Vecino silencioso. Блейк Пирс

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Vecino silencioso - Блейк Пирс Un misterio psicológico de suspenso de Chloe Fine

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style="font-size:15px;">      –¿Piensas que el asesino intenta decirnos algo?

      –Quizás sí. También puede…

      Su frase fue interrumpida por el sonido de su propio teléfono. Lo sacó, pensando que sería Johnson llamándola para asegurarse de que habían llegado. Pero cuando vio que decía “PAPÁ” en el captor de llamadas, se estremeció. Una ira brutal mezclada con miedo se apoderó de ella.

      Ella ignoró la llamada y colocó su teléfono sobre el escritorio boca abajo. Cuando se volvió para enfocarse en el archivo frente a ella, tuvo problemas para concentrarse.

      –¿Estás bien? ―le preguntó Rhodes.

      –Sí, ¿por qué?

      –Bueno, acabas de mirar tu teléfono como si te hubiera insultado o algo así.

      Chloe se encogió de hombros, sin saber qué decir.

      –Son solo cosas personales.

      Rhodes asintió demostrando que no quería entrar en un terreno demasiado personal y dijo―: Sí, las cosas personales pueden ser un fastidio.

      Mientras Chloe intentaba volver a concentrarse en el archivo, alguien golpeó la puerta. Cuando se abrió, vio al subcomisario Nolan asomando su cabeza dentro. Cuando abrió la puerta por completo, había otro hombre detrás de él, parecía bastante mayor y tenía un espeso bigote canoso que a Chloe le hizo pensar en una morsa.

      –Agentes ―dijo Nolan―. Este es el comisario Clifton.

      Clifton entró en la oficina y las miró a las dos mientras asentía con la cabeza en señal de apreciación. Él miró el archivo que actualmente estaba abierto sobre el escritorio y apartó la vista luego de ver una de las fotos del horrible corte en el cuello de Jessie Fairchild.

      Chloe y Rhodes se presentaron brevemente al mismo tiempo que Nolan entraba en la oficina detrás del comisario Clifton, cerrando la puerta detrás de ellos.

      –¿El subcomisario Nolan les ha dado todo lo que precisan? ―preguntó Clifton.

      –Claro que sí ―respondió Chloe―. Ha sido muy servicial.

      –¿Hay algo más que precisen?

      –Quizás sí, al ser una casa tan grande, me imagino que debía tener un sistema de seguridad. ¿Hay alguna evidencia de ello?

      –Sí, la hay ―dijo Nolan―. De hecho, el esposo nos dio el código para que pudiéramos reprogramarla luego de salir de la casa.

      –¿Y él no recibió ninguna notificación de que la alarma se haya activado?

      –No.

      –¿Podemos conseguir algún reporte sobre ello? ―preguntó Rhodes.

      Nolan y Clifton asintieron al mismo tiempo.

      –Me pondré en contacto con la compañía de seguridad ―dijo Nolan.

      –Obviamente, también queremos hablar con el esposo ―dijo Chloe―. Subcomisario, usted dijo que se había ido a la montaña con su hermano, ¿verdad? ¿Tiene idea de cuándo regresará?

      –No lo sé, no me lo ha dicho.

      –Me gustaría que él estuviera en la ciudad ―dijo Chloe.

      –¿Sospecha de él?

      –No necesariamente, pero es el hombre más cercano a la víctima ―dijo intentando no sonar acusatoria. Aunque le parecía irresponsable que la policía le había permitido al marido irse así como así.

      –También lo llamaré. Creo que no tendrá problemas en venir. Sobre todo si sabe que el FBI está en ello y que eso ayudará a atrapar al asesino. Creo que podría venir aquí bastante rápido.

      –Un última cosa ―dijo Chloe―. Sé que ha dicho que la familia Fairchild era nueva en la zona. ¿Pero alguno de ustedes sabe si Jessie Fairchild podría llegar a haber tenido algún enemigo? ¿Ha habido algún reclamo o quejas sobre ella y su esposo o ellos han reclamado sobre otra persona?

      –No, nada de eso ―dijo Clifton―. Pero ese vecindario… En realidad, toda esa zona, es bastante complicada. Nos han llamado de vez en cuando. Esposas celosas tratando de atrapar a sus maridos en aventuras que no existen, propietarios pretenciosos tratando de molestar a sus vecinos porque sus perros hacen sus necesidades en sus jardines. La gente en ese vecindario se cree la gran cosa.

      –Disculpe que le pregunte, pero, ¿por qué nos está contando esto? ―preguntó Rhodes.

      –Porque aunque no sé si Jessie Fairchild tenía enemigos. Casi que puedo asegurarles que debía haber mujeres que como mínimo estaban celosas de ella. Es un vecindario muy pretencioso. Sé que no es adecuado que un comisario de la policía lo diga, pero creo que es necesario que sepan esa triste verdad.

      –Bueno, eso puede significar que hay una gran posibilidad de que haya muchas pistas ―dijo Chloe―. Si ese es el tipo de mujeres del vecindario, me imagino que debe haber bastantes chismes. Quizás ellas ya sepan algo y podrían darnos una pista en la dirección correcta.

      Clifton se rio en voz baja y se encogió de hombros mientras decía:  ―Les deseo mucha suerte con eso.

      Chloe entendía por qué lo decía, pero de todas maneras le molestó lo innecesario que fue el comentario.

      –Por ahora, quisiera el contacto de la limpiadora que encontró el cuerpo.

      –Ya hemos hablado largo y tendido con ella ―dijo Clifton―. Puede echar un vistazo a nuestras notas. ―No sonaba a la defensiva, pero quería asegurarse de que supiera que no eran unos ineptos. Se preguntaba si su actitud tenía que ver con el hecho de haberse dado cuenta de que no deberían haber dejado que el marido se fuera de la ciudad tan pronto luego del asesinato.

      –De todos formas me gustaría hablar con ella personalmente.

      Clifton se cruzó de brazos y asintió diciendo―: Me ocuparé de que le llegue la información lo antes posible ―les dijo y luego les sonrió brevemente―. Fue un placer conocerlas, agentes.

      Luego de terminar su frase, abrió la puerta y salió de la habitación.

      Nolan quedó un poco incómodo y dijo―: A veces se pone así, sobre todo cuando trabajamos con el FBI o con otras agencias externas. Tiene un problema con el control… Pero eso queda entre nosotros tres.

      Chloe hizo un gesto como si cerrara la boca con un cierre.

      –Lo entiendo. Ahora, ¿podemos tener la información de contacto de la limpiadora? Me gustaría ir a visitarla antes de que se haga muy tarde.

      CAPÍTULO CINCO

      Rosa Ramírez vivía en un apartamento justo al borde del extremo más bonito del centro de la ciudad. Cuando recibió la llamada de Nolan, parecía deseosa de ayudar a Chloe y Rhodes. Eran las 16:30 cuando llegaron a su apartamento, y era claro que ella había ordenado para recibirlos, incluso había preparado café y había puesto unas galletas sobre la mesa ratona.

      –Sra. Ramírez ―dijo Chloe―, ¿hace cuánto tiempo que trabaja en la casa

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