Anti América. T. K. Falco
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Alanna le echó una mirada a su TV. Uno de los policías en frente de las oficinas del Banco Nexus en Nueva York estaba gritando con un megáfono. Volvió a poner la portátil en el sofá y tomó el control remoto para subirle el volumen a la TV. El policía le advertía a la multitud que se mantuviera alejada, Pero los manifestantes se acercaron más hasta que estuvieron frente a frente.
Los policías buscaron repeler a la multitud. Los empujones siguieron hasta convertirse en un cuerpo a cuerpo. Los manifestantes fueron vencidos, otros recibieron dosis de pimienta en aerosol. Algunos llegaron dispuestos a pelear en grupos contra los policías, golpeándolos. Las cámaras filmaron a un policía llevando a otro con la frente sangrando fuera del lugar.
La protesta había sido provocada por el arresto de Mathew Suttonel día anterior, un sospechoso de ser miembro de AntiAmérica. Ella vio las primeras filmaciones de un tipo flaco, pálido con cabello rubio que habían hecho prisionero en las afueras de un apartamento en Londres. El grupo que lo apoyaba protestaba por el hecho de que las autoridades lo habían arrestado, mientras que permitían que los verdaderos ladrones de los grandes bancos estuvieran libres.
Alanna cambió el canal a una estación local. La política no le interesaba. Las noticias que cubrían lo que pasaba con AntiAmérica no le habían interesado hasta que los federales unieron su destino con el de ellos. Ni siquiera las estaría viendo si no fuese por Brayden. Basada en sus textos después del arresto de Sutton, no sólo estaba coordinando las protestas de Miami detrás de bastidores, si no que era un organizador clave de los seguidores del grupo. Otro hecho que él había olvidado mencionarle.
Después del corte comercial, las noticias cambiaron su contenido hacia las marchas de protestas en el edificio Dominion. Por suerte, no se había salido de control, el GPS de Brayden lo ponía justo en el sitio donde la gente se estaba reuniendo. Cualesquiera que fuesen sus razones para no decirle sus secretos, no quería que terminara en una celda o en el hospital.
Él y sus amigos manifestantes no parecían ceder en sus protestas. Ella dudaba que él se encontraría con Javier pronto. Pero tenía otra idea para conseguirlo. Usando su exploit kit, cambió del localizador de su GPS a su lista de llamadas. Había un número al que Brayden había llamado antes de llamarla a ella. Supuso que era el de Javier.
En la lista también había un mensaje de texto de un número desconocido que ella había visto antes. Basada en su revisión de la lista de anoche, la persona que usaba el número desconocido raramente le enviaba textos a Brayden. Los textos en su mayoría consistían en mensajes relacionados sobre cómo debía organizarse AntiAmérica. Ella desplegó el mensaje: “Si no apagamos Cr0n05, nos traerá a los federales inmediatamente”. Apagó el kit. Cualquier texto que no se relacionara con ella o con Javier, no le interesaban.
Después de tomar su desechable de la mesita de café, marcó, con su app spoofer, desde el teléfono de Brayden el número al que iba a llamar para que pareciera como si fuese él quien llamaba Abrió la ventana de vidrio que daba al balcón, cerrándola inmediatamente para evitar que el aire .caliente entrara en el apartamento. Si la FCCU había instalado micrófonos en su apartamento, esta era una llamada que no quería que escucharan. Puso su codo sobre la baranda antes de usar la app para hacer la llamada.
“¿Qué hay Brayden?” respondió Javier un poco preocupado.
Su mano temblaba mientras hablaba en el teléfono. “Es Alanna”.
“¿Alanna? ¿Cómo lograste–?”
“No culpes a Brayden. Él no sabe que conseguí tu número desde su teléfono”.
El sonido de su respiración llenó el teléfono. “Tienes que dejar de hacer este tipo de mierda”.
“Alguien destrozó tu apartamento. Quería saber que estabas bien”.
“Si. Te vi entrando a mi apartamento”.
“¿Me viste? ¿Cómo?”
“Con la cámara espía que dejé funcionando. ¿Cómo entraste?”.
Alanna vio a un tipo rubio usando jeans y una franela espiándola desde el camino pavimentado detrás del complejo. Desvió su atención de él y se pasó para el lado opuesto del balcón. “Forcé la cerradura”.
“No debiste hacerlo”. Su voz grave se mantuvo en un tono bajo, monótono. “Brayden me dijo que los federales hablaron contigo. ¿Saben que allanaste mi apartamento?”
“Si, por eso es que necesitamos hablar. La FCCU me arrestó y registró mi apartamento. Tienen mis datos de phising”.
Javier hizo una pausa. “Esto jamás hubiese pasado si te hubiese mantenido al margen, como te dije”.
Se mantuvo erguida mientras miraba a alguien en su motocicleta que pasaba frente al edificio. “Fui a tu apartamento a ayudarte. Recibí un texto desde tu celular–“
“Brayden me lo dijo. Nunca te envié ningún texto”.
Ella nunca lo había creído, pero era un alivio oírlo decirlo. “Entonces ¿quién lo envió?
“No sé”.
“Quién lo haya hecho me envió la foto con el bikini que te envié antes que rompiéramos. Revisa que tu computador no tenga un spyware”.
“Lo haré cuando cuelgue el teléfono”.
Alanna se pasó los dedos por el pelo. “¿Así que estás trabajando para AntiAmérica?”
“En realidad no. Es una larga historia”.
“Javier, los federales me obligaron a trabajar como su informante. Se supone que debo ayudarlos a encontrarte”.
“¿Por eso es que me estás llamando – para ayudarlos a encontrarme?”
“No. Sólo pretendo cooperar. Pero quizás debas hablar con ellos. Si estás en problemas te pueden ayudar”. Alanna sostuvo el aliento esperando su respuesta.
“No puedo hablar con ellos”.
Ella pateó la parte baja de la baranda. “¿Por qué no?”
“¿Tú crees que yo quiero esto? Odio estar encerrado aquí. Pero no estaré seguro hasta que encuentre algunas respuestas”.
Caminó por el medio del balcón. “¿Esto tiene algo que ver con Paul? Los federales me dijeron lo de Terry2.
Paul me convenció que me ocultara después que encontró a Terry.
Lo sabía, Paul lo estaba manipulando. “Paul te arrastró hasta ese asunto de AntiAmérica, ¿No es así? Ese tipo está loco. “No puedes confiar en él”.
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