Outsiders. Sebastián Alejandro González Montero

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i tinto a shared spirituality of revenge that vilifies foreigners, immigrants, nonwhites, women, queers, liberals, and secularists” (p. 275).

      17 Desde el punto de vista de la psicología social crítica, se ha validado la correlación entre autoestima y el deseo de victoria y dominio, sobre todo en los hombres (cfr. Grijalva et al., 2015, pp. 261-310). De todos modos, la correlación ya había sido aislada en intuiciones de la psicología social y la antropología presentes en investigadores como Canetti (cfr. 2007, pp. 290-296).

      18 Estas características son fácilmente reconocibles en los relatos de la guerra y la violencia en Colombia. Sugerimos algunas líneas del tema: “En las autodefensas no había mujeres. Algunas nos ayudaban a hacer inteligencia, pero combatientes de fusil y canana, solo la mujer del finado Vencedor, la Negra. Era muy arrecha, muy franca para el combate. Era tolimense. No se le quedaba nada. Siempre detrás de su macho. Peleaba de verdad. Andaba con un mero revólver en la cintura porque su puesto era de mando. Peleó en Cabrera, se atrincheró en la Vuelta de la Muerte, atacó a un combo del Ejército y le mató ochenta hombres. Hubo fusiles para mucha gente; fusiles máuser, alemanes. La Negra peleó hasta quedar sin un solo tiro, dando candela en esa trinchera. Después eso mismo hizo con su marido, Vencedor: le dio un tiro y lo mató. Vencedor era jodido. Un gran comandante, el mejor que hubo, el más afamado para el combate. Pero jodido” (Molano, 2015, p. 55).

      19 En la obra de Molano, la figura del superviviente aparece con particular frecuencia. Quizá por el entorno de violencia, guerra y necesidades en que Molano cuentas sus historias. Nos gustaría mencionar varios personajes y desarrollar algunas tesis, pero el espacio no da para eso. Nos vamos a contentar con referenciar la historia de Luis Eduardo en “De Calamar a Puerto Nuevo” en Selva adentro (2006, pp. 94-95; 98-99; 102-104). El lector podrá identificar en la narración de Molano los rasgos de supervivencia que aquí caracterizamos.

      20 Por lo que sabemos a través del GMH, el ejercicio de intimidación hace parte de la búsqueda de credibilidad en la capacidad de amenaza y en las estrategias de control de la población y territorios de los actores armados. El fenómeno ha sido descrito como reputaciones de violencia (GMH, 2013, pp. 40, 104 y 163). Algunos detalles del tema pueden encontrarse narrativamente expresados en Ahí le dejo esos fierros de Molano. Léase, en particular, el relato “A lo bien” (cfr. 2015, pp. 26-30).

      21 Ejemplos históricos de esta afirmación han sido desarrollados por Zoja en torno a Hitler y Stalin (cfr. 2011, pp. 237-385). Para ampliar el problema del superviviente y el paranoico, cfr. el último capítulo de Masa y poder (Canetti, 2007, pp. 483-547). Por otra parte, tesis como la del One percent doctrine sirven para ilustrar el vínculo entre las posibilidades de riesgo, la situación del temeroso y las reacciones violentas en el ámbito del análisis político (Goodin y Jackson, 2007, pp. 249-250; Gordon, 1980, pp. 560-564).

      22 Dos capítulos del informe ¡Basta ya! dicen mucho de este tema: el de los “impactos y los daños causados por el conflicto armado en Colombia” (cfr. GMH, 2013, pp. 260-281). También se puede consultar el capítulo “Memorias: la voz de los sobrevivientes”, sobre todo las secciones dedicadas a las “memorias de estigmatización” y “criminalización de los liderazgos” (cfr. GMH, 2013, pp. 354-359 y ss.).

