Principios del entrenamiento de la fuerza y del acondicionamiento físico NSCA (Color). G. Gregory Haff
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William J. Kraemer, Jakob L. Vingren y Barry A. Spiering
A la conclusión del capítulo, el lector:
•Expondrá los conceptos básicos de endocrinología, como qué hormonas interactúan y cómo lo hacen entre sí y con los tejidos de destino.
•Explicará los diversos papeles fisiológicos de las hormonas anabólicas.
•Describirá las respuestas hormonales al ejercicio resistido.
•Desarrollará programas de entrenamiento en los que se refleje el conocimiento de las respuestas endocrinas del ser humano.
El sistema endocrino garantiza la normalidad de la función homeóstatica del cuerpo y le ayuda a responder a los estímulos externos. Forma parte de un complejo sistema de transmisión del cuerpo humano cuya misión es efectuar cambios, cumplir las exigencias y respaldar la recuperación del ejercicio. La importancia del sistema endocrino en el campo de la fuerza y el acondicionamiento físico se refleja en el papel crítico que este sistema desempeñó en el desarrollo teórico de la periodización del entrenamiento (43). Sin saberlo, Hans Selye, endocrinólogo canadiense, aportó la base teórica de la periodización con un estudio de la glándula suprarrenal y el papel de las hormonas de la tensión en la adaptación al estrés, las molestias y las enfermedades.
Médicos y científicos del deporte del antiguo bloque soviético hallaron similitudes entre el patrón de respuestas al entrenamiento en atletas y los patrones de estrés observados por Selye. Hans Selye acuñó el término síndrome general de adaptación para referirse al modo en que la glándula suprarrenal respondía a estímulos nocivos (o estresores) (164, 165). Esta respuesta comienza con una reacción de alarma inicial y una reducción de la función, si bien le sigue un aumento de la resistencia al estrés por encima de la función basal previa. Este incremento de la resistencia al esfuerzo se denomina adaptación; cuando el factor estresante es el ejercicio, recibe el nombre de adaptación al entrenamiento. La clave para una adaptación al esfuerzo beneficiosa y continua es la supresión a tiempo del estímulo (p. ej., el ejercicio), que la función se pueda recuperar y luego reaplicar ese estrés a menudo incrementado (sobrecarga progresiva).
Para los especialistas de la fuerza y el acondicionamiento físico es importante contar con un conocimiento básico de las respuestas hormonales al ejercicio resistido. Las señales hormonales desempeñan papeles en distintos mecanismos, desde anabólicos (construcción) hasta permisivos y catabólicos (destrucción). Es importante entender que los cambios en las respuestas de la circulación sanguínea no son más que un cambio tangible que generan algunos programas de entrenamiento resistido ante los retos metabólicos. También se aprecian respuestas metabólicas con programas intensos que provocan una regulación al alza de los receptores androgénicos para usar las hormonas anabólicas disponibles sin cambios en las concentraciones sanguíneas (p. ej., dos o tres series con una repetición de máxima intensidad [1RM] y de 5 a 7 minutos de descanso entre series); si bien las señales endocrinas participan en la transmisión, los cambios en las concentraciones en la sangre circulante son mucho más sutiles y se tienen que observar al nivel del receptor. La adquisición de ese conocimiento sobre el modo en que el sistema endocrino interactúa con el ejercicio prescrito permite a los especialistas de la fuerza y el acondicionamiento físico comprender mejorar los detalles sobre cómo las hormonas ayudan a mediar en las adaptaciones óptimas al entrenamiento resistido (93, 96). Aunque el entrenamiento resistido sea el único estímulo natural que provoca incrementos acusados en la masa de tejido muscular magro (hipertrofia muscular), existen diferencias significativas en la capacidad de los programas de entrenamiento resistido para producir incrementos en el tamaño del músculo y el tejido conjuntivo (44, 128, 189). La selección de las variables puntuales (intensidad, series, orden del ejercicio, duración de los períodos de descanso y selección de ejercicios) para una sesión de ejercicio resistido dicta en gran parte la apariencia y magnitud de las respuestas hormonales (105, 113-115, 117, 166, 169, 189). En las adaptaciones tisulares influyen los cambios que se producen en las concentraciones de las hormonas en la sangre circulante después del ejercicio (10, 12, 14, 47, 62, 98, 171); la manipulación natural del sistema endocrino mediante una correcta selección de las variables agudas de un programa potenciará el desarrollo de los tejidos y mejorará el rendimiento (78, 158). Por tanto, entender esta actividad anabólica natural del cuerpo del atleta, durante y después del ejercicio, es fundamental para tener éxito en la recuperación, adaptación, diseño de programas, progresión del entrenamiento y, por último, el rendimiento deportivo (42-44, 93, 94, 101, 103).
Síntesis, almacenamiento y secreción de hormonas
Las hormonas son mensajeros químicos o moléculas transmisoras que se sintetizan, almacenan y se liberan a la sangre por las glándulas endocrinas —estructuras especializadas en esta función— y otras células en particular (figura 4.1, tabla 4.1). De forma similar, las neuronas sintetizan, almacenan y secretan neurotransmisores, que tal vez desempeñen también funciones hormonales. El término relativamente nuevo neuroendocrinología alude al estudio de las interacciones entre el sistema nervioso y el sistema endocrino. Es habitual que se estimulen las glándulas endocrinas para que liberen hormonas mediante una señal química que captan los receptores de la glándula o mediante estimulación neuronal directa. Por ejemplo, la médula suprarrenal (la porción interna de la glándula suprarrenal) libera la hormona adrenalina al recibir estimulación neuronal del cerebro (91, 104, 112, 182). La corteza suprarrenal (la porción externa de la glándula suprarrenal) sintetiza y secreta la hormona cortisol al ser estimulada por otra hormona, la hormona adrenocorticotropa, procedente de la hipófisis (110, 111, 116). Tras la estimulación, las glándulas endocrinas liberan hormonas en la sangre, que transporta esas hormonas (y, por tanto, la señal) a sus receptores específicos, localizados en la superficie (hormonas péptidas) o en el citosol (hormonas esteroideas y hormonas tiroideas) de las células de los tejidos de destino (6-8, 11, 37, 61).
FIGURA 4.1 Principales glándulas endocrinas del cuerpo junto con otras glándulas que secretan hormonas.
TABLA 4.1 Glándulas endocrinas y hormonas escogidas
Glándula endocrina | Hormona | Acciones fisiológicas (selección) |
Adenohipófisis | Hormona(s) del crecimiento | Estimula la secreción hepática del factor de crecimiento insulinoide tipo I, la síntesis de proteínas, el crecimiento y el metabolismo; otros agregados de la hormona del crecimiento (GH) también tienen una función biológica y constituyen la superfamilia de la GH |
Hormona adrenocorticotropa | Estimula la secreción de glucocorticoides de la corteza suprarrenal | |
Beta-endorfina | Estimula la analgesia | |
Hormona tiroestimulante | Estimula la secreción de la hormona tiroidea del tiroides | |
Hormona folicular | Estimula el crecimiento de los folículos en los ovarios y los túbulos seminíeros en los testículos; estimula la producción de ovulos y esperma | |
Hormona luteinizante |
Estimula la ovulación
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