Mundos Universos. Guido Pagliarino

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Mundos Universos - Guido Pagliarino

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labios de Osvaldo se tensaron en una expresión igualmente alegre. Dijo con curiosidad:

      —¿Tal vez sois de color verde? ¿O gris? Tal vez tenéis grandes ojos negros y…

      —Ya sé a quiénes te refieres: no, esos otros hijos del Creador viven en cuerdas distintas de la tuya y la mía. Y a vuestros ojos no son tan monstruosos como nosotros. Ahora me teletransporto y me verás. Pero, por favor, no te asustes, las apariencias engañan, como soléis decir, y el bien puede parece mal como, al contrario, Satán se disfraza a veces de ángel de luz, como escribía vuestro Pablo de Tarso en su neotestamentaria Segunda Epístola a los Corintios: «Estos tales son falsos apóstoles, gentes fraudulentas que se disfrazan de apóstoles de Cristo. No es una sorpresa, porque también Satanás se disfraza de ángel de luz. No es por tanto raro que sus ministros se disfracen como administradores de justicia. Pero su fin será de acuerdo con sus obras». —Sin solución de continuidad, a unos cuatro metros de Osvaldo, el autor de la voz comenzó a aparecer, diáfano, luego semitransparente y finalmente, en forma sólida humanoide: sus ojos estaban dotados de una notable belleza, grandes y luminosos, pero el pasmado Osvaldo, lanzando un grito, solo advirtió el resto de su figura, similar a la descrita en fábulas y cuentos de fantasía para representar a… ¡los orcos! El alienígena, de más de dos metros de alto, tenía la piel morada y verrugosa, de apariencia reptiliana, nariz pronunciada, una boca enorme sin labios, diez pequeños cuernos verduzcos sobre la frente, cabeza calva, cuello largo, enormes órganos auditivos en lo alto de los lados del cráneo, con forma similar a la de las orejas del elefante indio, manos grandes, de cinco dedos como las nuestras, y pies también grandes calzados con botines de color amaranto. El ser vestía un taparrabos turquesa en el que aparecía por delante en su parte baja un abultamiento del que debía ser responsable un correspondiente sexo masculino. El resto del cuerpo estaba desnudo y no tenía pelo visible.

      Osvaldo, al estar ya en óptima salud mental, además de física y al haber sido siempre muy curioso culturalmente, recuperó rápidamente el autocontrol.

      El anómalo visitante consideró:

      —Era inevitable que te sobresaltaras. Lo siento, aunque veo que ya te estás tranquilizando.

      —Sí, estoy bien, ha sido solo un momento, y tengo mucha curiosidad.

      —Enseguida te pongo al día, pero después de ponernos cómodos en dos sillas, ¿vale?

      —En realidad estaría mejor de pie, por la emoción que tengo. —Y Osvaldo puso el móvil rojo sobre la mesa junto al portátil alienígena, que era del mismo color y estaba colocado exactamente delante del sillón.

      —Como quieras, pero, si me lo permites, yo en cambio me me voy a sentar: créeme, ser teletransportado entre dimensiones diversas cansaría a cualquier internauta. —Y sin esperar al permiso del dueño de la casa, se acomodó sobre una de las dos sillas cercanas a la puerta, a la izquierda de la salida.

      Contrariamente a lo que había dicho, también Osvaldo se sentó, pero en su propio sillón, delante del notebook rojo. Listo para escuchar las palabras de su singular huésped, conteniendo una turbación natural, le miró, sin dirigir sin embargo la vista al rostro, sino al pecho.

      Una vez obtenida su atención, el orco empezó:

