Vecino silencioso. Блейк Пирс
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Era su padre. No solo lucía desubicado sentado frente a ella, sino que también era surreal verlo en el club de striptease. Él también se veía increíblemente incómodo.
La palabra papá estaba en la punta de su lengua, pero decidió tragársela. No le daría el placer de decirle así a la cara. En cambio, lo que salió de su boca fue la pregunta más obvia del mundo.
–¿Qué demonios estás haciendo aquí?
–Vine para verte ―le dijo y se inclinó hacia adelante, como si intentara alejarse aún más de las dos mujeres en el escenario que bailaban en toples a siete metros de él.
–Déjame hacerte otra pregunta ―dijo Danielle―. ¿Cómo supiste que estaba trabajando aquí?
Él frunció el ceño y señaló las botellas de licor que estaban detrás de ella con la cabeza. ―¿Puedo pedir un whisky antes?
Esforzándose para reaccionar rápidamente, Danielle tomó un vaso y lo llenó hasta la mitad con el whisky más barato del bar. Solo le faltó arrojarlo delante de él. Todo el proceso le llevó menos de diez segundos.
–Ahí tienes tu whisky. Ahora, habla.
–No estoy orgulloso de haberlo hecho ―dijo―. Pero te he seguido.
–¿Desde dónde? ¿Sabes dónde vivo?
Se tomó el whisky de un solo trago, haciendo una mueca luego de tomarlo. Él deslizó el vaso hacia ella y asintió en señal de que lo llenara de nuevo. Danielle tomó el vaso y lo puso a un lado.
–Responde la pregunta ―espetó.
–No sé donde vives. Estaba conduciendo frente a la casa de Chloe la semana pasada. Fui hasta allí y toqué a su puerta porque no me responde las llamadas ni los mensajes. Y cuando salía del edificio y me metí en mi coche, te vi. Estabas entrando al edificio y…
Él se detuvo, mirando por encima de su hombro cuando comenzó una nueva canción. Detrás de él, las mismas dos chicas bailaban y se contoneaban con una lastimosa canción de rock.
–¿Podemos hablar en otro lugar? ―preguntó él.
–No, estoy trabajando.
–Cinco minutos, Danielle. Es todo lo que te pido.
Ella estuvo a punto de rechazar su propuesta, pero se dio cuenta de que él tenía todas las respuestas que ella necesitaba. ¿Cómo supo que estaba trabajando allí? ¿Qué más sabía sobre ella? ¿Y qué demonios estaba haciendo allí?
–Espera ―dijo ella.
Ella fue hacia la puerta del extremo izquierdo de la barra y la abrió. A la derecha, la bailarina que recién había bajado del escenario estaba subiendo las escaleras hacia el vestuario. Hacia la izquierda, había un pequeño pasillo con otros tres cuartos, un baño para empleados, una oficina y una pequeña sala de descanso para las chicas.
Su gerente estaba parado en la puerta de su oficina, hablando con otra bailarina y con el DJ de respaldo. Cuando vio que Danielle salió de la barra, terminó la charla y se acercó hacia ella. No era porque ella fuera importante, simplemente era porque la única cantinera trabajando desde las nueve de esa noche, ya que los domingos tienden a ser muy tranquilos.
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