Tensiones y transiciones en las relaciones internacionales. Carlos Alejandro Cordero García

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Tensiones y transiciones en las relaciones internacionales - Carlos Alejandro Cordero García

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la degradación y marginación, (2) la conservación y el control de los recursos, (3) el conflicto ambiental y la exclusión, (4) los sujetos e identidades ambientales, y (5) los actores y objetos políticos (Robbins, 2012, p.22).

      25- Cabe señalar que durante los tiempos de Mao Zedong (1949–1976), los dirigentes negaron la existencia de problemas socioambientales (Shapiro, 2001).

      26- Sobre este último punto es importante notar el cambio mostrado por los dirigentes chinos en lo que toca a su compromiso con el medio ambiente en foros internacionales. De manera puntual, el gobierno chino ha expresado su intención por avanzar con el Acuerdo de París, en el que se plantea la meta de reducir las emisiones de dióxido de carbono en 2030, sin menoscabo de la situación económica del país. Es decir, sin importar que se trate o no de un país en desarrollo (Hunt, 2017). Sin embargo, aún es pronto para confirmar si el compromiso chino va más allá del discurso.

      CARLOS ALEJANDRO CORDERO GARCÍA

      La exclusión no se refiere a niveles de desigualdad,

      sino a mecanismos que operan para apartar a grupos de personas

      de la corriente principal de la sociedad.

      ANTHONY GIDDENS (2000, P.125)

      Los ricos se encerrarán cada vez más en su burbuja para evitar

      que su sensibilidad quede herida si entran en contacto

      con las clases inferiores. Todos esos mecanismos

      de corrección política no están para proteger a las víctimas,

      sino para protegernos de las víctimas (inmigrantes, refugiados,

      violadores y terroristas) y volverlas de ese modo

      socialmente invisibles. Este mundo dividido, que tiene cada vez

      más miedo de sí mismo, es la realidad de la utopía capitalista,

      liberal, globalizada y unida que imaginábamos hace 25 años,

      cuando creímos en el fin de la historia.

      SLAVOJ ZIZEK (2016)

      El siglo XXI, pese a todo pronóstico, no ha sido el siglo de la utopía materializada que auguraba Francis Fukuyama en su ensayo El fin de la historia, en el que la democracia liberal y el capitalismo neoliberal se erigían como los dos pilares sobre los que descansaría el orden mundial, dado que la era de las ideologías había sido superada y, en buena medida, ambos principios habían conseguido una década de paz aparente al finalizar el siglo XX. Por el contrario, los pocos años trascurridos del siglo XXI se han caracterizado por la emergencia de fenómenos políticos y económicos que han puesto en jaque aquella fantasía de los felices noventa.

      El terrorismo, las crisis económicas, el aumento de los radicalismos políticos y el calentamiento global son solo algunos de los problemas a los que el mundo se enfrenta y que no han podido ser resueltos por vías democráticas o con ayuda del libre mercado. En lugar de ello, las fórmulas convencionales para restablecer el orden en el sistema internacional —por ejemplo, las intervenciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para manejar las crisis económicas de los países, o bien el fracaso de los Objetivos del Milenio que han tenido que postergarse—, fuera de mitigar los conflictos los han recrudecido. Así pues, lo que se presentaba como la fórmula perfecta para construir un futuro esperanzador, ha generado un ambiente complejo e incierto que obliga a repensar las maneras en que se ha construido ese aparente orden en el que los conflictos no cesan, por el contrario, mutan y se recrudecen.

      Para muestra dos ejemplos: el primero es la lucha internacional contra el terrorismo, que ha propiciado la aparición del autodenominado Estado Islámico, al que se le puede señalar como consecuencia de las intervenciones militares de Occidente en Iraq y Siria, y que ha conseguido perpetrar ataques terroristas funestos en las principales capitales europeas, pero sobre todo que ha podido reclutar a miles de seguidores en todo el mundo. En poco más de 15 años de guerra contra el terrorismo, los atentados siguen cobrando la vida de centenares de personas alrededor del mundo y no se ve el final de esta confrontación en el corto plazo.

      El segundo ejemplo es el aumento de los radicalismos políticos, ya sean de izquierda o de derecha, que, recurriendo a la estrategia populista, han empezado a avivar los temores del nacionalismo y el proteccionismo económico, lo que planta un claro desafío a la interdependencia económica internacional que se produjo con los avances tecnológicos y las gestiones políticas internacionales del siglo XX. El presente capítulo está encaminado a identificar esta nueva fuerza social conformada por aquellos sujetos que han sido excluidos o apartados del orden, como consecuencia a las propias dinámicas de este.

      Se tiene como propósito hacer una aproximación a este fenómeno desde las relaciones internacionales, para intentar explicar cómo el mismo orden hegemónico es el que propicia esa dinámica. Para ello, se parte desde la hipótesis de que la exclusión económica y política es uno de los principios ordenadores del sistema y las consecuencias de esta manera de operar son las que han generado la propia crisis del sistema, lo que ha tenido como consecuencia una reacción violenta reflejada en dos fenómenos: el terrorismo y el radicalismo político. Se tomará como marco referencial el trabajo de cinco autores: Robert Cox y Achille Mbembe, para explicar la configuración política del orden internacional, relacionando su trabajo con las propuestas de Zygmunt Bauman, Saskia Sassen y Sayak Valencia, para señalar cómo este orden ha producido una nueva configuración social como consecuencia de la exclusión.

      En la primera parte del escrito, se explicará la propuesta teórica de Cox para entender la configuración del orden internacional, recurriendo a Mbembe con sus aportes sobre necropolítica, para señalar cómo esta práctica política es producto del constreñimiento de la estructura internacional y no exclusiva del nivel estatal, lo que proporcionará el marco teórico en el que se sostiene el argumento central del capítulo.

      En la segunda parte, se analiza el “sujeto excluido” desde las propuestas de Valencia, Bauman y Sassen, referente a los sujetos que han quedado al margen de la sociedad como consecuencia de la dinámica de exclusión impuesta por la estructura internacional y ejecutada a través de la necropolítica. También se señalan las maneras en que estos sujetos infieren en el orden a través de manifestaciones violentas.

      Finalmente, se explicará cómo estos “sujetos excluidos” pueden ser analizados como una nueva fuerza social emergente que puede inferir cambios no intencionados al orden establecido, desde el propio constreñimiento de la estructura del sistema internacional, y cómo este constreñimiento se ve reflejado en el terrorismo y el radicalismo político.

      ESTRUCTURAS HISTÓRICAS Y ORDEN MUNDIAL

      El trabajo de Robert Cox presenta una propuesta teórico–metodológica para identificar y estudiar la configuración de elementos que generan un orden mundial. Para Cox, este orden deviene de la configuración de tres fuerzas: las capacidades materiales, las ideas y las instituciones, que a su vez interactúan entre sí en tres niveles: las fuerzas sociales, las formas de estado y los órdenes mundiales.

      Desde el materialismo histórico, Cox pone el énfasis en la determinación material de la realidad y con ello identifica las dinámicas organizativas y los recursos acumulados como la primera fuerza que

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