      —Te enseñaré cómo se usa nuestra computadora, pero antes de explico mejor la situación: Sabes que en el pasado no teníamos todavía el control de los pasos interdimensionales, pero en cierto modo ya existían desde tiempos muy antiguos. Se trataba sin embargo de apariciones por causas naturales, desconocidas para nosotros, de nuestras figuras, es decir, no de purkilatronalarcolmintranikianos corpóreos, sino solo de sus forma ilusorias, diáfanas. Sin embargo esas imágenes eran más que suficientes para aterrorizar a los terrestres que las veían, además de que la civilización de la Tierra era precientífica. Tal vez hayas entendido que se trataba de un fenómeno análogo a lo que vosotros llamáis fantasmas, que creéis que son ectoplasmas de personas ya muertas, mientras que, en realidad, son imágenes proyectadas a través de pasajes, en este caso pasajes intertemporales y no interdimensionales, es decir, que unen vuestro pasado con vuestro presente haciendo vislumbrar transparencias de personas y escenas de tiempos pasados: por eso surgieron sobre la Tierra leyendas sobre fantasmas y luego se escribieron cuentos y posteriormente se rodaron películas, sobre todo de los espectros escoceses, dado que muchos de esos pasajes temporales están en vuestra Escocia. Hacia el inicio de vuestro siglo XX no tuvimos conocimiento de los agujeros interdimensionales ni tampoco de los temporales, no había conseguido todavía la tecnología que finalmente, en su momento, nos permitió descubrir esas entradas y luego, a partir de la época correspondiente al inicio de vuestro tercer milenio, también lograr transportes controlados hacia y desde vuestra Tierra, además de hacia el pasado de nuestro Purkilatronalarcolmintranik: los accesos concretos, como el que acabo de hacer, ya no son solo pasajes de nuestra imágenes fantasmagóricas. En cuanto a la Tierra, pudimos estudiar vuestra civilización y, después de conocer muchos otros hechos, llegamos a conocer el terror suscitado durante milenios por nuestras figuras trasladadas a vuestro mundo a través de agujeros interdimensionales y descubrimos que nuestras inesperadas apariciones no solo habían aterrorizado a personas, como por otro lado habían hecho vuestros espectros domésticos, sino que habían hecho también surgir leyendas sobre nosotros, los malvados orcos u ogros, leyendas en las cuales, digámoslo también, había intervenido asimismo mucha vuestra fértil imaginación. Y entendimos también que, igual que con vuestros fantasmas, las leyendas derivaban de obras literarias y después de las películas sobre orcos que comen seres humanos. Leyendas, literatura y filmografía absolutamente infamantes para nosotros y que afectan insoportablemente a nuestro sentido absoluto de verdad y de justicia: sin ninguna presunción, creo firmemente que somos criaturas de espíritu angélico, aunque no seamos ángeles. Podrás aseverar nuestra perfecta conducta moral en los ficheros que hay en la computadora y además, dado que podrías pensar que esto sencillamente es falso, podrás verlo en persona viniendo conmigo a nuestro mundo y visitándolo: el aparato que te he dado es también un dispositivo para el transporte interdimensional. Más adelante te explicaré como activar esa función, por ahora no toques en absoluto las teclas violetas, por favor.

      —No, no, lo evitaré. Y… me decías que tenía que ayudaros…

      —… presentarás en nuestro nombre una demanda civil en el Tribunal de La Haya y, gracias a toda la documentación que hemos incluido en la computadora y a lo que recogerás en persona sobre nuestro planeta, como experto del derecho que eres, obtendrás con seguridad una sentencia que nos rehabilitará en vuestro mundo.

      —Es magnífico, pero había pensado… ¡Iba a retirarme! Y noto dentro una fuerza…

      —Es evidente, tienes de nuevo una salud perfecta.

      —Nunca me había sentido tan motivado, casi deseoso de profundizar, tan… tan completo. ¡Ah! Tengo que anular la cita… —Miro su reloj de pulsera—. … No, es ya la una menos cuarto, los empleados se habrán ido a comer.

      —… ¿Los empleados?

      —Los empleados de un notario con el que tengo una cita pasado mañana, reunión que tengo que anular, pero lo haré esta tarde. Estoy tan nervioso que no tengo hambre: ¿te parece que empieces a enseñarme como se usa tu computadora? Bueno, tal vez tú tengas hambre.

      —Comeré luego. Después de todo, la espera aumenta el apetito. — Y le sonrió amablemente.

      La expresión que apareció en ese rostro monstruoso, le pareció a sin embargo a Osvaldo únicamente ridícula: a duras penas pudo contener una carcajada. Luego dijo al orco con verdadera simpatía a pesar de la fealdad de su huésped:

      —Gracias. Querría ponerme a la tarea

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