      23 En otro vocabulario, se presenta el trabajo de Deleuze y Guattari en torno al problema de los agenciamientos colectivos. El problema ha sido igualmente elaborado por Bruno Latour (cfr. 2008 y 2013) y por Viveiros de Castro (2003 y 2010). La tesis de maestría Necesidad e imposibilidad del Nosotros, de Andrés Díaz Velasco, desarrolla algunos de los postulados de Deleuze y Guattari y Viveiros de Castro (Díaz Velasco, 2014).

      24 En entornos laborales, la cuestión central de la supervivencia está asociada al planteamiento y la configuración de horizontes estandarizados de acción justificados en motivaciones trascendentes y medidos por medio de indicadores de productividad y desempeño que suelen atentar contra las propiedades y posibilidades inmanentes de trabajo mancomunado. La correlación ha sido establecida por Sennett en su investigación sobre el trabajo en el escenario del capitalismo y en su análisis de las variables éticas de flexibilidad, riesgo, rutina y fracaso (cfr. 2000, pp. 32-124).

      25 En este contexto, vale la pena mencionar la investigación Gotas que agrietan la roca. Crónicas, entrevistas y diálogos sobre territorios, acceso a la justicia y derechos fundamentales (cfr. Arenas y Girón, 2014). Esta investigación aportaría elementos al debate sobre cómo representar el sufrimiento de las víctimas y serviría para contrastar y complementar algunas de las observaciones de Gamboa y Herrera (2012) sobre el problema.

      26 A través del trabajo The Extraterritorial Life of Siegfried Kracauer, de Martin Jay, se puede seguir la génesis del interés sociológico e histórico acerca de fenómenos culturales de amplio rango, como las novelas de detectives o los paisajes urbanos, la vida de las bailarinas de la cuidad o biografías populares, etc. No habría, desde el punto de vista de la sociología de vida cotidiana y la microhistoria, preminencia entre la observación participativa, por ejemplo, y el uso más heterodoxo de fuentes narrativas o fuentes concernientes a relatos subjetivos cuasi-literarios (Jay, 1976, pp. 76-77).

      27 “‘Sobrecogido’, palabra que difícilmente podría encontrar superlativo, […] expresa la condición de estar enteramente encerrado por una fuerza sobre la que no se tiene influencia” (Canetti, 2007, p. 242). Una tesis similar se encuentra en el trabajo de Blits. Según su tesis, la fuente de temor humano no es tanto el sentimiento de competencia y lucha constante entre los hombres como el más prepolítico y elemental temor a lo desconocido (1989, p. 418).

      28 El otro camino del superviviente —del que no vamos a tratar aquí, pero que también se puede ilustrar siguiendo algunas de las narraciones de Molano (2007)— “es el del cual siempre se siente más orgulloso. Todas las antiguas tradiciones están repletas del enorgullecimiento y la fama que se adquiere por ir a buscar el peligro y hacerle frente. El hombre dejó que el peligro se acercase lo más posible y se jugó el todo por el todo. De todas las situaciones posibles ha seleccionado la de riesgo mayor y la elevó a la cúspide. Reconoció un enemigo en alguien y lo desafió. Quizá ya era su enemigo o quizá en ese momento él lo haya designado para ello. De cualquier manera que haya sucedido, la intención era buscar el mayor peligro y la suerte irrevocable” (Canetti, 2007, p. 268).

      Los desempeños de la facultad mnésica están íntimamente ligados a la necesaria y consciente actividad de rememoración, pero también a las patologías del recuerdo. Existe una ambivalencia generalizada frente al asunto: aunque el trabajo de la memoria sirva muchas veces a la reconciliación con las cosas del pasado, es igualmente cierto que entre sus notables capacidades se encuentra la de recodar como un lastre pesado. En efecto, la memoria puede representar la emblemática capacidad de búsqueda de sentido sobre aquello que pasó, del mismo modo que puede representar el depósito de contenidos prestos al abuso. Es ya casi un hito conceptual suponer que la memoria es sanadora ­siempre que no conduzca directamente hacia las heridas del pasado (cfr.

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