. Los dos lados de una situación juegan entre sí, que es el concepto indio de maya o lalita: bailar con una situación.
La situación en realidad baila consigo misma constantemente. La química ayuda a mantener ambos lados de la situación. La química positiva no puede existir sin la negativa, y viceversa. Así que la oscuridad y la luz son complementarias.
2. Karma y renacimiento
El karma se encuadra en el mismo marco que nuestra comprensión básica de la batalla del ego y de la naturaleza del ego. Podríamos decir que el karma es la ley que se rige por la acción y que esa acción se rige por nuestro estado psicológico. Así que «karma» es un término que se usa para ayudarnos a desarrollar una mayor comprensión de la acción samsárica.
La palabra karma también se refiere a una de las cinco familias búdicas, que describen la actividad de los seres iluminados.7 En este contexto, el tipo de karma, o la cualidad del karma, del estado iluminado también se refiere a la acción. Pero en ese caso la acción es una acción no-condicionada, libre de interdependencia y libre de causa y efecto. Es una forma de acción iluminada.
La naturaleza samsárica del karma se refiere a la creación perpetua de nuestra propia trampa, la creación perpetua de la neurosis y la confusión. De manera muy relevante, el karma nos proporciona la clara evidencia de que nuestras actividades son producto de nuestra propia acción. Nuestro estado no es resultado de un planificador divino que planea el mundo, o que cargó con obligaciones a unas personas en particular, o que castigó a algunas personas y ofreció una recompensa a otras. El karma es una evidencia bastante precisa con respecto a que lo que hacemos es nuestra propia acción y lo que obtenemos es nuestro propio resultado, nuestra propia situación.
Si de verdad entendemos esto, es posible desafiar el karma, para prevenir la inevitabilidad de la causa y el efecto, así como el flujo del karma. Podemos encauzar el karma de maneras diferentes: hacia un karma bueno o hacia un karma malo. Todos los diferentes tipos de karma que podamos tener podemos dirigirlos en diferentes direcciones, siempre y cuando sepamos cómo hacerlo. No solo eso, sino que es posible prevenir la causa y el efecto kármicos por completo y prevenir ese flujo kármico. Eso nos da una esperanza y libertad enormes, ya que no tenemos que hablar de boca para afuera a nadie, sino que tenemos que trabajar con nosotros mismos.
Según la tradición budista, la situación kármica se desarrolló justo al principio del nacimiento del ego. El karma surge en la primera fase, o skandha, del ego: el skandha de la forma, cuando se desarrolla el desconcierto