Pequeño circo. Nando Cruz
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ALEJO ALBERDI: Moví la maqueta por La Fábrica Magnética, pero me encontré con un Servando que iba de independiente pero se comportaba como si fuera una multi. No le impresionó demasiado el grupo y al oír «Un día gris» dijo, «quiero más canciones como esta». Ahí se acabó la discusión. Cuando un A&R de una independiente empieza a dar indicaciones de hacia dónde tiene que ir el grupo, lo mandas a la mierda, lógicamente. De ahí pasamos a DRO y ya no hablamos con nadie más.
IBON ERRAZKIN: Alejo hizo de mánager y nos previno mucho sobre la industria. Él negociaría lo que había que negociar, pero nosotros estábamos deslumbrados por el hecho de poder grabar un disco. Era algo que no habíamos previsto. Yo hubiera firmado cualquier cosa. Alejo nos asesoró, dijo que DRO nos convenía más y fichamos con ellos. Grabamos en mayo del 89.
ALEJO ALBERDI: Para mí era muy importante no hacer un disco como los de Duncan Dhu. Me parecía que había que respetar el sonido del grupo al máximo. Hubo añadidos mínimos.
IBON ERRAZKIN: Queríamos hacer un disco de dieciocho o veinte canciones y que durara media hora, porque nuestras canciones duraban minuto o minuto y medio, como las de las Shop Assistants o los Young Marble Giants, que eran nuestros modelos. Alejo quería que las canciones estuvieran arregladas, que todas tuvieran cosas distintas… Rescató «Víctor», que fue nuestro primer single y que nosotros habíamos desechado. La habíamos grabado en una maqueta del 86, llevábamos un año o dos sin tocarla, pero él la oyó y dijo que había que recuperarla a toda costa.
Nosotros nunca habíamos recibido órdenes ni sugerencias de nadie, pero estuvo bien que hubiera alguien controlando. No nos podrían haber dejado solos en un estudio. No habríamos sido capaces de hacer un disco en condiciones. En la época fue una sensación rara, de no controlar la situación, pero creo que, pese al poco tiempo que tuvimos para grabar, estuvo bien. Entonces pensé que nos habían desvirtuado, pero con el tiempo pienso que el disco de Aventuras es representativo.
TERESA ITURRIOZ: De repente, estábamos yendo a un estudio de los de antes. Todo era muy sofisticado. Se llamaba Quarzo y tenía las paredes de piedra, unos medios increíbles, una cámara anecoica para cantar… ¡Una cámara anecoica! Y todo estaba allí para nosotros. La grabación fue muy corta. Teníamos cinco días y nos enfadamos un poco con Alejo porque consumió dos días con los ruiditos de la caja de ritmos.
IBON ERRAZKIN: Paco Trinidad fue el ingeniero de sonido. Tuvimos buen trato, pero estábamos muy paranoicos porque cualquier grupo que fichaba por GASA lo producía él y todos sonaban igual. Era un sonido comercial, desde luego, pero que quitaba personalidad a los grupos. Además, Paco Trinidad trabajaba con sus músicos. En cuanto alguien no tocaba bien en el estudio, lo echaban de la cabina y metían al guitarrista o al teclista con el que trabajaba él y al final todo sonaba muy profesional, pero sin gracia.
Nosotros íbamos muy prevenidos porque habíamos vistos grupos que nos gustaban echarse a perder en cuanto venían a Madrid y se ponían a grabar con discográficas de allí. Queríamos evitar eso a toda costa.
Veníamos de una cosa tan insular, de hacer nuestras maquetas, que para nosotros eran perfectas, con la reverb del ampli cutre que teníamos… que todo nos parecía una interferencia. Era la inmadurez de no haber salido prácticamente del local y no haber tenido trato con nadie.
TERESA ITURRIOZ: Yo ya estaba estudiando en Madrid, pero a ellos les pagaron el billete de avión. No dormimos en casas de amigos, no. Nos instalamos en un hotel. ¡Esto era un producto! ¡Eran los 80!
En el hotel también estaba Enrique Bunbury; pelirrojo, con media melena… Nos hacía una gracia terrible estar casi codo con codo con él.
