La Cruz Del Bebe: Memorias de una Sobreviviente de la Tuberculosis. C. Gale Perkins
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Cuando las luces se apagaron alrededor de las ocho de la noche empecé a tener ese miedo que tendría cuando las brujas se me aparecían en la sala de los bebés. ¿Qué va a pasar a mí por la mañana? ¿Es doloroso? Voy a estar enferma? Decidí que el vómitar no era mi cosa favorita de hacer. Finalmente me quedé dormida sintiendo sola. Llegó la mañana y me llevaron a la habitación en cual me pusieron en cuando me portaba mal y otra vez que me habían limpiado la espalda y la pierna con el jabón y envolvieron las áreas de arriba. Se llevaron a uno de la bandeja que cubre puesto en nuestras camas para poner las bandejas de metal en la cabeza y envuelta en ella como un turbante. Luego me pusieron en una camilla y fui trasladada al edificio del quirófano. Los niños estaban diciendo adiós. Mis nuevas amigas Angie y Phyllis dijeron: “Adiós. Te amamos, Gale. Nos vemos pronto.” Me volvieron a ver? Seguro que senti mucho miedo por mí, como todo lo que estaba ocurriendo no era bueno.
El cirujano era un médico de la gran hospital de Boston llamado Hospital General de Massachusetts, él me miró con una gran sonrisa y dijo: “Hola, Gale. Soy el Dr. Van Garden,” como él me dio una palmadita en la cabeza. “Vamos a repararte y que estarás bien.” Ellos me trasladaron a una mesa muy fría, me amarraron hacia abajo, y me dijeron que cuente hasta diez. Como ya he contado, un cono de goma redonda me colocaron sobre la nariz y la boca. Olía horrible! Traté de mantener sobre la mesa porque me sentía como si estuviera a punto de flotar fuera de ella. La siguiente cosa que supe me desperté en una habitación pequeña otra vez en el pabellón de mujeres, completamente sola. Una enfermera que nunca había visto antes entró y me dijo que acababa de regresar de mi operación y que pueda sentir un poco enferma. Ella me mostró la cuenca de metal con forma de riñón al igual que en el estómago tenia náuseas. Sentía la boca como el algodón, en cuestión de segundos empecé a estar enferma y esto se prolongó durante dos días. Yo tenía mucha sed, pero tenía miedo de beber nada porque yo no sería más que enferma de nuevo. Ellos me trajeron hielo picado; lo chupe y de alguna manera llegué a través del tercer día. Yo no estaba en la escayola, pero en una concha que iba desde el cuello hasta los dedos del pie. Cuando yo estaba en mi espalda que se retirara el medio superior. Cuando me pasaron en mi estómago que lo harían correa de la parte superior y gire sobre mí. Yo estaba en lo que se llamó caballos, que sólo parecen pequeños caballetes. Esto me mantiene en el aire y que sólo podría deslizar el orinal debajo de ella. En el tercer día tuve la oportunidad de comer. Yo tenía miedo de estar enferma, así que comía muy lentamente, y cuando me enteré de que iba a estar bien, me hizo muy feliz. No me gustaba la sensación de la parte superior del molde cubierta por poner y que me iban a darme la vuelta. Siempre he sido de tanto miedo de que me iba a caer. Lo único bueno fue cuando me dieron vuelta sobre mi vientre y me quitaron la cáscara de nuevo. Me gustaría conseguir un masaje en la espalda donde quiera que el vendaje no era y eso me gustó. También puede simplemente colocar un libro en la cama y leer es más fácil que la celebración de los brazos en el aire. Los caballos de madera que me levantó de la cama le dio un espacio para un libro que se coloca directamente sobre la cama. No pude leer mucho, pero miraba las fotos. Yo estaba en la sala privada para dos semanas. Un día oí que las enfermeras decian que habia llegado el momento para eliminar los puntos de sutura en la espalda y la pierna. De nuevo la ansiedad se acumulada. Llegaron a la sala con una bandeja de metal con instrumentos de metal y me quitaron las vendas en mi pierna y comenaronó a quitar los puntos. Esto no fue una sensación muy agradable. La enfermera se sentía al decirme cuántos eran y cada uno los contaba, ya que cada uno se retiró me harían sentir mejor. Se acaba de plantear la anticipación de la próxima a venir, y mi corazón latía con fuerza justo. Mi boca estuvo seco y yo estaba segura de que iba a vomitar. Lloré y le pedi un poco de agua, pero tuve que esperar hasta que terminara. Me quedé tan quieta como pude con los ojos cerrados hasta que todo había terminado. Nunca sentí el dolor después de la cirugía, pero con los puntos de sutura a cabo era espantoso y muy doloroso, no algo que pronto me iba a olvidar. Ellos me dijeron que tenía que esperar un par de días para asegurarse de que no había infección, entonces yo iría a tener el yeso en el cuerpo vuelven a poner en desde el cuello hasta las rodillas y que se quedaría de esta manera durante los próximos seis meses. Me sentí muy feliz cuando esta se llegó el día, ya que fue el mismo día que iba a volver a la sala de las niñas y estar con todos mis amigos de nuevo. La mayor parte de todo lo que sería capaz de ir a la escuela otra vez. Yo estaba tan emocionada de empezar la escuela de nuevo y ver a mis amigas. No me gustaba tener que quedarme en la cama, yo echaba de menos salir al porche y corria con la luna. Pronto llegó otro cumpleaños, ya era 1940.
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