Nieve De Colores. Juan Moisés De La Serna

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Nieve De Colores - Juan Moisés De La Serna

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pero no pude hacerlo por mucho tiempo pues me levanté y me fui al servicio a esperar pasar el tiempo a ver si con el aburrimiento me llegaba el sueño.

      Tras ello me dirigí a la cocina para tomar algo frío que calmase mis nervios, encontré un poco de leche y me lo tomé, pero no parecía que me hiciese efecto.

      Me dirigí hacia una ventana para mirar las estrellas, y al menos aprovechar el tiempo admirándolas, pero el cielo estaba gris y lleno de nubes que apenas dejaban ver un poco más allá del edificio.

      No quería resignarme a quedarme quieto así que empecé a rebuscar entre mis cosas, sacando objeto por objeto de mi maleta, sin ningún interés más que el de hacer tiempo hasta que madrugase.

      De repente encontré esa foto que me había enviado mi amiga, la cual había imprimido y apuntado por detrás de la misma la región a la que me dirigía. No sé si es que hice ruido porque se levantó mi anfitriona y me dijo,

      –¿Qué pasa que no paras quieto?, ¿por qué no se duerme?

      –Disculpa, pero es que estoy desvelado por el cambio de hora.

      –Pues tome algo para dormir ―dijo señalándome la nevera.

      –Ya he tomado leche, gracias.

      –Si prefiere vodka en ese cajón de ahí hay una botella.

      –No, gracias, no se moleste, y disculpe si la he despertado.

      –Bueno, ahora que he perdido el sueño dígame, ¿de qué va todo esto?, pues lo que me ha dicho me parece demasiado increíble.

      –Miré, esta es la foto de la que la hablé, es la única pista que tengo de la mujer a la que busco de la cual llevo sin saber de ella años, y creo que me lo ha enviado porque necesita ayuda.

      –¿Y por qué no acudió a las autoridades?

      –Eso no lo sé, lo primero que quiero es confirmar que ha entrado en el país, y que no sigue en la Antártida como afirma su director de tesis.

      –¿Por qué le iba a mentir ese señor?, ¿qué gana con ello?

      –Quizás ni siquiera él sepa donde se encuentra, si la embajada me confirma que ha entrado al país el siguiente paso es buscarla en el lugar que indica en el reverso de la foto.

      Ella le dio la vuelta y preguntó sorprendida,

      –Pero ¿sabe cuántos kilómetros tiene esta región?, es una gran llanura inhóspita que cubre la tercera parte de Siberia, sería muy difícil dar con ella y menos con las condiciones climáticas en que estamos, vuelva en verano, cuando haga menos frío y las nieves se hayan descongelado.

      –Para entonces puede que esté muerta ―la dije mirándola directamente a los ojos.

      –Debía de quererla usted mucho para venir hasta aquí tan rápidamente ―devolviéndome la mirada.

      Bajé los ojos, para no confirmarla lo que la había querido y la seguía queriendo a pesar del tiempo, y de mis posteriores relaciones.

      Me sorprendía de mis sentimientos, a medida que me acercaba al lugar desde donde podría encontrarme con ella, más y más nervioso me ponía.

      Al principio lo había achacado al viaje, es cierto que, a pesar de gustarme mucho volar, para conocer nuevos lugares, a veces, sobre todo los viajes a largas distancias se me hacen pesados e incluso incómodos, habiendo sufrido en algún momento contratiempos como sudores o mucho frío, pero todos achacables a la temperatura con que mantienen adormilados a los pasajeros.

      Quizás era demasiado prematuro confesarle esos sentimientos a mi anfitriona, aunque no lo tenía demasiado claro, no sé si se trataba simplemente de un viejo amor con el que, por supuesto siempre queda un cariño, o algo más, pero primero y ante todo tenía que localizarla, y luego el tiempo diría.

      La anfitriona aprovechó para comentarme sobre los peces del rio Nevá, me dijo que estaban acostumbrados a tener de vez en cuando algún escándalo de este tipo, de forma que los ríos eran poco saludables, por los vertidos que los contaminaban sin mayores controles.

      Habían avanzado mucho en cuanto a medidas ecológicas, según me decía, pero estas al parecer eran poco efectivas, sobre todo cuando se trataba de industrias estatales o de monopolios.

      La concentración de estas industrias en una persona u holding hacía que nadie pudiese atacarlas jurídicamente, pues el suministro de su producto y los puestos de trabajo que conllevaban dependían de su buena marcha.

      Según me comentó hubo algún intento de multar a alguna fábrica por su contaminación, pero lo único que consiguieron después de mucho presionar fue que cerrase, y se trasladase a otro lugar, con el consiguiente despido de toda la plantilla, hecho que movilizó a parte de la población en contra del gobierno, e hizo que no se volviesen a aplicar estas sanciones lo que legitimó el descuido de cualquier ley ecologista.

      –A pesar de ello ―continuó la anfitriona―, nuestro país ha ido adaptándose a los cambios tecnológicos, y procurando no perder el tren de los biocombustibles, las energías alternativas y los motores no contaminantes.

      »No tanto por una conciencia ecológica y de cuidado del medioambiente como de competitividad con el exterior, como es lo que se demanda, es lo que se ha de producir.

      –¡Adaptarse o morir! ―exclamé usando una frase hecha.

      –Sí, así es, sobre todo por la competencia con China, nos ha quitado buena parte del mercado de nuestro país, con lo que hemos tenido que mejorar nuestra producción para poder competir.

      »A pesar de lo cual todavía quedan muchas zonas rurales, o de antiguas explotaciones ahora en ruina, nuestro gobierno a pesar de querer dar solución a todos a veces no le queda más remedio que priorizar.

      »La vieja industria y las producciones agrícolas apenas dan beneficios ahora, pues el esfuerzo económico y tecnológico se está centrando en aquello que económicamente nos beneficie.

      –Pero conozco que tenéis una gran industria petrolífera ―dije extrañado por ese comentario en el que parecía añorar mejores tiempos.

      –Sobre todo de explotación de gas natural que exportamos a Europa y China, pero ya habrás visto cómo unos pocos se aprovechan de ello.

      –No te entiendo ―dije extrañado.

      –Algunos de nuestros antiguos países aliados se han querido aprovechar de que nuestros gaseoductos pasan por sus tierras para poner aranceles y con ello enriquecerse sin hacer absolutamente nada, pues ni ellos pusieron los conductos ni suministran el gas, únicamente por estar ahí en medio se están enriqueciendo.

      –Bueno eso es política, cada uno tiende a quedarse con parte del pastel.

      –Sí, pero eso no es bueno, pues todos quieren la parte que no les corresponde por su esfuerzo.

      Veía que cada vez ella se iba molestando más con el tema, no sé si tendría razón o no en lo que decía, pero lo que parecía claro es que tenía un fuerte sentimiento nacionalista que le llevaba a ver y pensar en el beneficio de su pueblo, y poco más, por lo que di por terminada la conversación antes de que fuese a molestarse por algo que dijese.

      Era mucho lo que la necesitaba, estaba totalmente dependiente de ella en cuanto al idioma, y eso

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