Para ir del hotel al estudio nos regalaron unos bonos de metro.
IBON ERRAZKIN: Con DRO hubo desencuentros desde el primer momento porque no entendíamos por qué nos habían fichado. Nos daba la impresión de que no le gustábamos a nadie en la compañía. Para empezar, decidieron hacer una tirada de solo mil copias. Alejo pensaba que íbamos a vender veinte mil discos. Yo no lo pensaba, pero en esa época grupos de los que hoy nadie se acuerda como los Gatos Locos vendían cien mil copias. GASA y DRO tenían unos canales muy potentes. Que publicasen solo mil era un modo de decir, «no creemos en vosotros». A nosotros nos daba un poco igual, pero Alejo vio muy claro que eso equivalía a deshacerse del grupo. Estaba indignado.
ALEJO ALBERDI: Pensé que el disco se podía convertir en algo como de La Dama se Esconde, no ya como de Duncan Dhu. Pero me equivoqué por completo. DRO intentó vender el disco como siempre: metiéndolo en Los 40 y, si fallaba, olvidarse de él.
TERESA ITURRIOZ: Hicimos algunas teles. Y como había que ir a Bilbao y nosotros no sabíamos conducir, nos ponían un coche con chófer para ir allí. ¡Nos lo pagaban todo! Claro, así ha ido luego el negocio de la música.
IBON ERRAZKIN: Te mandaban billetes de avión, ibas al aeropuerto de Fuenterrabía y volabas a Prado del Rey. Cosas glamurosas, aunque de glamurosas luego no tenían nada. Era todo muy cutre y te trataban fatal.
TERESA ITURRIOZ: Fuimos a un programa horrible, Cajón de sastre, que presentaba Miriam Díaz-Aroca. Allí no entendían lo que hacíamos. Nos decían, «¿por qué tocáis así? ¿Por qué no bailáis?». Llegamos y en el bombo de la batería ponía «AVENTURAS DE KIRLIAN» con letras naranjas. Teníamos dieciocho años y les dijimos a los de la tele y a los de DRO que no salíamos con un bombo así. Teníamos muy claro nuestro gusto y había cosas que nos parecían antiestéticas. Supongo que no nos interesaba el éxito ni ser famosos a toda costa. No creo que fuera algo razonado. Era más intuitivo.
Y te hacían encerronas. Tocamos en El salero, que antes había sido Gente joven, y no nos dijeron que estábamos concursando. Pero a DRO les salía la oportunidad de que su grupo saliera en la tele y les importaba muy poco que aparecieras concursando en Gente joven. Lo gracioso es que yo no me enteré de que habíamos estado concursando hasta años después. Y pensé, «¡qué cerdos estos de DRO!».
Nos llevábamos muy mal con los de la discográfica. Teníamos un promocionero que estaba más en contra nuestra que con nosotros. Su misión era que hiciésemos entrevistas y saliésemos en la tele, y nosotros no siempre estábamos contentos con lo que nos proponían. Por su parte, lo entiendo. Éramos unos niñatos tontainas y a veces nos pasábamos un poco.
IBON ERRAZKIN: DRO vio que éramos muy poco profesionales, que no éramos un grupo dispuesto a trabajar con un mánager para tocar en todas partes, sino que íbamos sin ninguna pretensión profesional. En esa época, lo normal era dejar lo que estuvieras haciendo e intentar convertirte en un grupo profesional y hacer giras. Porque, si te iba bien, podías ganar mucho dinero.
Cuando grabamos el disco, Teresa ya llevaba dos años en Madrid y el grupo estaba más parado de lo que había estado en el 87. Y no nos pusimos las pilas para tocar. No se nos ocurrió hacernos profesionales.
TERESA ITURRIOZ: Nos reñían porque no queríamos tocar. ¡Nos reñían! ¡Como si fuera el cole!
También salimos en un programa que presentaba Jesús Hermida99 cuyo leitmotiv era algo así como «jóvenes talentos». Había un niño gitano que tocaba el piano estupendamente, una tía buena que cantaba una canción